Día Doce

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La primera vez que te vi no fue amor ah primera vista. Mi amor por ti se fue formando lentamente, tu personalidad, tu voz, tu cabello, tu sentido del humor, la manera en que me miras y sonríes, poco ah poco se me iba aclarando todo, eres lo que yo buscaba

•••

Era un día lluvioso, su madre había estado muy ocupada en el trabajo con una reunión de emergencia sobre la crisis qué atravesaba aquella empresa ya muy vieja, su padre murió en un accidente automovilístico cuando el apenas tenia dos años. Estaba solo bajo el techo de su escuela resguardandose de las gotas qué dejaban el cielo para entrellarse contra el pavimento y nutrir el suelo.

Suspiro frustrado por haber olvidado el paraguas que su mamá especificamente le había dejado sobre la mesa para no olvidarlo junto con su mochila. Respiro hondo regañandose mentalmente por lo que iba ah hacer, el siempre había sido un poco delicado en cuanto enfermedades se trataba, un poco de lluvia fácilmente podía dejarlo en cama durante una semana pero era mejor ah morir congelado y completamente solo, la escuela ya estaba cerrada, no tenia elección.

- Papi - desvío su mirada ah la puerta de su habitación, su pequeño hijo cargaba una manta entre sus pequeños dedos mientras con la otra tallaba sus ojos - no puedo dormir -

Magnus se levantó de la cama con una bella sonrisa en su rostro, estaba triste, devastado pero sus hijos eran la luz de su vida. - esta bien Máx, tú y Rafael pueden dormir conmigo, hay mucho espacio en mi cama - ambos dieron vuelta para ir ah la habitación de paredes azules y así poder llevarse ah Rafa con ellos, tenía sobre sus brazos ah Máx ya qué ah pesar de ser gemelos él siempre había sido más pequeño, tanto en edad como estatura, aunque es el menor por solo tres minutos.

Se rocosto con uno de ellos a cada lado, una de sus frías manos sobre el vientre ya algo voluminoso rosando las llenas de sus dedos con suavidad. Era raro, no haber notado el embarazo lo sorprendió mucho, apenas lo supo hace unas semanas pero el ya tenía 3 meses de embarazo. No era nada parecido al anterior.

Incluso Alexander ya no estaba ah su lado.

Aunque, él tampoco se había animado ah llamar, pero se lo dijo, ya no lo buscaría más.

- ¿Papá dejo de querernos? - la pregunta le sorprendió mucho - ¿Por eso se fue, ya no nos quiere? - Magnus respiro ondo acariciando la suave mejilla del pequeño

- Papá te ama - sus miradas estaban conectadas, los hermosos ojos azules de Máx estaban al borde del llanto y él lo entendía, le dolía tanto como ah él. Alec los había dejado por alguien más - nunca dudes del amor de papá. Ustedes dos son todo para él, te prometo que siempre te amara. -

Rafael también lloro luego de sus palabras, no iba ah dejar que sus bebés fueran dañados por algo como esto, ellos se merecían todo su amor.

Miró una vez más ah Máx, en especial esos ojos, le facinadan por qué era igual ah los de su ex esposo, en cambio Rafa tenia los ojos de su madre, eran de un café muy oscuro, abundante.

Encontró aquel rústico lugar unas cuadras más adelante, su cuerpo tiritaba y se encontraba empapado de pies ah cabeza, ni siquiera se detuvo ah pensar, solo entro como si ese mismo lugar lo llamara.

Entonces Alexander lo miro, lo vio tan hermoso, tan encantador.

Aquella belleza que Magnus emanaba al entrar había mareado ah Alec por completo. El aire dejo sus pulmones costandole respirar, las yemas de sus dedos picaban por deleitarse en aquella piel chocolatada, su cabello se veía suave y sus labios carnosos. Estaba mojado y tembloroso pero aun así el mayor quedo encantado con su apariencia.

Pero fue con el paso del tiempo, cuando todo cambio. Quizás fue cuando lo vio inhalar sobre las flores y los rayos del sol parecían querer iluminalo solo ah él oh aquella vez en la que cuido de él cuando se desmayo en su casa; tal vez fue la calidez de su alma oh su hermosa sonrisa; sus pucheros, su olor, su risa oh ese ceño fruncido que anhelaba besar cuando se enfadaba,  tal vez fueron su inocencia, valentía y lealtad.

No notó el momento exacto, pero Alec ya lo amaba con todo su corazón.

Existen momentos, en los que conoces ah una persona y te maravilla. Se adhiere ah ti como si fueran uno y se adentra en lo más profundo de tu corazón enamorandote, es muy similar ah quedarse dormido, tus ojos se van cerrando de una manera lenta y suave, despacio, poco ah poco... para después venir de golpe apagando por completo tus sentidos, adueñándose de ti. Cada latido y pensamiento comienza ah tener nombre y apellido, el oxígeno deja de hacer falta para ser reemplazado por su esencia, su perfume. La necesidad y el deseo se vuelven tus mejores amigos, comienzas ah enloquecer queriendo siempre más, todo se vuelve tentador. La felicidad te consume, tus sentidos son vulnerables dejándote solo las sensaciones, el amor embarga tu cuerpo, corazón y alma... comienzas ah sentirte, de alguna manera, realmente vivo.

Magnus Bane era el único chico que había causado eso en Alec. Magnus era el correcto, era el chico indicado para él, era la persona con la que debía pasar el resto de su vida. Él y solo él.

Que más quisiera Alec que tenerlo siempre ah su lado, lo admitía, admitía su error por completo, pero también sabía que ya era tarde.

•••

Solo queda el epílogo :(

Planes de divorcio - MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora