Parte 4

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Al disiparse el polvo, nadie podía creer lo que sus ojos veían...

Un alto y fornido joven, cubierto con una armadura castaña, falto de una pierna, armado con una espada en la cadera y un escudo en la espalda, de frondoso cabello castaño y vivaces (Ahora preocupados) ojos verdes chequeaba al niño de pies a cabeza.

-¡¿Estás bien?! ¡¿No te hicieron nada?! ¡¿Te duele algo?! ¡¿Te caíste?! ¡¿Te cortaste?! ¡¿Te cayó algo encima?! ¡¿Estás enfermo?! ¡¿Quieres que te lleve a casa?! ¡Maldición, Asier, dime qué tienes!-habló rápido y elevando la voz al final mientras hacía una revisión general de su niño, por lo que no pudo responder una sola pregunta cuando fueron formuladas.

-Sí, me pegaron, no me duele nada, no, no me caí, no me corté, no me cayó nada encima, no estoy enfermo y no necesito que me lleves a casa.-le sonrió tiernamente a su papi y su padre y él suspiraron aliviados, relajándose al ver que su tesoro no estaba dañado.

-¿Entonces por qué llamaste, cariño?-preguntó más relajado, aún sin notar la presencia de los demás, centrándose sólo en su hijo.

-Por eso...-señaló a sus espaldas.

Hipo se puso rígido, se levantó y giró con cara seria a ver a los "visitantes".

-¿Quién se atrevió a alzarte la mano?-preguntó con los dientes apretados y las manos hechas puños.

-"¡¿Le pegaron?!"-preguntó alarmado su esposo, poniéndose a su lado en posición de ataque y preparando una muy linda bola de plasma para deshacer al imbécil que tocó a su hijito.

-La bola de pelos roja...-le dijo tranquilamente. 

Hipo analizó a cada uno de los presentes, encontrando puntos débiles al instante. Hasta que su mirada se detuvo en un hombre de su estatura, pelirrojo y de ojos azules.

Su padre.

-Así que le alzaste la mano a mi hijo...-le habló sereno, acercándose lentamente. Nadie decía nada, el único sonido era el de su pierna metálica pisar la arena con calma.

-Tu hijo es desesperante...-habló el hombre sin inmutarse, ya fuera de la impresión de ver a su hijo convertido en todo un hombre, sólo que sin gordura.

-Sea cómo sea, es mi hijo, no tuyo, si hay alguien para educarlo soy yo...-se paró frente a él, pero a metro y medio de distancia, la correcta cuando había una confrontación verbal entre líderes-... nadie te da el derecho de alzarle la mano...

-¡Me faltó al respeto!

-Lo secuestraste.

-¡Mis hombres lo encontraron!

-Y lo llevaron cargando sin posibilidad de escapar.

-¡Sólo queríamos ayudarlo!

-¿Y golpearlo era la solución?

Estoico apretó los puños, verdaderamente enojado.

-Ese niño no debe ser siquiera tuyo...

Hipo lo miró impasible.

-Lo es, pero no tengo por que dar explicaciones que no te molestarás en escuchar, y si las escuchas no las entenderás, y si las entiendes las odiarás.-dijo tranquilamente, cruzándose de brazos-Entraste en mi isla sin consentimiento, golpeaste a mi hijo sin razón aparente, robaste recursos, le dijiste demonios a aquellos que protegen este lugar y te atreviste a alzarme la voz, ¿Qué sugieres que haga contigo?-preguntó. Aunque el tono era tranquilo, todos sentían la amenaza y la aura más imponente que la del propio Estoico, era similar al aura de..

Con eso me bastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora