Nuestra primera vez
Era ya de noche.
Llevaban volando al menos tres días seguidos con pocas horas de descanso. La última isla en la que se detuvieron no tenía muchos recursos como para quedarse ahí más de un mes, y eso con suerte. No habían encontrado ningún lugar de asentamiento, y pronto sería época de apareamiento para todos los dragones, o al menos eso le dijo Chimuelo.
Así que era urgente encontrar un sitio para descansar durante el invierno con suficientes recursos para mantenerlo vivo.
Claro, sólo a él.
Estaba plenamente consciente de que Chimuelo debía ir con los otros dragones, y con algunas herramientas que había tomado/robado de la forja había logrado construír una cola para que fuera con los otros.
Sí, tal vez se quedará solo para siempre en una isla desierta, o tendría algo más de suerte y un dragón se lo comía.
A esas alturas de su vida estaba plenamente consciente de lo que sería de él: Moriría solo y sin ser correspondido por el amor de su vida. Así que morir pronto y sin tener que fingir que no se lo comían vivo los celos era su mejor opción actualmente.
Por supuesto, ahora viene lo más raro.
El amor de su vida es Chimuelo.
Nop, no una chica bonita con ese raro nombre, ni siquiera un chico. O un humano. Estaba enamorado de su mejor amigo: Chimuelo, en cuyo lomo volaba por los cielos diariamente, el dueño de la voz mística/mágica más hermosa del mundo entero, amo de los cielos oscuros y dueño único de su mente, cuerpo y alma.
Ok, era muy cursi, lo aceptaba. Pero su mente se nublaba un poco cuando pensaba en ese imponente cuerpo que lo cuidaba con tanto cariño.
Y a la vez era algo pesimista... es decir, tal vez Chimuelo sí regresaba por él... con crías.... y una dragona...
Ambas opciones eran demasiado pesimistas.
Pero bueno, era mejor a vivir solo en Berk, con un montón de Vikingos que rara vez se bañaban y que, muy probablemente, ahora lo odiaban. Oh, a quién engañaba, era más que obvio que lo odiaban.
Apenas notó cuando su amigo se detuvo en una muy bonita isla que se veía bien para descansar.
Bajó con cuidado del lomo del dragón y miró al rededor.
-Es muy bonito.-habló.
La voz joven y dulce hizo gorgorear al dragón.
-"Muy pocas veces he llegado hasta acá. Tiene muchísimas cosas."-le habló. Caminó despacio hacia una dirección específica, alentando con su cola al humano a seguirlo.
Hipo se puso rojo hasta las orejas. Lo que había tocado la cola del dragón era la espalda baja... mejor aún, donde la espalda perdía su nombre. Rezaba a todos los dioses que no voltease a verlo en esos momentos.
Chimuelo estaba apenas consciente del lugar que había tocado con la cola, algo en él no quería averiguarlo... pero fue demasiado suave.
Jinete y dragón estaban extrañaados, uno más que el otro. Por un lado, el tacto no le molestó en lo más mínimo a Hipo, por otro estaba usando demasiado el cerebro. Chimuelo, en cambio trataba de concentrarse en buscar guiarlo a un buen refugio para pasar la noche.
Pronto llegaron a una cueva de tamaño mediano, perfecta para ambos, pues los demás dragones buscaron sus propios nidos en otras partes de la gran isla. Hipo no perdió tiempo y logró reunir algo de leña para una fogata y pasto para una cama más o menos decente junto a las pieles que llevaba Chimuelo en una mochila.
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Con eso me basta
FanfictionPues... en un principio tenía pensado hacerlo un drabble, pero luego se me vino a la mente la historia que había pensado hace un tiempo y me dije "Esto encaja, así que, ¡Vamos a hacerla una historia!" Y pues ya ven :3 --------------- Hipo escapa. No...