Parte 8

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De pronto todo quedó en silencio.

Todos ahí tenían un mal presentimiento de ese silencio tan repentino. Tormenta alzó el vuelo para asegurarse de que no hubiera nada alrededor, pero una enorme red de cadenas de peso increíble la atrapó en el vuelo, terminando de alertar a todos ahí.

Sin esperar más, la Nadder gritó:

-"¡Son cazadores! ¡Llévense a las crías, yo los distraeré!"-Y empezó a gruñir, rugir y moverse para hacerles difícil la caza. No eran más de cinco, pero eran peligrosos.

Hipo alzó la mano y tomó a su hijo y a Coco en brazos, se montó en el dragón ébano y alzaron el vuelo a velocidad de miedo. Con algo de trabajo, los otros dragones los siguieron junto a sus respectivos hijos. A lo lejos pudieron oír de nuevo aquel aullido agudo que les helaba la sangre y después el rugido desesperado de la Nadder.

Gracias al vuelo rápido pudieron dejar rápidamente atrás a la dragona. Pero no sentían que hacían lo correcto.

Sintiéndose culpable, dejó caer a ambos dragoncitos en un nido seguro, con una mirada suplicante le pidió silenciosamente a su hijo que cuidara de la otra cachorra y se mantuvieran seguros hasta que volviera. Asier comprendió y devolviéndole la mirada prometió no moverse de ahí hasta que todo fuera seguro.

Algo más tranquilos por los cachorros, jinete y dragón volaron en defensa de su amiga, cuyo grito disminuía de volumen poco a poco, como si le robasen la vida lentamente.

-.-.-.-.-.-.-.-

Los vikingos estaban en silencio.

No creyeron posible escuchar algo así... no de nuevo.

Los viejos bajaron la mirada, los jóvenes hicieron muecas de dolor, pero el miedo los recorrió a todos por igual.

Ese terrible sonido no había sido escuchado en más de veinte años... los jóvenes sólo se tapaban los oídos y cerraban los ojos por el intenso dolor que éste les provocó al ser la primera vez que lo oían.

A Estoico se le llenaron los ojos de lágrimas.

-Valka...-alcanzó a murmurar.

Bocón se mantuvo en silencio. Estaba muy asustado y preocupado por Hipo y el hijo de éste, pero, extrañamente, le preocupaba más el propio Chimuelo.

-Ese maldito aullido sólo trae desgracias.-alcanzó a decir antes de desenfundar una espada, sacar un escudo y avanzar a donde aquel sonido infernal se originaba.

-¡Bocón, no!-gritó quien siempre fue su mejor amigo a pesar de lo que hizo.-¡Te van a matar!

-¡Y a tu hijo también si no hacemos algo rápido!-Estoico apretó los dientes.

-¡Él no es mi hijo!

Bocón detuvo su andar y lo miró enojado.

-¡Pero sí el de Valka! ¡Y eso es algo que olvidaste desde que ella murió!-entonces siguió su andar, ahora más rápido al percibir el sonido lastimero de un dragón sufriendo.

El pelirrojo mantuvo el silencio hasta que el rubio se perdió de su vista.

Cuando dejó de verlo, cayó de rodillas al piso ante la atenta y sorprendida mirada de todos los presentes.

-Perdóname, Valka...-

-.-.-.-.-.-.-.-

Todo era tan repentino...

En unos minutos habían pasado de la alegría desmedida al miedo y preocupación incontenibles.

Una escolta de dragones adultos los seguía de cerca, no muchos para no llamar la atención pero muy poderosos, en donde resaltaban dos Pesadillas Monstruosas, dos Trueno Tambor y un macho Nadder muy preocupado por su compañera.

Con eso me bastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora