Capitulo 2

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Eran finales de verano tenía que volver a clases, las cortas vacaciones de esta época se habían acabado, fueron como un relámpago en el cielo y a pesar de tener casi 2 meses fuera de estudios sentí que no alcancé hacer nada.
No había vuelto a ver aquella chica de la inducción, en cierta parte sentí alivio, porque sin justa causa y sin ni siquiera conocerla causó tantos efectos en mi, nadie jamás en la vida lo había ocasionado, quizás fue un efecto mariposa que creo con ella una oruga encerrada dentro de un caparazón y de la nada nació y solo se fue, es que ¡joder! La recuerdo y mi corazón de acelera como si ella supiera algo de mi, como si fuera el puto destino avisándome que algo mal llevaba aquella chica, —Déjalo pasar, solo es alguien más, una persona que no te conoce y jamás lo hará, déjala ir, céntrate en tus cosas, me repetía mil veces en mi cabeza.
Llegue a la primera clase, en la universidad era muy común recibir a las personas nuevas con gran emoción, pues veías nuevas caras, nuevas tetas, nuevos culos y nuevas personas por conocer, me senté en unas de las gradas con mis amigos, cada nuevo semestre nos colocábamos en el mismo lugar a contemplar el espectáculo y analizar el nuevo esquema de chicas.
Me encontraba en la esquina derecha de ellos, con la mirada perdida pero un pequeño golpe en la cabeza me hizo despertar.
—Despierta, Dru y observa a esas nenas que están allá, dijo Bryan señalando la parte baja de nuestras gradas, ahí estaba ella, aquella chica que me acelero el corazón sin mirarme, estaba ahí, con su cabello suelto, riendo a carcajadas con otras chicas, era perfecta...
—Joder, Joder, Joder, Joder, dije en voz baja y por desgracia un amigo me escuchó.
—¿Sucede algo, Dru? ¿No me digas que le temes a la peli roja?, dijo entre risas
—Te retó a que le hables, pero mejor hagámoslo interesante, te apuesto 50 dólares a que no puedes sacarle su número de teléfono.
—Sabes que con solo mirarlas ya caen rendidas a mis pies, dije ocultado el nerviosismo.
Baje las gradas velozmente y me acerqué al grupo de chicas, mis manos sudaban, el corazón me latida a más de 120 latidos por minutos, llegue donde estaba ella, le sonreí y de la nada su expresión cambió de ser divertida a incómoda, me miró con gran desprecio y confundida.
—Hola, dije.
—Hola...
—¿Sabías que las estrellas te ayudan a unir nuevas constelaciones?
Alzó una ceja y miró a una de sus amigas, quizás pensó que era un gran cumplido, pero no fue así, una carcajada salió de su boca y en ese momento quería que la misma tierra me desapareciera de ese lugar.
—¿Acaso eres Astrónomo? Lo siento pero esta estrella te ha estrellado, alzo su dedo e hizo una seña de victoria.
—Mira, seré directo, he hecho una apuesta con mis amigos, ¿Me regalarías tu número? no quiero quedar como un zapato delante de todos, sentía como mis orejas se colocaban rojas y calientes de la vergüenza que sentía en ese puto momento.
—Lo siento, pero no, no soy un juego para que apuesten conmigo, así que date la vuelta y regresa justamente por donde llegaste... ah por cierto ¿Eso usas con todas?, así que para la próxima ingéniatelas mejor, no soy de esas que caen con palabritas bonitas.
Me lleve la mano a la barba y me la acaricié desesperado y lleno de rabia, jamás me habían rechazado así, ninguna chica se había negado a nada y mucho menos hablarme de esa manera, sentí como el odio hacia ella me abundaba, así que regresé donde mis amigos, aquellos me esperaban con ansías por saber mi resultado.
—¿Pudiste?, dijo Bryan.
—No, esa niña me hizo quedar mal delante de todos, jamás me habían tratado de tal manera.
—Jajajaja ¿Que pasó con el irresistible Dru? Por fin una nena te salió general, eh.
—Da igual, no voy a ponerme a lloriquear por una niñita, hay muchas más al rededor, no es la única que queda.
Sentía como la furia se encontraba en mis ojos, comencé a odiarla en cuestión de segundos, quizás era porque siempre consigo lo que quiero o quizás porque por fin alguien me puso en su lugar, no lo sé, pero como en todo del odio al amor siempre hay un solo paso, yo solo quería que ese paso estuviera lejos, muy lejos de mi, porque cuando algo se me hace imposible es lo que la vida mas me pone a desear.

El Dolor al unir las constelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora