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[Estas a punto de comenzar a leer el segundo libro de Juro Quererte; si aún no has leído la primera parte, te invito a hacerlo antes de comenzar]

(...)

Lim Sejeong se encontraba caminando hacia su trabajo, uno de varios, en la cafetería. Una enorme sonrisa adornaba su rostro; hoy sería un gran día.

Se adentró al establecimiento y saludó a sus compañeros de turno, se colocó tras la barra y puso su bolsa en su lugar, tomó el delantal con su nombre y se lo amarró tras el cuello y tras su cintura.

—¿Alguien está atendiendo? —preguntó tímidamente un joven.

—Buenos días. —Lim se acercó a la barra. —¿Que va a querer?

—Oh, buenos días. —había olvidado sus modales. —Quisiera un té helado, por favor.

—¿A nombre de quien pongo la orden? —le dedicó una sonrisa.

—Jung, sólo Jung. —pidió.

—Bien, serían dos dólares con veinticinco centavos, Jung. —informó ella.

Él entregó el dinero y esperó su cambio.

—Muchas gracias. —respondió al recibir el cambio.

—Su orden estará en un momento y será entregada al final de la barra. —asintió. —Siguiente.

Su turno en el café se trataba, principalmente, de atender la caja y limpiar las mesas mientras sus otros dos compañeros de turno se encargaban de hacer las bebidas. De vez en cuando, sus compañeros se encargaban de las mesas y ella de preparar las bebidas, pero ella era la única buena con los números así que sólo Sejeong se encargaba de la caja.

—Sejeong, ¿cómo está tu mamá? —preguntó Sungchan, uno de sus compañeros.

—Ella esta bien. —respondió con una sonrisa. —El sábado iremos al hospital para que se haga los estudios y podamos saber qué es lo qué pasa.

—¿No había un evento de caridad el fin de semana? —recordó. —Creí que tu mamá trabajaría.

—El evento es el domingo. —asintió. —Por ello quería hacerse los estudios el sábado.

—¿No trabajas en el cine el sábado?

—Haremos los estudios por la mañana, pedí un permiso en la pastelería así que no habrá problema. —asintió. —Y, el domingo, iré a trabajar al restaurante en el turno de la mañana para ir al evento con mi mamá.

—No entiendo como sigues viva. —confesó. —Entre el café, la pastelería, el cine, el restaurante, el centro comercial y el trabajo con tu mamá, ¿cómo lo haces?

—Con mucha organización y pocas horas de sueño. —soltó una leve risa.

—Deberían dejar de hablar tanto y ponerse a trabajar. —dijo Haneul, su otra compañera. —Parece que soy la única que trabaja aquí.

—No hay clientes, deja de ser tan amargada. —respondió Sungchan.

—¿Y ellos que son? —miró hacia la puerta.

Sejeong volvió a la caja y le dedicó una sonrisa al grupo de estudiantes que acababa de llegar.

—Buenas tardes, ¿que van a ordenar? —preguntó, aún manteniendo su sonrisa.

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—¡Todos están fuera de tiempo! —exclamó en un tono molesto. —Sé que son trece personas, pero no puede ser posible que, siendo tantos, ninguno vaya en tiempo,

Juro Quererte... Siempre [Hansol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora