«Veinte»

78 3 0
                                    

Pasaron aproximadamente, dos meses, sí bastante, sin novedades, mi padre estaba igual de deteriorado, Seungcheol estaba siendo cada día más empalagoso, y Min estaba igual. 

Todo estaba estable, y hace dos meses que no visito a mi padre, por mi culpa, según la mamá de Min. Pero, a pesar de pequeñas discusiones con mi familia, o más bien mi padre, pues, está todo muy equilibrado, perfecto, feliz, por primera vez en mucho tiempo. 

Me sentía satisfecho...

No...

Esa no es la palabra. Se puede decir, contento, pero era bueno, me sentía feliz. Seungcheol, se convirtió en una parte fundamental en mi día a día, y sobre todo en mi vida. Era completamente feliz a su lado.

Me levanté, o eso intenté, pues un brazo me tenía rodeado, impidiendo salir de la cama. Un suspiro salió de mi boca, y me volví a acomodar.

—¿Por qué te vas? Es temprano y es sábado.—Su brazo no aflojaba, yo sólo me quedaba mirándolo, ya que estaba con los ojos cerrados, una sonrisa plasmada, y su rostro relajado, pero a la vez sonriente, era lindo. Estábamos cansados, esta semana que pasó, habíamos trabajado más, hicimos algunos turnos más tarde, por exigencias del jefe, pues era bueno para las ganancias. Pero nos pasa la cuenta, incluyendo el detalle de que es algo nuevo, implementado hace dos semanas, estomas recién acostumbrándonos. 

—Voy a hacer el desayuno. ¿No quieres?—Negó, la alarma era lo que nos había despertado, por haber olvidado apagarla.

—Mi desayuno eres tú. Así que ven.—Se destapó un poco, subiendo sobre mi, y besando mi cuello, haciendo sonidos bastante molestos, jugando en mi cuello.—Tengo sueño, es temprano. ¿Seguimos durmiendo?—Negué, viendo su puchero. 

—Si quieres hazlo tú, yo tengo que ordenar lo de ayer.—Me levanté y su brazo se aflojó. Anoche habíamos hecho una especie de sala de cine y fue muy caótico. 

Se quedó en la cama, quejándose de su sueño y del hecho de que me fui de la cama. 

Ordené todo, incluyendo la cocina, que destrozó Min, por tratar de hacer algo que no entendí anoche. Lo ordené, lavé todo lo que ensució. Y luego regresé a la cama, el estaba, si era posible en la misma posición. Lo moví un poco, pero él sólo se quejó.

—Ya para, quiero dormir.—Dijo malhumorado.

—Si lo sé, pero estás ocupando toda la cama, quiero acostarme.—Lo rodé por la cama, haciendo un poco de fuerza.

—¿Conmigo? ¿O en la cama?—Lo miré, estaba con una sonrisa, ¿Traviesa? No lo sé.

—¿A qué te refieres?—Dije tratando de evitar la pregunta, sin embargo, yo sabía de qué estaba hablando, pero era incómodo. O más bien, inapropiado, no hemos dado un paso tan grande como eso. 

—Pues, conmigo, o la cama.—Dijo haciéndome cosquillas.

—No hagas preguntas tan imbéciles.—Dije entre risas, él ya sabía mis puntos débiles, probablemente en todos los sentidos. 

—Contesta.—Paró las cosquillas, haciendo que mi respiración volviera al la normalidad en segundos. 

—Sólo déjalo.—Me di vuelta, molesto, no quería ir rápido, sólo llevamos dos meses de lo que sea que somos. ¿No es muy pronto?

—Oh vamos. ¿Ya te enojaste?—Negué, viendo su cara, dándome una vuelta hacia él.—¿Entonces?—Negué.

—Es algo extraño, sólo llevamos dos meses, y además, no sé que somos. No me molesta no ponerle un título, pero es extraño. ¿No crees?—Negó. Quedé confundido, pensé que pensaba de la misma forma, escucharé su argumento entonces. 

Mi hermoso amuleto «Jicheol»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora