Prólogo

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Mi vida nunca ha sido sencilla, menos para mi madre, quien me crió de una forma que no cualquier persona puede soportar, o por simple miedo no puede afrontar. Yo fui agradecido, siempre, tratando de sacarme las mejores calificaciones, para poder sorprender y enorgullecer a mi madre, quien con sangre, sudor, y lágrimas me sacó adelante. Mi padre por otra parte, para mi sólo es un banco, si necesito dinero, le pido, si no lo necesito no le hablo, así funcionan las cosas con él, es una realidad que afronto a diario. Abandonó a mi mamá cuando me tuvo a mi, dandole una pensión para pagar mis cosas, y por esto mi madre es una mujer empeñosa y esforzada, mi ejemplo a seguir.

Siempre trato de encontrar otro trabajo. Si preguntas el porque de otro trabajo y no quedarme con el anterior, es por el simple hecho de que no me gusta que me pasen a llevar, o sea que no pienso tolerar a un jefe que me insulte o trate de pasarse de listo con sus propios empleados, por lo que mis resultados y mi paga no llega muy lejos, terminando otra vez a vagar para buscar otro trabajo. 

Y este mismo motivo, es el que me potencia a ir a un centro comercial a buscar otro trabajo que me permita pagar mi pequeño departamento en el que habito sólo yo, no tengo muchos amigos, a excepción de Jeonghan, que conozco hace mucho tiempo, ya que nos conocimos en la secundaria, ayudándolo pues el pobre sufría acoso escolar, pero con un poco de mi ayuda junto a la amistad que surgió entre ambos forjamos una duradera relación, que perdura hasta ahora, hice que su carácter cambiara, logrando que sea más... ¿Cómo decirlo? ¿Fuerte? Sólo ayudé a que su forma de ser cambiara para que no dejara que lo pisotearan, o eso creo.

El punto aquí es mi trabajo, deambulo mucho, esto me lleva a una pequeña y humilde cafetería que encontré un poco oculta en el grande y habitado centro comercial, que hace que mis ansias de un nuevo trabajo incrementaran considerablemente. Con una sonrisa, junto a un poco de esperanza para poder sustentarme de este humilde trabajo, con poca motivación me acerqué a la cafetería para ver si necesitan ayuda, y si no disfrutar de un café que me puede ayudar a pensar fríamente para poder recapacitar el dejarme pasar a llevar por mi jefe aunque sea una excepción, que puede ser útil para sustentarme por unos meses como mínimo.

Vi a un atareado y agitado o exaltado chico que se veía con una bandeja para poder servir los pedidos de cada cliente. Con el cabello alborotado sus ojos grandes, su nariz redonda, y sus labios rojos, que se ven bastante carnosos. 

Este chico, al verme entrar en la pequeña cafetería, me saludó con una leve reverencia volviendo con el ajetreo de su trabajo, sonreí y me senté en una mesa redonda con unas sillas que se veían bastante cómodas, las mesas tenían servilletas y azúcar encima, para el servicio de el cliente que ocuparía estos puestos.

Este camarero, bastante agitado y apuesto, se acercó a mi, con una sonrisa y una pequeña libreta en su mano, junto a otro pequeño objeto, un lápiz para anotar. 

—¿Qué quiere?—Su voz resonó, su cara formó una linda sonrisa, que me contagió, mostrando sus perfectos dientes.

—Un café, y un sandwich.—Terminé, mientras pensaba en que más podía pedir.—Por favor...—Miré el frasco de azúcar, nervioso. Por alguna razón me ponía nervioso su presencia, su sonrisa era dirigida a la libreta mientras anotaba mi orden.

—Enseguida...—Guardó su libreta en su delantal, y caminó en sentido a la caja, hablando con la cajera que se encontraba.

Mi vista no se despegaba de él, algo me llama la atención, no sé que es, pero me llama, como si me tratara de decir algo. Sus pasos apresurados se movían por toda la cafetería, con la bandeja negra que traía todos los pedidos, se veía cansado, pero por alguna extraña razón, su cara y su persona me llamó la atención, es como una atracción... 

No sé lo que significa...

Mi hermoso amuleto «Jicheol»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora