La paz de las llanuras de Hyrule se había visto perturbada, mientras la oscuridad acechaba con su veneno.
Una mujer de piel blanca, cabello negro y ojos verdes iba cabalgando herida por los campos; las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, la desesperación la agobiada, sobre todo por la indefensa criatura que tenía entre sus brazos. Su bebé dormía, sin imaginar el horror recién vivido.
La dama se sentía impactada por la tragedia que acababa de ocurrir... Su esposo, el amor de su vida, había muerto dando su vida por su familia.
*.*.*.*.*
Su esposo y ella llevaban una pacífica vida en el castillo de Hyrule. Él era un hombre alto, de piel blanca, cabello rubio y ojos azules, con un gran cargo por sobre los soldados de Hyrule, un Sir, un hombre lleno de valor y honorables cualidades, siempre dispuesto a proteger a su familia y a su tierra.
La paz del reino se vio afectada por una guerra donde muchos soldados murieron junto a los suyos. El Sir, desesperado, fue a ver si su familia estaba bien, y cuando llegó a su hogar encontró a su esposa herida y con su hijo en brazos.
El honorable hombre se acercó a ayudarla de inmediato, pero a poco de llegar pudo ver que una flecha iba de camino a atravesarlos. Rápidamente se interpuso y el arma le perforó el corazón. Su esposa, desesperada, evitó su caída al suelo con el único brazo que tenía libre.
- ¡Mi amor... no te mueras, por favor! – suplicó con desconsuelo.
- ¡Huye de aquí! Sálvate a ti y a nuestro hijo. Nunca olvides que siempre fuiste y serás el amor de mi vida... y que desde dónde esté los cuidare. Gracias por haberme hecho tan feliz... y haberme regalado una hermosa familia... los amo.
Después de esas palabras cerró sus ojos. La dama no dejaba de llorar al haber perdido a su amado, pero tuvo que sacar fuerzas para huir del palacio y salvar a su bebé.
Fue a buscar a las caballerizas a un caballo, pero lamentablemente no había ninguno. Sin embargo, notó que había una yegua de buen tamaño, pero muy joven, que estaba asustada por la matanza que se estaba llevado acabo. Sin pensarlo se subió a ella y salió huyendo del palacio.
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La dama recordó con dolor aquella tragedia ocurrida hace tan sólo horas, deseando estar pasando por una terrible pesadilla, sin embargo la maldita realidad la abofeteó sin medida.
No supo por cuánto tiempo cabalgó y qué tan lejos llegó, pues la pérdida de sangre la estaba llevando a la inconciencia, prediciendo su triste final. Con la poca vida que le quedaba pudo visualizar la entrada a un bosque, al que no dudó ni un segundo adentrar. Cruzó las grandes arboledas, hasta que llegó a un pueblo que alguna vez había escuchado, mas nunca visitó. Ordon.
Cuando llegó a la entrada del pueblo vio un gran árbol alzándose hasta lo alto. Decidió bajarse para tomar un respiro. Estuvo a punto de caerse, pero el noble animal la ayudó a equilibrarse y a arrimarse a la pared de la enorme planta. Ese gestó provocó que la mujer mire al corcel con cariño y agradecimiento.
- Gracias... a pesar de tener tan poca edad, eres muy grande y valiente. Lamento que tu madre haya muerto durante la masacre. – dijo, hablando con dificultad.
La yegua se recostó a su lado mientras perdía las pocas fuerzas que le quedaban. Con lágrimas en sus ojos, abrazó a su hijo y le dio un tierno beso en la frente, para luego quedarse dormida en la eternidad.
- Adiós, mi pequeño...
...
Un joven llamado Moy se encontraba caminando por el pueblo, como era su costumbre diaria. Iba hacia la fuente de Latoan, pero se sorprendió en sobremanera al ver a una mujer arrimada al árbol, con un bebé en brazos y un caballo a su lado.
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El deber del corazón
FanficLink es un joven con un gran vacío en su alma. Por eso abandona Ordon y viaja al Castillo de Hyrule. Ahí no solo encontrará las respuestas a sus preguntas, sino que también experimentará por primera vez el amor y la pasión hacia el objeto de su resp...