Los Cuatro Dioses

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  • Dedicado a Madeleine Revillod
                                    

Van llegó a nosotros cuando Kana ya había relatado todo lo ocurrido hace más de cincuenta años. Al saber lo que había ocurrido entre ellos, fue mucho más fácil entender el comportamiento del joven Dios. Van era bastante consecuente con cada una de sus palabras ahora, y al parecer había dejado su actuación por alguna razón. No se limitaba a lanzar miradas de odio a Kana  de vez en cuando. La joven Vangelis solía acurrucarse y llorar cada vez que Van la miraba con ojos de asesino. Ya habían pasado casi diez días desde que nos habíamos encontramos con ella, y en todo ese tiempo Van no le prestaba el mínimo de atención. La única oportunidad en donde cruzaban palabras era durante las mañanas en donde el Dios de las Llamas le preguntaba a la capitana Vangelis cómo se sentía o bien si le dolía algo. En esos momentos, el rostro de Kana se iluminaba y la bella muchacha le sonreía a Van, quizás esperando cualquier gesto de cariño o caricia, sin embargo el Dios desviaba la vista luego de obtener una respuesta.

- Al parecer la “Rosa Gélida” se ha derretido- Habló Van mirando a Kana, quién le respondió con un gesto coqueto. Sin embargo, el gesto fue respondido con una mirada llena de ira. La muchacha de cabellera rubia decidió bajar la cabeza.

- ¿Qué  es eso de “Rosa Gélida”? – pregunté como un idiota, mi acompañante me contestó con mucha paciencia, tal como lo hacía siempre.

- Es una habilidad del Dios de la Escarcha, sirve para controlar a algunas personas o Vangelis, si la Rosa se derrite, el ser, ya sea humano o Vangelis, no podrá ser afectado otra vez con este hechizo. Deja algunas secuelas, por eso le pregunto a Kana si se siente bien.- Entonces comprendí la razón del actuar de Van, él debía romper aquel hechizo que tenía control sobre Kana. Fue de este hechizo del que habló cuando cruzamos palabras por primera vez. Confundiendo el corazón de la muchacha Vangelis debió serle más fácil acabar con esa maldición. Entonces todo encajó, entendí el porqué de su actuar, todo era para confundirla, hacer que su corazón comenzará a dudar- Cuando estudié en el Santuario de la Llama, me enseñaron muchas cosas, pero una  con más énfasis: matar a los Dioses menores, quienes negaron ser hijos de la Madre Luz y el Padre Vacio-  Van tenía tono de profesor y hablaba seriamente, hasta que Kana se levantó de su rústico asiento, antes su propia armadura-

- Van, yo no quiero que le hagas daño a nadie, ni siquiera a Alastor, él es bueno  aunque no lo creas, yo he estado con el mucho más tiempo que contigo y lo conozco muy bien- Habló un poco autoritaria.

- Tú no tienes derecho a hablar, Vangelis-

- Vamos, no porqué seas Dios lo sabes todo- Kana se enfureció, avanzando hacia Van de manera desafiante.

- Tú no sabes lo que yo sé y lo que he tenido hacer por tu culpa, silencio- exclamó Van  elevando la voz, y, envolviendo uno de sus brazos en llamas, amenazó a Kana, quien no retrocedió un centímetro, la situación se tornó algo densa. Kana, decidida, en vez de retroceder se le aproximó aún más a Van.  Ambos murmuraron un tiempo hasta que el fuego que envolvía a Van se extinguió. Cuando estaban uno muy cerca del otro, dejaron de murmurar, se miraron fijamente. Kana tomó la mano de Van y todo indicaba que iban a besarse. Se miraban embobados y  cuando finalmente se  tomaron ambas manos y faltaba muy poco para que sus labios se encontrasen, el Dios de las Llamas despabiló, separándose bruscamente de Kana.

- Alastor aquí y allá, el inició la guerra en donde han muerto muchos de los nuestros. El despertó a los Káisers de este mundo, usándolos como excusa para poder venir a buscar algo- Kana bajó la mirada- Casi caigo en tus engaños otra vez- Van pateó enérgicamente una roca colosal haciéndola trizas sin el mínimo esfuerzo, Kana retrocedió, esta vez fue intimidada por aquella demostración de fuerza.

- Pero, yo te amo a ti, no a Alastor. Creía que ya lo entendías. No estoy casada con él, soy libre, Van. Podemos estar juntos- Habló un poco temblorosa

Bajo el Ardiente CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora