Yo.

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Nací un 7 de Mayo del año 1996, chico de ojos verdes, blanco, mediano y cabello rubio, siempre quise poseer la habilidad de tener todo en mis manos y cuando no lo conseguía hacía la más mínima cosa para obtenerlo. Quizás ahora estés pensando que soy egoísta o ególatra, la mayoría de las personas siempre tienden a darse esa imagen sobre mi a primera vista.
Desde los 7 años la primera mujer en romperme el corazón fue mi madre, ella prácticamente no llevaba ese título de progenitora en mi vida, mamá nos dejaba solos a mi y a mis hermanos mientras ella se daba la gran vida con papá en diferentes países, nunca supe que era ese amor, jamás recibí ese tipo de amor y es por eso que nunca lo doy o entrego mis sentimientos a nadie, y mucho menos a una mujer.
Las mujeres en mi vida se habían vuelto un síntoma de desahogo, aquella imagen que solo servía para volverme loco una noche y al día siguiente el sentimiento de ira hacia ellas regresaba, muchas veces quise reprimir ese sentimiento, pero siempre he pensado que nadie me hará cambiar de opinión, siempre he dicho "Ellas solo rompen corazones" es mi filosofía de vida y temía en lo más profundo de mi ser volver a ser lastimado de esa forma o incluso mucho peor.
Soy alguien bastante peculiar, soy el típico tipo que va a fiestas, se droga hasta perder la conciencia, pierde su dinero en carreras y siempre se mete en problemas, pero nadie lo sabía, en casa era el chico bueno con la aureola encima de su cabeza, aquel chico que no mataba una mosca pero tenía problemas con personas mucho más grandes que estás.
Y es que desde los 9 años me he sentido completamente solo, y he querido llenar ese vacío con cosas que tengo presente y me hacen daño, las cicatrices en mis muslos siempre me recuerdan a esa época donde desgastaba mi ira en ellas, como si ellas fuera las culpables de como me sentía. Mirada triste, era aquel niño de ojos verdes con mirada triste, emociones caídas y con un caos en la vida.
No creía en nadie, tenía pocas personas cerca de mi, pero nadie se acercaba jamás a tocar la lava que llevo dentro, porque todos temían quemarse o quizás era yo quien no permitía que entraran a mi vida, por miedo a ser lastimado.

El Dolor al unir las constelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora