Capitulo 6: Primer dia de clases

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Fue dado de alta del hospital y a Sharon no se le ocurrió mejor idea que inscribirlo en la escuela primaria de Beika y dejarlo bajo 'cuidado' de Conan en la escuela, principalmente para que el albino no hiciera lago imprudente, pero había un gran problema; Ai Haibara, le reconocería con tan solo verlo.

Entro a clases el albino detrás de la maestra, su rostro no mostraba signos de felicidad, su mochila no era la típica color café, era color verde, seguramente esa mujer la había comprado. Algo que llamó su atención fue el rostro de Haibara, quien se sorprendió y pareció temblar.

El albino se colocó frente a la clase.

—Buenos días, les presento a su nuevo compañero de clases, su nombre es Tairoku Viyenard, cuiden de él—. Al decir esto, la maestra le palmeó la espalda para que se inclinará en forma de saludo, pero el menor no lo hizo. —Viyenard, tienes que inclinarte—. Susurro.

—¿Cuidar de mi? No necesito tal tontería. ¿Donde está mi asiento?—. Respondió de manera neutra, su voz no reflejaba emoción alguna, tanto que parecía monótona.

La maestra le señaló el asiento y el se fue a sentar. Todos comenzaron a murmurar mal del albino y otros decían lo lindo que parecía.

—Tu mamá nos dijo, que no sueles expresarte y actúas con madurez, que tampoco sabes socializar. ¡Así que por favor, todos se han amables con él!—. Exclamó la maestra llena de entusiasmo, aunque no había tenido un niño así en su clase. El chico solo levantó su rostro.

—Esa mujer dice cosas imprudentes—.  Susurro para sí mismo. De su mochila saco un juego y comenzó a jugar ignorando la clase de la maestra.

La maestra entendía que el chico se sintiera como un extraño, pues entrar en pleno ciclo escolar avanzado no era fácil, pero el chico parecía ser listo, pronto tendría que exigirle que cumpliera con el reglamento, bien podían vestir de cualquier manera y la mochila no era obligatoria ser café, sin embargo el usar un vídeo juego en clase y el cabello largo en varón no era permitido.

En el receso Haibara halo a Conan para hablar con él, su rostro mostraba pánico, fue bueno que se haya contenido en el salón o viera asustado a los demás niños.

—¿Qué hace el aquí?.

Se apresuró a cuestionar, su voz temblaba, Conan paso saliva, sabiendo lo mucho que debía sufrir al ver al asesino de su hermana.

—Como había dicho por teléfono, encogió por el veneno y...

—¿¡Pero porque está aquí!?—. Grito fuertemente. Conan se sorprendió y eso llamó la atención del asesino, los niños temieron ante el grito de su mejor amiga.

—No lo sé, Vermouth lo inscribió aquí—. Le dijo Conan, colocó sus manos en los hombros de la chica, la cual lo abrazo y comenzó a llorar temblando.

Ella estaba entrando en pánico, la consoló con ese abrazo y le susurro que todo estaría bien, ella se separo y le miró a los ojos. Por alguna razón el ver aquella escena el albino sintió un dolor en el pecho. Nunca entendería aquellos dolores, probablemente lo haría cuando terminara rompiéndose nuevamente.

—El nos ayudará a acabar con la organización... A cambio de...—. Haibara lo miro con la esperanza que continuará, aunque no confiaba en el asesino, confiaba que el detective la protegería. —-A cambio de su propia muerte—. Conan trago saliva y miro al albino de lejos, vio como este los observaba.

—¿Le crees?—. Cuestionó Haibara, limpiandose los ojos.

—Si, porque sus enfermedades de infante volvieron y me dijo que cuando era pequeño tuvo una enfermedad mortal. En este tiempo se niega a recibir un tratamiento de nuevo y quiere que lo ayude a no recibirlo.

Apretó sus manos, formando puños, hasta que sus nudillos se pusieran blanco, bajo su mirada viendo el pasto, que parecía más interesante. La científica sabía que lo que menos le gustaba al detective era ver morir a la gente, sabiendo que podía hacer algo y aunque lo hubiera prometido ella sabía que él no cumpliría su palabra por tan solo salvar una vida aunque fuese un criminal, pero aún así, ella se alegraba que el que mato a su hermana pagara con su vida.

Conan sonrió y le hizo una seña de que fuera con los demás, avanzaron hasta llegar a la liga juvenil de detectives. Quienes estaban viendo el video juego del albino, ellos observaban y gritaban lo que debía hacer, más él solo se limitaba a ignorarlos y seguir jugando mientras observaba al detective y la científica, quien no levantaba el rostro.

—Que bueno que vienes, llévate a tus críos de aquí—. Ordenó el albino dejando aún lado su juego. Conan sacudió la cabeza. Un solo nuevamente invadió su pecho, más decidió ignorarlo. —No me dejan jugar—. Se quejó.

—¿Tairoku, cierto? Deberías disfrutar por lo menos esta vez tu infancia.—. Conan sonrió viendo como los niños asentían con la cabeza lo dicho por Conan. Tairoku miro a la joven científica y después a Conan.

—Tienes razón—. Respondió. Se dirigió al pequeño detective y le dio su videojuego. —Puedes jugar, yo iré a la biblioteca a leer libros infantiles—. Advirtió, los niños lo iban a seguir así que se detuvo. —-Y no quiero mocosos conmigo—-. Miro de reojo a los niños mientras metía sus manos a su short y se dirigía a la biblioteca escolar.

—Pero íbamos a decirle que no puede pasar sin su credencial escolar—. Se quejó Ayumi.

Conan le dedicó una sonrisa a la niña del club de detectives, mientras después poso su vista en Haibara, ella miro como se había ido el albino, le causo curiosidad y siempre lo hizo, esa mirada vacía y muerta, reflejaba a alguien que había sufrido mucho, y ella sabía que era un miembro joven de la organización, un joven con una gran mente, que el jefe había hecho lo posible para tenerlo a su lado porque temía que se convirtiera en su enemigo

Conan comenzó a caminar con dirección a la biblioteca al igual los niños, el asesino estaba hablando con la encargada de la biblioteca escolar, río al ver que el albino no podía pasar a la biblioteca por carecer de credencial escolar, se acercó a él y le tomo del hombro, pudo ver un puchero en el rostro del albino, si trataba de chantajear a la encargada iba a ser imposible, ya que sus ojos demostraban frialdad. Al darse cuenta el albino miro a Conan y lo abrazo.

—¡La hermana mayor es mala!—. Exclamo fingiendo inocencia, aunque su actuación de voz no era malo, su rostro angelical demostraba lo neutro que estaba.

—Señorita Misaki, ¿Puede prestarme un cuento? Mañana se lo devolveré—. Sonrió Conan. La mujer asintió y dejó pasar al detective junto con el albino nada más, ya que supo que el cuento de lo daría al albino.

Cuando entraron y lograron desaparecer de la vista de la encargada Gin suspiro y soltó a Conan.

—Nunca lo haré—. Susurro para sí mismo y comenzó a buscar un cuento.

—Mas te vale, es incómodo ser abrazado por la persona que trato de matarme—. Respondió Conan mirando los libros.

Dolor: Nuevamente un dolor en el pecho lo invadió.
¿Porqué le dolía tanto el corazón? Sin duda aunque sea humano jamás lograría comprender los sentimientos.

Silver BulletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora