𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟓: 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭

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Capítulo 5: secreto

—♤—

La azabache durmió muy plácidamente, los rayos de sol se asomaron por su ventana, provocando que despertara no pudo evitar sonreír con ligereza al ver la carta. Al levantarse, se puso su uniforme y se fue a desayunar, era tanta su alegría que todavía conservaba una sonrisa en su rostro. Después de un rato, Armin y Eren llegaron.

— ¡Mikasa! Nos preocupamos mucho por ti, te desapareciste el día de ayer después del entrenamiento — dijo Armin mientras abrazaba a la joven, mientras que Eren observaba, a distancia, a su amiga, no quería incomodarla, así que prefirió darle su espacio.

— Perdón, el capitán notó mi cansancio y me castigó dando 500 vueltas — le respondió con un sonrisa a Armin.

Mikasa pudo notar una expresión molesta de parte de Eren, probablemente debido a lo que mencionó sobre Levi. Cuando ambos cruzaron miradas, Mikasa apartó la mirada con rápidez para luego sentir sus mejillas enrojecerse, recordó el contenido de la carta y la relación que tenía con Eren.

— Mikasa, ¿estás bien? Estás roja — comentó Eren acercándose a ella y colocando su mano en la frente de la azabache.

— Estoy bien — dijo para tranquilizar al castaño, retirando suavemente la mano del chico al mismo tiempo que le sonreía.

— Está bien — comprendió apartando la mirada.

Luego de un rato, todos se dirigieron a su entrenamiento, y el desempeño de Mikasa mejoró así que no recibió castigo alguno.

Después del entrenamiento, se dirigió afuera. Entonces Mikasa se sentó en el césped buscando tranquilidad y recordó todo sobre la carta, era tan triste y a la vez feliz que, al no encontrar una emoción precisa para describir lo que sentía, la hacía pasar horas meditando. Gracias a esa carta, sintió como si sus padres volvieran a la vida una vez más. Unos minutos después se quedó dormida.

A la mañana siguiente despertó en su habitación, y luego alguien tocó la puerta. Se despertó alarmada pues no recordaba nada después de haber estado afuera, teniendo incógnitas y nervios. Mikasa pensó que había perdido la consciencia. Y justo cuando iba a levantarse, alguien tocó la puerta.

— ¿Puedo pasar?

— Si, adelante — decía mientras forzaba a sus cuerdas vocales de no sonar tan exaltada.

Aquella persona entró y reconoció que era Eren el que entró en la habitación, junto con una bandeja en la cual estaba su desayuno.

— Que bueno que ya despertaste. Estaba... ¡digo,  estábamos! — reaccionó nervioso al notar su "error" de habla. —  ¡Digo, estábamos! Armin y yo muy preocupados por ti — dijo mientras se sentaba en una silla enfrente de la cama de la azabache.

Se había vuelto costumbre para Mikasa sonreír frecuentemente, y en esos momentos no era la excepción.

— Por cierto, yo te traje aquí, te estaba buscando y te hallé dormida en el césped, y como dijiste que el capitán ya te había castigado una vez, pensé que si te veía tu castigo empeoraría, por eso te traje — dijo mientras se cubría la cara con su mano.

Luego le entregó un jugo a la azabache, y ella lo tomó bebiendo tranquila hasta que escuchó a su amigo de cabellos castaños hablar.

— Oye Mikasa, ¿qué dice la carta? — dijo mientras la señalaba dicho objeto, esto hizo que la joven escupiera su jugo debido a la sorpresa.

Seguido de eso, ella tomó la carta y la empezó a doblar rápidamente, ya que recordó lo que le había dicho Hannes: "No le digas nada sobre la carta a Eren". Eren notó esta acción exaltada de la joven y le preocupó, pues ella solo tenía un temperamento inquebrantable y difícilmente se imutaba, cualidad que en secreto envidiaba.

— ¿Acaso dije algo malo?

— No... es solo que... — buscaba una excusa mientras limpiaba la manta en la que había derramado el jugo.

Se escuchó como alguien golpeó la puerta para entrar.

— ¡Gracias por cuidar mis documentos, Mikasa! — dijo Hange para luego verla de reojo y guiñarle de manera en la que Eren no las viera, tomó la carta y se acercó al rostro de Mikasa para susurrale.

— No te preocupes, no la leeré. Prometo devolverla más tarde, ¿si? — prometió para luego ver como Mikasa asentía con la cabeza casi imperceptible.

— ¡Nos vemos, Eren! Cuida de Mikasa, por favor — gritó para luego salir de la habitación, poniendo incómodo al recién mencionado.

— No sabía que eran de Hange... — habló confundido.

Mikasa solo se dispuso a comer en silencio, no querría mentirle a Eren, o al menos no se sentía capaz de hacerlo. Pasaron varios minutos en silencio, hasta que Eren se dispuso a hablar cuando vio que su amiga había terminado su desayuno.

—Mikasa, has estado actuando extraño estos 2 últimos días, ¿qué te pasa? No me mientas— dijo el castaño mientras hacía contacto visual con la azabache, está comenzó a sudar de a poco de lo nerviosa que estaba.

Continuará...

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