Capítulo 1: Las cosas pasan por algo ¿No?

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~Problemas~

Esa es la única palabra que podría definirme en estos momentos.

Samantha Collins sinónimo de problemas.

Y no, tristemente no me refiero a los típicos problemas de adolescentes de 18 años, si no que para mi edad ya tengo una mayor madurez que muchos de mis compañeros.

Yo, Samantha Collins había perdido a mi madre hace más de 2 años, cuando recién cumplía los 16, aquella muerte me había dejado pasmada ya que siempre había estado con mi madre ya que mi padre había decidido marcharse cuando yo había nacido, dejando a mi madre sola con dos hijos. Solamente eramos nosotros tres, mi madre Amanda, mi hermano Liam y yo.

Cuando mi padre nos dejó mi hermano tenía 3 años y para el siempre fue muy doloroso y lo fue más cuando mamá murió , por que a el, le había tocado perder a las dos personas más importantes en su vida, de apoco se fue apagando, me dolía verlo de esa forma, así que traté muchas veces de ayudar a Liam porque para mi era muy importante que volviera a ser el mismo de antes un joven risueño y el típico chico egocéntrico que solía regañar por enamorar a las chicas, acudió a un psicólogo, pero con el poco sueldo de mi trabajo como mesera, no pude seguir pagándolo, así que el progreso que conseguimos se había perdido.

Este es mi último año de preparatoria y prácticamente me alejé de todos cuando los problemas comenzaron a llegar, así que estaba sola, completamente sola.

Camino directo a la parada del bus en la calle brooklyn, la cual queda cerca del pequeño lugar que compartimos mi hermano y yo, en lo que espero conecto mis audífonos y pongo a todo volumen Bad Liar de Imagine Dragons, comienzo a tararear la letra de la canción, mientras veo a las nuevas parejas que vienen en busca de un amor verdadero y durarero, patético, y cuando la música deja de sonar a lo lejos visualizo mi bus. El bus se estaciona y las personas que esperábamos por el comenzamos a subir hasta que sentí un fuerte empujón que me hizo estampar contra el piso del autobús. Me giré y visualice a un chico de tez morena y con un cabello rizado, era muy alto, tenía un cuerpo que al parecer tenía rato trabajando y tenía unos ojos color cafe, algo bastante normal, solo que con una mirada sumamente penetrante.

—Deberias tener cuidado, niña – Paso por encima de mí y se dirigió a los asientos traseros.

Jodido imbécil.

Me levanté y pagué lo que me tocaba, el chico que antes me había tirado me mira expectante de lo que haré, yo sólo ruedo mis ojos, me dirijo a dos asientos que se encuentran vacíos y me siento de el lado de la ventanilla, observando mi reflejo, ¿Qué era lo que veía? Nada, realmente nada mágico.

Lo único que me hacía "diferente" a la sociedad era el color de mis ojos, ya que éstos son azules grisáceos, pero no hay otra cosa que me distinga de la sociedad, soy de una estatura promedio, ni tan alta ni tan chaparra, suelo ser el tipo de personas que la sociedad etiqueta como "demasiado delgada", mi nariz es pequeña, mis labios son normales y mi pelo es corto y algo ondulado, de un color castaño claro, algo simple.

Siento como alguien ya ha ocupado el lugar que está a mi lado y me giró a ver aquella persona.

¿QUÉ DEMONIOS HACE EL IMBÉCIL A LADO MÍO?

—¿Se te perdió algo? – Me dice, después de que me le eh quedado mirando, desde que se sentó.

—No crees que me debes una disculpa?

—Te conozco? – Me sonríe para luego giñarme el ojo derecho, egocéntrico.

Devuelvo mi vista a la ventana, ahora dejándome llevar por los paisajes de NY, el autobús hace una parada y el moreno se baja, no sin antes mirarme y volver a guiñarme un ojo.

Podría decir que me ha dado risa su comportamiento o que me ha puesto nerviosa, pero no, no fue así. Como lo dije para mi edad ya era alguien muy madura, entonces ése acto solo me pareció infantil.

El bus avanzó otra manzana y allí era mi parada. Bajé y rápidamente para poder llegar a mi aula, donde ya estaba la mayoría, ya que solo faltaban alrededor de 2 minutos para comenzar la clase.

El timbre sonó y tomé asiento en un lugar que estaba solo, era mejor trabajar sola.

El maestro entró y comenzó su típica plática de ser un año para cambiar, pasaron alrededor de 5 minutos en los cuales dijo lo mismo, hasta que el sonido de la puerta lo interrumpió.

De aquella puerta se asomó un chico, pero no cualquier chico, era el imbécil de la parada del bus, el que me había tirado.

—Lo lamento, soy Charles, ¿Puedo pasar?– Le mostró una sonrisa sínica al profesor.

— ¿Charles? ¿Charles Adams? ¿El hijo de Becka Adams?– Charles solo asintió, el profesor Clark con la cabeza le indicó que pasara y así fue, se puso a lado del profesor y espero que el señor Clark le indicará un lugar donde sentarse, y era en éstos momentos donde más me maldecía por elegir sentarme sola, ya que era la única que estaba sola y por consecuencia el se sentaría a mi lado, el año completo – Puede tomar asiento a lado de la señorita Collins.

El maestro me señala y una sonrisa se dibuja en el rostro del imbécil, mejor conocido como Charles Adams.

Se sienta a mi lado y lo que dice me hace pensar que será un largo año —Nos volvemos a encontrar, Collins.

Solo ruedo los ojos como respuesta y me concentró en la clase, aún que a los pocos segundos mi cabeza comienza a divagar en las preguntas del profesor hacía Charles, el era hijo de ¿BECKA ADAMS? Demonios, eso no podía ser, Si es hijo de Becka ¿Por qué estaba en un autobús por la mañana? El probablemente podía tener cualquier auto que quisiera y estar en cualquier preparatoria prestigiosa, ¿Qué hace el aquí? Esta es una prepa pública, el hijo de la abogaba más importante de New York, no podría estudiar aquí, no? El mundo está de locos, diría yo.

El timbre suena y comienzo a recoger mis bolígrafos, Charles ya se ha ido o bueno eso creía hasta que llevé mi vista a la puerta del aula, y el estaba allí. Traté de esquivarlo pero fue inevitable, el se atravesaba en mi camino y no me dejaba irme.

—Ya basta, solo dejame irme, tengo otra clase y por tu culpa llegaré tarde, Adams – Llevé mi vista a sus ojos y con eso le di a entender que no estaba, ni estaría de humor.

— Las cosas pasan por algo, Collins y te dejo por que tienes razón, pero luego nos volveremos a encontrar, amargada – Se dio la vuelta y se fue perdiendo con un pequeño grupo de estudiantes.

¿Las cosas pasan por algo, no? No, eso no era así, no era ni el destino ni cupido, era algo simple, una casualidad.

Charles Adams era el sinónimo perfecto de problemas, pero no el tipo de problemas que yo tenía.

Somos completamente iguales, solo que un poco diferentes, no se si habrá una lógica explicación sobre eso, pero eso es completamente verdad.

Notaaaaa

Holaaa!!!!
Ya esta aquí el capítulo editado y para mi gusto aún mejor, de apoco iré subiendo los demás, gracias por la comprensión;)

CALLE BROOKLYNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora