«Cinco»

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Mi pregunta de aquella noche fue resuelta. Aquel collar era de él, todo bien, y la semana pasó, mi trabajo iba bien, Hoshi hablaba conmigo pero no le prestaba mucha atención. Mientras que con Seungcheol, éramos mucho más cercanos, nuestra amistad era mucho más fuerte de lo que esperaba. 

Dos semanas, dos grandes semanas que a pesar de que no ha pasado mucho en realidad, han sido las más grandes semanas que he disfrutado en mucho tiempo. Mi padre no me presta mucha atención, y mi madre está muy bien, más alegre de lo normal, no sé la causa pero mientras ella esté bien yo igual lo estaré. 

Mi felicidad está a un doscientos por ciento, todo va perfecto, y mis pequeñas confusiones no han sido resueltas. Pero hoy iré con mi madre, pues la tengo que ir a visitar, es la persona que mejor me da consejos, y la que me entiende mejor es ella. A veces me entiende más que yo a mi mismo. Es muy loco lo sé.

Hoy desperté muy emocionado, por alguna razón, todo estaba de color de rosas, todo bien. Mi desayuno estaba muy delicioso, y satisfactorio. Una ducha relajante. Y luego al trabajo se ha dicho, es lunes, sintiendo energías, eso es raro, o eso me parece.

Llegué con la misma energía a la cafetería, sintiendo el olor a café en el aire del interior de esta. Vi como todo estaba recién comenzando a moverse, algunos con su delantal limpio y su preparación mental y probablemente física para poder empezar la semana y el día. 

Me fui a los casilleros, dejando mis cosas y colocándome el delantal. Pero una de las tiras o correas para poder atarla se escapaba de mis manos, mientras trataba de agarrarla, con una mano, casi girando como perro buscando su cola intenté agarrarla. Fallé, sintiendo como alguien me lo amarraba sin dejarme continuar con el bucle que tenía. 

—Eres muy torpe.—Me dio vuelta, encontrándome con él, en todo su esplendor, con sus dientes blancos y su sonrisa brillando.—Te veías bastante ridículo—Golpeó levemente mi cabeza, para luego retirarse. 

Me fui casi detrás de él, yendo a la caja, pues hoy no había nadie atendiendo, por la enfermedad de la chica, así que me pidieron cubrir su puesto. Y yo soy rápido, así que no seria muy difícil. O eso espero, pues la mayoría del tiempo me dedico a sólo preparar las bebidas, por lo que es más raro empezar con la caja esta vez.

Las oleadas de gente llegaban, yo tratando de ser gentil, cosa que no es una de mis mayores virtudes pues se les hacia un poco raro a la gente, pero al menos lo intentaba. Pero si era rápido atendiendo. Seungcheol me tuvo que relevar pues a él le dolía el pie, y mis dotes de camarero tuvieron que florecer a la fuerza.

Era rápido pero un poco torpe, y a veces se me confundían los pedidos. Pero no estaba tan mal como yo pensaba. Se veía bastante fácil a simple vista pero es más complicado de lo que en realidad se ve.

El día estaba acabando, y las ultimas personas llegaban a por un rico café para terminar su día. Seungcheol estaba mejor, pero le seguía molestando un poco, dijo que podía seguir con su tarea.

Cuando el jefe cerró la cafetería, todo se relajó, cada uno se empezó a arreglar para poder irse a sus respectivas casas. Agarré mi mochila, sacando mi celular, revisando una llamada de mi madre, pues hoy la voy a visitar. 

La iba a llamar pero me detuve al ver a Seungcheol entrar a donde yo me encontraba, en la sala de los casilleros. 

—Oye. ¿Me acompañas a buscar una cosa?—Dijo muy animado, pero mi cara se afligió, sacando sus ánimos con sólo una mirada.—¿Tienes algo que hacer no?—Asentí, para luego escuchar un suspiro.

—Lo siento, puede ser mañana, pero hoy tengo que ir con mi madre. Tengo algo muy importante que decirle.—Dije, un poco dudoso al decirle esto, con miedo a que su curiosidad despertara.

Mi hermoso amuleto «Jicheol»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora