«Dos»

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Me desperté con la alarma que olvidé quitar, vi el reloj frustrado por mi sueño interrumpido. 7:00 de la mañana, dejé el celular de nuevo en la mesita de noche, para luego intentar dormir otra vez, siendo todo frustrado por el sol que entraba en mi ventana y por mi consciencia de querer levantarme, terminé en el baño, mojándome la cara para despertar y empezar el día.

Preparé mi desayuno, comí todo perfecto, hasta que me llamó Jeonghan, no sé para qué, pero si me llama a esta hora debe ser por algo, debido a que es bastante dormilón, y no me llamaría a esta hora si no es por algo realmente importante.

—¿Si?—Me senté en la cama mientras contestaba, moviendo mi pie de arriba hacia abajo instintivamente y por ansia.

¿Puedes venir en unas dos horas más?—Escuché una voz de seguro de Joshua, o como se llame, ya que es como si le estuviera susurrando a Jeonghan.

—Claro, no te preocupes. Ya te interrogaré, prepárate.—Corté la llamada, y dejé el celular el escritorio.

Me fui a buscar mi toalla, y ropa, para poder ducharme antes de salir. Podría ir al centro comercial a tomar otro café como el de ayer, sé que acabo de comer, pero un café nunca viene mal, es una buena opción. Decidí ir, pero con rapidez, para ver también lo de mi trabajo en la cafetería y poder ver al chico si es que se encuentra ahí.

Me demoré un poco en llegar pues me encuentro un poco somnoliento, pero la visita valió la pena, cuando vi al chico, con la bandeja grande, negra en su brazo, con un capuccino encima de esta. Mis manos comenzaron a sudar cuando entré en la cafetería, mi corazón se aceleró mucho, sintiendo como si lo fuera a escupir en cualquier segundo, mi boca entreabierta, tratando de recobrar la compostura, y un pequeño cosquilleo sentía en mi pecho o estómago, no sé cual de los dos es.

El chico, se acercó a mi, con una sonrisa, que de verdad, siendo totalmente sincero, nunca me había transmitido una felicidad, paz y tranquilidad a la vez en una persona. 

—Hola...—Saludé tímidamente, tratando de no decir algo estúpido.—Quiero un café.—Seguro mientras lo veía hacia arriba, pues se encontraba frente a mi mientras que yo estaba sentado.

—¡Hola!, ok, tengo todo listo, ¿Algo más?—Me miró con la libreta en la mano esperando a otra orden que pudiera pedirle.—¿Señor?—Sin darme cuenta me quedé hipnotizado por su rostro por unos segundos.

—L-Lo siento, nada más...—Asentí muy nervioso, o más bien avergonzado, quiero que la tierra me trague y desaparecer para siempre. 

Nunca me había puesto tan nervioso frente a una persona, es como si fuera una especie de resplandor el que me impone y hace que me ponga muy nervioso. No lo entiendo, estoy bastante confundido, y con una gran mezcla de sentimientos.

—Tonto...—Me golpee la cabeza levemente y me dediqué a ver al resto de clientes que se encontraban alrededor, con personas conversando de sus problemas o cosas personales, o algunos que sólo están con sus computadoras mientras toman un relajado café, hay muchas personas en general.

—Aquí tiene.—Dobló levemente sus rodillas para poder bajar junto a la bandeja y evitar que el café se derrame. Se iba a retirar pero por alguna razón le agarré la mano justo en el momento perfecto y preciso, dando una vuelta, dejándome ver su cara confundida, o molesta.—¿Que necesita?—Su expresión se relajó, haciendo ver de nuevo su sonrisa resplandeciente.

—Disculpe, puede sonar atrevido pero tengo algo que preguntar...—Solté su mano, cruzando por mi cabeza porque no pude sólo llamarlo, si no que tenía que hacer contacto físico con un desconocido bastante atractivo.

—Dígame.—Se quedó con la bandeja en su pecho, esperando mi consulta, o más bien mi pregunta. Mi corazón en cualquier momento iba a estallar, sentía como bombeaba de una forma exagerada, que me hacia perder el ritmo normal de mi respiración.

Mi hermoso amuleto «Jicheol»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora