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P.d.V Blue

La mirada incrédula de Howl era bastante notable, sobretodo cuando me miraba fijamente con sus ojos azul vidrioso.

-Perdona, creo que no le he oído bien, ¿Puede repetir lo que ha dicho?

-He dicho: Mis disculpas por la intromisión...- No me dejó acabar, parecía que se estaba desesperando.

-No no, eso no, lo último, lo de que te debo un favor- Había empezado a caminar por la sala, notablemente nervioso. Parecía que estaba pensando en como escapar de la situación- Eso es imposible, no te había visto en mi vida...recordaría haber echo un trato con una joven tan bella...

Hice una mueca de asco que no me molesté en ocultar, no me era agradable escuchar palabras coquetas que provienen de...un mujeriego.

-Te ayudé con las cosas esas raras de la bruja del páramo- La mueca cambio a una sonrisa burlona, de esas que hacen irritar a las personas, relajando mi postura a una altanera.- Las ahuyenté cuando tú volabas junto a tu ratoncita gris.

Le dejé callado. Punto para mí.

-Suponiendo que te creo, eso lo hiciste porque quisiste. No te debo nada.- Su sonrisa, muy parecida a la mía, asomaba en su blanco rostro.

Hablé demasiado rápido. Punto para él.

Volvió a sentarse a la mesa, continuando su cena como si no estuviera. ¿Quieres guerra? La tendrás.

Con decisión me quito el sombrero para dejarlo encima de la mesa, al tiempo que me sentaba y agarraba un trozo de pan. No pensaba irme de aunque me echen a patadas.

Notaba la mirada del otro joven, posiblemente su aprendiz, por lo que sin rodeos levanto la mirada de la oscura madera de la mesa para mirarle.

La sorpresa de haber sido pillado fue bastante notable, casi sonrío satisfecha de haber provocado esa reacción.

-Hola, perdona por no haberme presentado antes.- Hablo después de tragar lo que comí.- Me conocen como Blue, un placer.

-Soy Michael, el ayudante de Howl. El placer es mio al conocerla.- Sonrío bastante alegre, parece ser uno de mis fans.- Y aquel es Calcifer, el demonio del fuego, es alguien especial pero seguro os lleváis bien.

Señaló la chimenea, en la cual había un fuego de llamas azules y verdes con vida propia, se notaba mucho por la cara que tenia. Asentí con la cabeza en señal de saludo, y observé el interior de la casa con algo de desagrado. Parece ser que era ella quien los obligaba a limpiar. Aunque mi mirada se detuvo en una guitarra olvidada en uno de los rincones.

-Calcifer, calienta el agua por favor.- La voz del teñido me sacó de mis pensamientos, provocando que le viese subir por las escaleras con aires de diva.

Sabiendo perfectamente que tardará horas en salir me levanto de la silla para agarrar la sartén mas limpia que hubiese, unas patatas y dos huevos. Todo esto bajo la mirada curiosa de Michael.

-¿Qué vas a hacer?- Me preguntó con una voz algo aniñada, colocándose a mi lado al verme colocar los elementos antes mencionados en la mesa.

-Voy a cocinar, no voy a comer solo un trozo de pan.- Empecé pelando las patatas con tranquilidad, conociéndome podría cortarme con el cuchillo si me distraía.

-Pero Howl es el único que puede hacer que Calcifer incline la cabeza.- Su cara expresaba confusión, sorpresa y algo de miedo, quizás por lo que dirá el mago Don Juan.

-Exacto, él es el único.- El fuego hizo énfasis en la ultima palabra. Le ignoré.

-Yo también tenia un demonio del fuego, se como tratarlo.- Las patatas ya estaban peladas y picadas, por lo que puse la sartén encima de Calcifer.- Déjame cocinar y te daré las cascaras de huevo.

Tiempo después estaba cenando mas contenta que una perdiz.

...

Era medianoche cuando Howl bajó por las escaleras igual de arreglado que siempre.

-¿Vas a buscar dragones? Porque dudo mucho que alguna chica este en la calle a estas horas.

Me ignoró, agarró la guitarra, abrió la puerta cuando la flecha del picaporte apuntó en la zona pintada de negro y salió por esta tan campante.

-¡Ja! Te ignoró.- La risa del demonio del fuego inundó la habitación.

-Ja ja, si no me dices no me entero capitán obvio.- Rodé los ojos con fastidio, el sarcasmo era palpable en la corta frase.

-Oye, acércate.

-¿Es necesario? Estas muy lejos.- Estaba recostada en el sillón de debajo de las escaleras, muy a gusto he de decir.

-Si.

Por su tono serio pensé que era importante, así que me levanté y me senté en la silla de enfrente a la chimenea.

-Dime que quieres.

-Traeme leña, que me apago.

-Y ¿para eso me haces levantar?- Agarro la madera para dejársela casi encima de su llameante cuerpo.

-No solo eso.- Me miró fijamente a los ojos una vez se hubo acomodado.- He notado que tienes una maldición, si me ayudas con la mía yo te ayudaré con la tuya.

Tres segundos. Tres segundos duró el silencio, después me reí.

-Si, tengo una maldición, pero se como eliminarla. Mejor será que esperes a la siguiente.

Tras soltar la indirecta volví al sillón a dormir, si no me equivocaba mañana sería un día muy agitado.

...

-Blue...despierte...

Abrí los ojos, notando una mancha naranja que me zarandeaba.

-Ya, ya estoy despierta, Michael.- Me levanté, dejando la manta que no recuerdo haber agarrado la noche anterior a un lado.-Calcifer, calienta el agua por favor.

No esperé una respuesta, simplemente subí las escaleras en dirección al baño.

Y pues...ya saben lo que una persona hace en un baño, aunque tuve que limpiar un poco por lo asquerosa que estaba la bañera.

Dos horas después estaba vestida de forma sencilla (multimedia) para dar una vuelta por los alrededores del castillo.

Bajé a la sala a paso tranquilo, allí agarré un trozo de pan y de queso, lo metí en una bolsa de papel y fui a la puerta.

-Hasta luego Michael y Calcifer, vuelvo en un rato. Y no te alejes mucho, por favor.

La flecha del picaporte apuntó a la zona verde y nada más salir respiré el aire fresco de las colinas.

-Bien, vamos a hacer algunas chimichangas.

Empecé a correr, con la bolsa pegada al pecho colina abajo, buscando con la mirada a... Ajá, allí está.

-Disculpe señora, ¿necesita ayuda?

•||La bailarina ambulante||• El Castillo AmbulanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora