IVX. Transcontinental

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Cuando no tenía nada, deseé; cuando todo era ausencia, esperé; cuando tuve frío, temblé; cuando tuve coraje, llamé

Una semana había pasado desde que Lali había aterrizado en Madrid luego de su estancia en Argentina. Habían surgido distintas propuestas de trabajo en su país natal que debería evaluar después de terminar los compromisos que ya tenía en España. 
Luego de dejar sus valijas para que una de sus asistentes desempacara y lavara lo que correspondía, preparó unos mates y se puso a revisar unos paquetes que le habían llegado. La mayoría eran regalos de marcas que, anotó en su lista mental, agradecería luego en las redes sociales. Uno le llamó particularmente la atención. Era rectangular y tenía una sencilla envoltura. Al abrirlo se encontró con una foto de ella junto a Peter a los veinte y veintidos años, respectivamente, abrazados. La fotografía estaba enmarcada y de ella colgaba un post-it amarillo.

"No por miedo a errar, vas a dejar de jugar. Lo dice tu película favorita. Te amo, Lalo. Euge"

Suspiró y observó en detalle esa fotografía. Estaban en Aegina, una pequeña isla griega a la que habían decidido ir solo una noche y que los había maravillado. Se habían tomado aquella foto en el puerto, donde todo era la inmensidad del mar. Recordó que después cenaron en un restaurante típicamente griego, que compartieron un yogurt con miel de postre. Que durmieron abrazados después de haber hecho el amor y que habían resumido aquella noche, como una mágica. 
Dejó el portarretrato en su mesita de luz. Miró su teléfono y abrió su conversación de whatsapp. Leyó lo último que se habían escrito, sonrió. Pautaban un encuentro furtivo antes de que subiera al avión y se fuera. No lo habían concretado. 
No escribió nada, pero luego de pensarlo un minuto, apretó el teléfono que indicaba el inicio de una conversación telefónica. 

-Hola -le dijo después de escuchar su voz- Soy Lali

-Ya lo sé, ¿Cómo estás, La?

-Estoy en mi casa... en Madrid, hace una semana que estoy acá -suspiró, él permaneció en silencio- Hace una semana que estoy acá, trabajando a full, en el estudio, haciendo notas, shootings, trabajando con mi cápsula de ropa, preparando giras, haciendo música nueva, haciendo un par de shows...

-¿Y qué pasa?

-Pasa que no puedo dejar de pensar en vos -dijo después de un rato. Él sintió como el corazón latía más rápido- y sé que es una locura pero te estoy llamando

-¿Y por qué me estás llamando?

-Porque necesito verte, Peter 

-Lali... -dijo después y la escuchó suspirar- yo estoy trabajando un montón, jugando al fútbol tres veces por semana porque ya estaba echando un poco de panza -la escuchó reír ínfima y se le infló el pecho- hace unos días entregué la tesis del doctorado... Y tampoco dejo de pensar en vos -dijo después- y yo la tengo más complicada porque en cada canal de televisión que pongo, en cada diario que abro, aparece una nota tuya, por más chiquita que sea ahí estás, y me cuentan cómo te estás comiendo el mundo con tu talento y yo acá, extrañándote... Es complicado lo nuestro, ¿No te parece?

Pero ella no dijo nada y él permaneció en silencio; porque si bien algunas cosas habían cambiado, algunas otras estaban en su más profunda esencia, y él sabía que cuando ella no hablaba, en realidad estaba pensando, estaba conversando consigo misma algún plan, formulando alguna idea o, simplemente, no sabía qué decir o cómo hacerlo.

-Veni a España -pero eso lo descolocó- ¿Tenes vacaciones, no? Veni a verme, veni a conocer mi mundo -y aguardó en silencio- Peter... veni a verme -sonrió sola hacia la nada y aguardó en silencio la respuesta. 

LO QUE PERDIMOS CUANDO NOS PERDIMOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora