Katsuki
IV
Primer receso
—♥——No estoy segura de esto, Uraraka-chan —murmura Izuku algo nerviosa al sentir como le riza las pestañas con lentitud. Esta no le presta atención a su comentario y sigue con su cometido. Le pone algo de rubor en las mejillas, resaltando un poco las pecas de su rostro para después terminar con algo de brillo en sus labios.
Izuku no está acostumbrada a maquillarse, pero le había prometido a Katsuki estar con él en el receso. Obviamente le había comentado el asunto a Ochako, sin revelar el nombre de la persona a la que vería claro esta, algo que se tomó como tarea para dejarla más que bonita.
—Me tienes que contar lo sucia que fuiste con el tipo con el que te vas a ver —comenta entre risas Ochako, como si hubiera dicho un buen chiste. Izuku se pone roja ante aquel atrevido comentario. Sólo quería estar un poco más linda para él, eso era todo.
—Sólo vamos a hablar —susurra Izuku nerviosa. Katsuki le gusta, quería estar bonita para él, había recurrido a Ochako para maquillarla al natural, pero sentía que llevaba mil kilos de maquillaje en el rostro aun con tan poco. No está acostumbrada, es solo eso.
—Van a fajar, lo sé. —ríe de nuevo—. Ujuju, te daré algunos condones pequeña perra. —Ochako deja en paz el rostro de Izuku para guardar el maquillaje en su bolso. La pecosa se mira en el espejo, su mejor amiga ha hecho un buen trabajo, se ve bien. Parpadea repetidas veces y se sorprende que con tan solo poco maquillaje parezca que tiene los ojos más grandes. Se acomoda el cabello en una coleta y alisa su uniforme. No tiene unos atributos muy voluminosos como Ochako y eso la desalienta un poco—. Es una suerte que después de historia tengamos hora libre, sino, hubieras ido toda fodonga.
—No iba tan mal. —Trata de darse aliento. El timbre del receso suena y el chillido de Ochako le indica que está más emocionada que ella.
—¡Ya es hora! Ahora largate, ve a comerte a quien sea que vayas a ver. —La empuja sacándola del baño de chicas. Choca con otras muchachas que van adentro y con algo de suerte sale de ese mar de mujeres.
Se pregunta en dónde puede estar Katsuki. Debió haberle preguntado en dónde se verían pero no la desmotiva. Lo busca en la cafetería y su búsqueda resulta negativa. Anda a la cancha de recreaciones y sólo encuentra a parejas "comiéndose" entre sí, va por los pasillos pero estos parecen desérticos. Va al salón de gimnasia y no le encuentra.
Se frustra. Tanto arreglarse para nada.
Va a su salón, bastante desanimada. Tal es su sorpresa al ver a Katsuki en la puerta, recargado en la pared.
—Por fin apareces —dice cruzado de brazos—. Pensé que iba a esperar un par de siglos más.
—¡Te estaba buscando! —ataca Izuku algo nerviosa. La voz de Katsuki le puede mucho y no entiende el porqué—. Casi casi voy al techo a buscarte en el cielo.
—Sé que soy una estrella inalcanzable, pero allá arriba sólo ibas a matarte —ríe Katsuki relajando los hombros—. Venga, vamos a otro lugar, aquí huele a cerebritos muriendo entre números y reglas.
—Aquí es mi hogar. —la risa de Izuku hace enrojecer levemente a Katsuki aunque la primera no se da cuenta—. Algún día moriré de tanto estrés.
