-'*ૢ❀ Hades & Shun.

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Dos años de una historia escrita. 

Tiempo en el que, según los científicos, suele durar el amor.

"Dos años es el límite entre el amor y la costumbre"


Pero si soy sincero conmigo, para nosotros no es así. No porque trate de decir lo perfecto que es nuestro amor, porque vamos, no todo es color de rosas en esta vida. Sin embargo, me atrevo a apostar con los ojos cerrados que hay algo más allá de un límite como se dice, un límite que puede ser creado solo para justificar la costumbre, pero no es del todo cierto.

¿Cómo lo sé? 

Bueno, simplemente me encuentro sentado frente al televisor pensante de todas las cosas que he tenido que pasar al lado de mi esposo, quien ahora permanece en casa de su familia, o al menos eso creía. No fue hasta que tomé mi teléfono -el cual sonaba- y lo atendí.

—Ven al hospital, tu hijo está por nacer.

Esas palabras cambian tu vida. 

En ese preciso instante, ni siquiera pensé en nada más que no fuese "Debo estar ahí para tí, para ambos".

Era el nacimiento de mi hijo, de nuestro hijo. Después de tanto tiempo que pase junto a él, supe que mi vida estaba atada a una nueva familia que pronto iba a conformar.

Una que me emocionaba y al mismo tiempo me atemorizaba. 

En menos de lo que creí estaba en el hospital. Pregunté a los doctores y me dijeron que estaba siendo preparado para pasarlo a sala de cesáreas. 

¡Eso no me ayuda! 

Los doctores se hicieron pase entre nosotros para atender el parto. 

¡Necesito verlo!  ¡Sentirlo! 

Corrí hasta el pasillo más cercano al sitio en donde se encontraba Shun y me senté en la banca.  En donde con el pasar del tiempo mi mano se aferraban más la una a la otra. 

Ansioso, nervioso, asustado. Esa era mi descripción. 

Fue hasta que escuché el llanto de un bebé, era el de nuestro pequeño.
Casi lo podía jurar. 

— ¿El padre? — mis ojos se despegaron del piso.

— ¿Sí? — el doctor me sonrió y me dió la mano. 

— Felicidades señor, puede usted pasar y conocer a su hijo! 

—¿Ya?  — asintió.  Me puse de pie con sorpresa pero lleno de felicidad también. 

¡Oh Dios! 

Los segundos de conciencia estable desaparecieron cuando me acerqué hasta la chica que lo sostenía. Y le ví, como si todo hubiera pasado en cámara lenta, me di cuenta de sus tiernas y delicadas manitas, tan frágiles que me provocaba la sensación de protegerlo con mi vida.

— ¡Hola! — susurré sosteniendole con delicadeza — ¡Mira como me tienes! Tú papá es una nenita — sonrio. 

Saben qué, fue la maldita mejor sensación del mundo. Nada puede compararse a esto jamás. 

Sin embargo, con el pasar del tiempo algo más intentaba tomar su lugar.

Entregué al niño para los analices habituales y fuí en busca de mi esposo. 

Solo podía mirarlo a través de una ventana. 

Shun aún estaba algo adormilado por la anestesia, su rostro se veía agotado, y sus mejillas rojizas. 

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⏰ Última actualización: May 04, 2021 ⏰

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