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Chaeyoung


Respirar el aire de Corea en otoño me traía recuerdos.

Recuerdos que me hacían querer vomitar.

Intentaba pensar en una manera de salir de la aglomeración que se formaba alrededor de Yoohyeon y yo. No pensé que en Corea seríamos tan conocidas. Había decidido venir sin guardaespaldas porque estos le contarían a mamá de mis planes y la información llegaría al señor que me dió la vida, verdaderamente no lo quiero ver. Pero también correría el riesgo de que Jimin se entere que estoy aquí. No, no podía venir con guardaespaldas.

Permiso, por favor. —pedí haciendo esfuerzos sobrehumanos para no abrir mi bocota. Miré a Yoohyeon en busca de ayuda, sabía que si decía algo más lo terminaría arruinando todo.

Con todo el debido respeto que ustedes se merecen, les pedimos que se aparten un poco, vamos tarde a una reunión. Gracias. —no me sorprendí por como dijo aquello, si por algo se caracterizaba mi amiga era por ser paciente y tener autocontrol, cosas que por cierto yo no tenía.

Después de haber tocado a Dios salir vivas de aquel aeropuerto fuimos al taxi que habíamos pedido, ya casi se iba por nuestra demora pero Yoohyeon sacó sus dotes de chica persuasiva y nos dejó entrar. Vi como la multitud que creí que nos ahogaría se alejaba a medida que el vehículo avanzaba y sentí nervios. En mi cabeza estaban los planes de mi dulce venganza pero ahora venía la parte más difícil, llevarlo a cabo. Si las cosas no salían bien mi madre y mi primogénito se enterarían de todo y podría entrar a la cárcel. Lo primero era lo de menos, me valía medio rábano lo que ellos hicieran o dejaran de hacer pero el mero hecho de pensar que estaría encerrada en una celda por vete tú a saber cuántos años me hacía tener escalofríos.

Pero ni eso me detendría.

Porque seguía dolida.

¿No te parece que el apartamento es un poco grande para sólo dos personas? —cierto, el lugar lo había comprado el Sábado por la noche online, estaba apurada así que escogí el primero que encontré. Preferí comprarlo a arrendarlo, creí que me ahorraría problemas.

¿Quién dibo que seríamos sólo nosotras dos? —alcé una ceja con una sonrisa mientras el rostro de Yoohyeon poco a poco pasó a ser uno de confusión a uno de alegría.

Ya había llegado.

¡June! —en menos de un abrir y cerrar de ojos ya la de pelo grisáceo se encontraba envuelta en los musculosos brazos de su novio. Me pareció tan conmovedor el momento que preferí no hacer ni decir nada estúpido, sabía cuanto se querían esos dos así que tampoco puse pegas cuando empezaron a darse besos.

De repente el momento se volvió incómodo cuando vi sus intenciones.

Por favor, déjenme terminar de hablar y después hacen sus cositas, ¿si? —ambos me fulminaron con la mirada intentando esconder su sonrojo. Simplemente sonreí para luego proseguir—. Bueno, June no está aquí solamente por ti, Yoohyeon.

Y... ¿entonces por quién? —nos observó a los dos alternativamente. Me aclaré la garganta para decirle algo que seguramente me iba a traer un gran sermón.

La pregunta debería ser ¿para qué?. —su ceño se frunció y supe que ya estaba sospechando—. June me ayudará con ellos.

Lo presentí. —se limitó a decir luego de un suspiro. Se sentó en uno de los sillones del lugar -el apartamento venía amueblado- y ocultó su cabeza en sus manos.

I'm back » RosekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora