II

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Sin recato alguno, Trish y Lady concordaban en que era surrealista ver a ese par tan... unido, luego de todo lo que habían pasado por culpa de Vergil. Desde tener que vivir en una ciudad hecha pedazos, hasta ser tragadas por demonios que usaron sus fuerzas para atacar a Nero y Dante. A eso le incluíamos recibir palizas que no debieron ni existir en el haber de ambas.

Lo bueno era que Lady no era buena "guardando rencores".

Y ya que tocaba el tema del pasado.

Por lo que Lady sabía, aquella encarnación humana presentada como V había sido la mitad humana de Vergil que fue arrancada del demonio para deshacerse de su "lado débil". En el poco tiempo que existió, V admitía sus errores y lo estúpido que había sido en su constante búsqueda de poder; cosa que se agradecía.

Desde que por primera vez Vergil hundió por completo la ciudad en el caos cuando abrió estúpidamente el Temen-ni-Gru, Lady supo que al sujeto le faltaban varios tornillos en su cabeza. Sin embargo no se había hecho de un parámetro completo hasta que se enteró por el pobre Nero que el idiota que tenía como padre ni siquiera sabía de su existencia... y que no le había importado mucho realmente cuando lo supo.

Además de que el infeliz le cortó sin piedad un maldito brazo a su propio hijo y ni siquiera fue para disculparse en su regreso.

Sólo por eso, Lady palmeó el hombro de Nero felicitándole por haberle dado una paliza a Vergil antes de que éste se fuese con Dante a arreglar su último, descomunal desastre.

También le conmovía mucho que Nero guardase muy bien el libro que su padre le pidió que cuidase antes de irse.

»Debo decir que ya me hice a la idea de que esta familia está irremediablemente torcida y no hay suficiente poder demoníaco en el mundo que me salve de ella. A veces extraño la época en la que no sabía toda la mierda que sé ahora, pero luego recuerdo que no todo ha sido malo y vivo más o menos bien con ello —decía Nero resignado a no recibir palmaditas en la espalda por parte de su tío, ni un abrazo por parte de su padre. Sólo puñetazos en la cara y patadas a su orgullo.

Fue una sorpresa cuando de pronto Trish y ella recibieron una llamada de Dante diciendo que "ya estaban de regreso" en el local y quería verlas.

Nero y sus amiguitas también estuvieron ahí cuando todo el equipo se volvió a reencontrar, Dante (con su ropa hecha harapos) se puso de quejica con lo polvoso que se veía su amadísimo hogar pero poco después Trish no dudó en mandarlo a callar y sacar a colación que había sido él quien las había "botado" a ambas de ahí para que no se quedasen con su basura de espacio.

Luego la mujer demonio lo golpeó en la cara por llamarlas "perras". Dante tuvo que soportar un segundo golpe por parte de Lady ya que Trish sin quererlo ni saberlo, le recordó ese detalle a su amiga.

Pegarle en la cara a Dante era más fácil y mucho más satisfactorio que siquiera intentar pegarle a Vergil, quien durante todo el tiempo estuvo esquivando la mirada de Nero y básicamente las de todos los presentes.

Receloso y preparado para huir, junto como un gato callejero amargado rodeado de perros saltarines.

Daba risa lo mucho que Nero se parecía a ambos gemelos. Tan excéntrico y arriesgado como Dante, pero a veces tan siniestro como Vergil; aun así, el muchacho era sumamente más fácil de tratar que cualquiera de los vástagos de Sparda, aunque Lady ya se hubiese acostumbrado a lidiar con Dante.

Como si esos tres hubiesen nacido para ser trillizos en vez de tío-sobrino/hijo-padre, la tensión se deformó cuando Dante tomó a Nero del hombro y lo acercó a su hermano para "oficializar" el encuentro y preguntar cuándo demonios iban a "jugar al béisbol" lo que ocasionó que Vergil lo viese irritado.

Lady aún se reía bastante cuando recordaba los ceños fruncidos de Vergil y Nero, cuando Dante tomó sus manos derechas y los obligó a estrecharlas.

Arriba, abajo, arriba, abajo y listo.

»Bienvenido de vuelta hermanito, y sobrinito.

𝑺𝒐𝒄𝒊𝒐𝒔 𝒑𝒐𝒓 𝒉𝒐𝒚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora