En una de esas mañanas normales, Impa se encontraba en su rutina de siempre, resolviendo pendientes, firmando papeles y encargándose de los asuntos de la princesa. En ese momento se encontraba en su despacho verificando que Zelda hubiera cumplido con sus deberes académicos, descubriendo que así había sido; incluso había conversado con sus consejeros y estos dieron muy buenas referencias de ella. Ante eso decidió ir a verla para felicitarla por su buena labor.
La Sheikah se dirigió al cuarto de la princesa, y antes de tocar la puerta pudo escuchar el sonido de la caja musical acompañado de la voz de ella. Aquella situación le llenó de bastante curiosidad, por lo que tocó y la princesa le indicó pasar.
- Buenos días, Zelda. Por lo que veo has amanecido muy contenta. – preguntó con una sonrisa.
- Buenos días. Impa. La verdad... si he amanecido de buen ánimo. – dijo, mientras ensimismada escuchaba la melodía.
- ¿Y esa cajita de música? Nunca te la había visto. – preguntó extrañada.
La princesa se puso nerviosa, pues temía que su cuidadora descubra que su soldado se la había regalado, o peor aún, que los vieron mientras paseaban por la ciudadela a escondidas.
- La tenía guardada desde hace tiempo. ¿No la recuerdas? – pregunto nerviosa.
- No, la verdad...
La Sheikah también vio que en la mesita estaba una rosa en un florero. Sin duda la situación se estaba tornando extraña para ella.
- ¿Y esa rosa que está ahí? ¿Quién te la regaló? – preguntó firme.
Los nervios de la princesa iban en aumento con las preguntas, así que rápidamente encontró una excusa para librarse del interrogatorio.
- La... la corté en el jardín, Impa... me gustó mucho y la quise traer acá.
- Qué raro... no se parece a las rosas que crecen en el palacio, parece de otro lugar.
Zelda sólo se limitó a sonreírle, mas decidió no responderle nada más.
Impa sentía que la princesa no estaba siendo del todo sincera, pues la conocía desde niña y sabía con mirarla a los ojos que ocultaba algo.
- Espero que no se te ocurra salir del palacio sola. Sabes que es peligroso para ti, no sólo por tu seguridad física, sino también por el fragmento que posees...
Al escuchar esas palabras Zelda se sacó del brazo uno de sus largos guantes de seda, en su mano izquierda tenía una marca muy extraña...tres triángulos idénticos a los que tenía Link.
- Lo sé, Impa, pero créeme, no he salido a la ciudadela; tampoco me quito los guantes para no ser descubierta. – dijo Zelda.
- Debes cuidar siempre ese detalle, nadie más que yo en el palacio sabe sobre tu poder, tus padres me lo encomendaron desde el día en que naciste, ni siquiera Yago sabe de su existencia. – dijo la Sheikah, preocupada.
- ¿Por qué jamás me has explicado de qué se trata este poder? Ni siquiera me has hablado bien sobre la Trifuerza.
- Aun no es el momento. Sé paciente, ya llegará el día que sepas todo.
- ¿Soy la única que tiene esta marca? – preguntó curiosa.
La Sheikah se sintió nostálgica ante la pregunta de la princesa, mientras los recuerdos invadían su mente. Poco después le respondió.
- No eres la única. Tus padres me contaron que antes de que nacieras hubo otra persona con un fragmento similar al tuyo, pero fue asesinado junto a su familia el mismo, por su poder... y es por eso que te pido que tengas cuidado; nadie debe ver que eres portadora de ese símbolo. – repitió preocupada.
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El deber del corazón
FanficLink es un joven con un gran vacío en su alma. Por eso abandona Ordon y viaja al Castillo de Hyrule. Ahí no solo encontrará las respuestas a sus preguntas, sino que también experimentará por primera vez el amor y la pasión hacia el objeto de su resp...