-'*ૢ❀ Dohko & Shion

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La tarde de aquella primavera estaba con un sol abrasador, uno donde le indicaba que las clases estaban por terminarse. Aquellos colores del atardecer le daban nostalgia, el curso lectivo estaba por acabarse y pudo darse cuenta así mismo,  que otro año más ,tirado a la basura. Sus sentimientos jugaban un rol importante para él .
Sin embargo este, una vez más, decidió ocultarlo para poder seguir siendo amigo del joven.

Mantuvo su mirada gacha, columpiando sus pies en un vaivén de atrás hacía adelante, pensativo y recordando a su amigo de la infancia.

—¿Shion?—

Esa voz tan reconocida para él, el dueño de aquellos pensamientos lo sacó de trance. Lo miró desde arriba con confusión, ya que era muy tarde como para que se encontrara totalmente solo en aquel banco.

—Hm...— sonrió de medio lado, dirigiendo su mirada a la carretera solitaria.— Te estaba esperando.

—No tenías porqué hacerlo, pensé que ya te habías ido— tomó asiento a su lado.

Ambos guardaron silencio, no necesitaban palabras para sentir el ambiente que se formaba en ellos. Shion se mantenía perdido en los árboles de las afueras del instituto, mientras los veía menearse con lentitud pero con fuerza a la vez. Era un sentimiento agridulce, no lo podía explicar muy bien pero lo sentía tan distante, miraba al tiempo pasar muy lento, los tic-tac lo sacaban de su curso.
El castaño sólo miraba a su amigo desde la esquina, contemplándolo en silencio y nostálgico mas no con tristeza.

—Ya estamos en los dos últimos meses semestrales, Dohko y aún así...— calló por un momento.

—¿Hay algo que te inquieta?— preguntó inquisitivo.

—No lo entenderías.— su flequillo cubrió su rostro por completo. ¿Cómo decirle lo que sentía? ¿Cómo explicarle que su corazón se volvía loco cuándo sus miradas chocaban? ¿Cómo gritarle que lo quería, y no precisamente como un amigo? . Dohko podía ser tan ingenuo en esos aspectos, y estaba seguro que no había sospechado de todos aquellos murmullos y suspiros que soltaba cuando estaba cerca de él.

Ni siquiera estaba seguro si le prestaba atención.

—¡Vamos Shion! ¡Eres mi mejor amigo! Sabes que puedes contarme lo que sea...— tomó su hombro dándole confort, y le mostró aquella sonrisa tan resplandeciente que tenía especialmente para él. 

—Dohko... Yo—

—¡Dohko!—

Un llamado le interrumpió su confesión. Frunció el ceño estresado, al darse cuenta que otra vez era ese  de cabellos violetas que se entrometía entre ellos.
Shion lo miró con desprecio, ese muchacho desde que había llegado al instituto no se soltaba del oriental, cosa que jodia de sobremanera al tibetano. Por culpa de ese, ya no eran Shion y Dohko, sólo los dos, ahora... eran tres.

—Hey Suikyō, que haces  por acá— se levantó del banco que compartía con el peliverde y saludó con una sonrisa y un abrazo al aludido.

—Si bueno. Ya es tarde, vámonos— lo jaló, tomando su mano y atrayendolo hacía él.

—Espera. ¿Shion, vienes?—

El mencionado cerró su puño con furia al ver como esos dos se tomaban de las manos. No era posible que Suikyō desde que lo había conocido le había hecho pedazos los momentos que tenía a solas con Dohko.

Efectivamente, el de hebras violetas conocía los sentimientos que tenía Shion hacía su amigo de la infancia, no quería entrometerse ni nada por el estilo, pero Dohko se había vuelto muy importante para él también y debía admitir que se encontraba celoso del peliverde.

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