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Abrí el congelador y lo miré de arriba a abajo en busca del hielo médico de Tyler. Arriba, había una servilleta de papel arrugada, tiesa como perro muerto y destilando aire helado.

-Tyler, ¿qué rayos hace esto aquí?-se la tiré en la cara.

-Ba, biba...-decía, y la verdad es que no le entendía ni una sola palabra, bueno, ¿cómo se suponía que debía entender a Tyler con una paleta en la boca y a medio camino?

-¿Cómo dices?

-Que la dejé ahí cuando fui por el hielo, es la servilleta de esto-me topó el helado en toda la cara, me la untó toda, el asqueroso-iba a quitarla por mi cuenta, pero no puedo andar en un pie todo el tiempo.

-Ni tampoco tendrías que andar como canguro todo el tiempo. O, por lo menos, en los conciertos, que es donde te agarra feo-le respondí severo y enarqué las cejas. Mis cejas café. No hacían juego con el tiente amarillo. Pero Tyler me obligaba a usarlo y no me decía muy bien el porqué, aunque nunca me quejé. Me gustaba. Me veía como vendedora del mercado pero me gustaba-.

-Josh, ven acá-me vio con una sonrisa impecable y hermosa. Caí en su juego del demonio de poner esa sonrisa irresistible y me senté a su lado en el sofá del hotel-.

Quién iba a decir que todo empazaría por su tobillo.

-¿Tú sabes... por qué somos mejores amigos?-dubitó con ambas manos masajeando su tobillo.

-Dime porqué.

-Porque siempre andas cuidándome la espalda... o los tobillos... cómo sea-volvió a sonreír, quizás quería enamorarme, no lo sé-. Desde que el tonto de Chris te dejó en mi puerta estás cuidándome, ¿lo recuerdas? Ese día casi me cae mi estante encima.

-Te cuido siempre, tonto. Que te dejes cuidar es otro asunto.

Le sonreí. No sé si Tyler veía mi sonrisa como yo veía la suya, pero puedo decir que le encantaba.

-Eso, que me deje cuidar es otro usunto-repitió-.

No me gustaba llevarle la contraria a Tyler en nada. Y a decir verdad, jamás tenía que. Porque en todo concordábamos. En lo único en lo que no lo hacíamos era cuando salíamos con otras personas. Si yo salía con Brendon, él se ponía como mujer desquiciada y se hacía la creída. Y yo no le decía nada cuando salía con Dallon sin mí. Porque también se ponía como mujer, ash. Nadie nunca hablaba de eso y a ninguno nos hacía falta hablarlo. Eran obvios los celos.

Y siempre me gustó que me celara.

Tyler llevaba semanas con el tobillo lesionado. Tanto, que si mirabas la habitación de cada hotel en el que nos hospedábamos habían malditas bolsas de hielo médico y medicinas. Y al fondo de la gaveta había un marihuanol que mi madre le había dado a él. Loca.

Él no sabía que yo escuchaba como se quejaba del dolor todo el tiempo y constaté que por llorón fue una de las razones por las que dejó el basquétbol. De todas formas no es como si yo quisiere que jugare, ¿se imaginan a Tyler jugando en vez de cantar? No es algo que quisiera ver. Jenna sabía también que él se quejaba y por esa razón le hacía reventar de comida y galguras. Diría que Tyler es un llorón. Pero no creo que joderse el tobillo cada vez que saltaba del piano fuera muy divertido.

Me puse a levantar el tiradero de cosas que había en la sala. Sí, las medicinas, las compresas, el hielo y cómo no, el marihuanol. A simple vista se ve que son demasiadas cosas para un tobillo, pero Ty es una estrella. Es obvio que debe cuidarse. Y no solo de salud, sino también de las chicas que le agarran de los Jeans y se los llevan a casa a hacer cosas extrañas con él.

Not Friends Anymore [ Twenty Øne pilots ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora