Huida, y Nacimiento

1.2K 166 3
                                    


Convencerlos que la dejaran salir un poco para tomar un poco de aire fresco, fue difícil. Todos sabían que en cinco días se cumpliría el mes, y querían evitar que al caminar se lastimara más huesos. Ella solo dijo que quería pasar solo una hora sola y recordar su vida antes de dejarla.

Vio como todos los vampiros lucían un poco inseguros, vieron a Edward y Jessica solo pensaba la tranquilidad de su cuarto y sentir el frío de Forks. Así que al leer esto Edward, asintió.

—Solo una hora señorita Stanley. Llévate un poco de sangre por si tienes hambre y antojo. —dijo el doctor Cullen mientras le pasaba tres paquetes de sangre donada.

Jessica asintió y siguió reproduciendo su cuarto. Rosalie le dio su convertible ya que era el más compacto. Jessica fingió estar tan emocionada y salió apresurada de la casa. Vio como Jasper la veía de la ventana con una ceja fruncida y ella decidió controlar sus emociones para que el lector empático no la descubriera. Ella le dio una sonrisa cálida y siguió manejando.

Manejó por la carretera y fingió entrar a la ciudad, fue un despiste porque en ese momento aceleró para ir como alma que lleva al diablo para ir Port ángeles. Sabía que tenía que hacerse menos de una hora para que los Cullen no la alcanzaran. Tenía el corazón latiendo precipitadamente mientras seguía pensando en una cancioncilla de moda.

—Por favor no te muevas y le provoques a mamá problemas. Si no como voy a poder escapar y protegerte. —le pidió a su pequeño bribón que estaba empezando a moverse. Sintió como su pequeño entendió y se quedó quieto.

Manejó a toda velocidad e incluso estuvo a punto de derrapar por el exceso de velocidad. Cuando llegó a la entrada de port ángeles se alegró y bajo un poco la velocidad mientras recordaba donde estaba el banco. Cuando llegó al banco agradeció a los cielos que no hubiera demasiada gente en los cajeros. Ella con su tarjeta retiro la mayor cantidad disponible. No sabía si los Cullen podían rastrearla por medio de su cuenta y no quería en poner a su pequeño en peligro.

Rápido salió del banco y tomó la desviación hacia el aeropuerto. Compró un boleto a cualquier destino que en estos instantes estaban disponibles. Cuando verificó la hora en el las pantallas del aeropuerto se dio cuenta que ya había pasado una hora y cinco minutos. Quiso tranquilizarse y fingir que estaba bien. Deseó a los cielos que los de seguridad hicieran vista gorda a los paquetes de sangre que llevaba en su mochila.

Ahora que había llegado a su nuevo destino sin ningún problema, se permitió descansar. Alquiló una habitación en un motel de poca monta. Estaba checando los parques y lugares donde podría su pequeño cazar animales. Los Cullen se alimentaban de sangre animal y no de humanos. Quería sentirse fuerte, quería pensar que iba a sobrevivir al parto y poder enseñarle a su pequeño bribón a cazar. Ella quería tantas cosas, y una de ellas era vivir.

Bebió dos paquetes de sangre y sintió como las fuerzas regresaban. Su pequeño bebé se movió. Jessica sonrió y lo acarició.

—No te muevas tanto, lastimas a mamá. Y mamá ya no cuenta con la ayuda de los Cullen's. ¿Estamos?

Su pequeño vástago se movió muy poco dando entender que había entendido todo lo que su mamá había dicho. Jessica leyó los panfletos y decidió que era hora de ir a buscar el lugar donde nacería su pequeño bebé. Estaba en Canadá y tendría que salir a primera hora del lugar.

La renta de la cabaña era un poco cara pero para ella ya no tenía importancia. De hecho la mayoría del dinero lo utilizó comprando sangre ilegalmente. Bebió cinco paquetes de sangre para poder resistir el cansancio que ya tenía. Tenía que salir del lugar e internarse en el bosque, porque estaba segura que en unas horas colapsaría y su pequeña criatura nacería.

Caminando a paso tortuga vio que ya estaba atardeciendo y apenas había llegado a lo profundo del bosque. Ya no podía hacer más. Lloró porque realmente no sabía qué hacer. Solo sabía que tenía que inyectarse la morfina para que no sintiera su cuerpo desgarrarse en el momento del alumbramiento.


Con las manos temblorosas sacó de su mochila un paquete de jeringas y ampolletas. Le había preguntado a la enfermera que le vendió la sangre si le podía preguntar a un doctor cuanto de morfina podía tomar si sentía demasiado dolor en las costillas y columna vertebral. La enfermera le dijo que 2ml por vía venérea, Jessica asintió y le pidió que le consiguiera una triple toma. La enfermera ya venía preparada y le dio tres cajitas con dos ampolletas de morfina. Jessica le dio más de dos mil dólares, ya que le urgía estar preparada y el tiempo se le venía.

—Mamá va empezar a preparar el cuerpo, procura no moverte que mamá ya está nerviosa. ¿Estamos? —Le preguntó a su panza.

Su pequeño bebé se movió ligeramente y Jessica trató de controlar las ganas de ponerse a llorar. Deseaba al menos que su pequeño sobreviviera y que antes de morir, pudiera verlo. Con las lágrimas a flor de piel empezó a rellenar dos jeringas de 3ml de morfina. Saco varios bisturís y los paquetes globulares.

Las manos le temblaban mientras buscaba la vena que le había dicho la enfermera, palpó y con un temblor insertó la jeringa, vio como perforaba su piel y parte de la vena. Antes que pinchara su vena se detuvo y empezó a inyectarse. No quería quitarse la jeringa y hacerlo de nuevo, así que se acordó de una escena de Dr. House, donde solo tenía que remover la jeringa y dejar la aguja insertada mientras ponía el otro. Fue casi un milagro que lo había hecho. Empezaba a relajarse. El medicamento ya está haciendo efecto.

Sentía como su corazón bailaba desenfrenado mientras un poco alivio se inundaba en sus facciones. Ahora lo más difícil... abrirse el vientre para que su pequeño naciera sin dificultades.

—Pequeño... en unos minutos que haga efecto bien el medicamento, quiero que empieces a salir. ¿Estamos? Pueda que mamá ya no tenga fuerza... pero solo recuerda que mamá te ama y que hay sangre en esta bolsa para que te alimente por un día... y prométele a mamá que no lastimaras a los humanos como mamá. ¿Estamos?

Jessica ya no sintió su panza mover, así que junto una inhalación de valor y agarró el bisturí para que su bebé naciera. Escucho como sus huesos crujieron. Sintió un dolor suave en las caderas, pero no se acobardo cuando vio su panza moverse. Su pequeño bebé quería nacer. Estaba cayendo en la inconsciencia, estaba sintiendo como sus ojos se nublaron, de cómo la sangre salía de su boca. Gritó. El medicamento no era suficiente para el dolor devastador que estaba sintiendo en sus entrañas.

Vio como una cabeza se asomaba de vientre y ella lloró

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Vio como una cabeza se asomaba de vientre y ella lloró. Lloró porque su criatura estaba cubierta de sangre. Porque ya no sentía la mitad de cuerpo y por su corazón estaba dejando de latir. Ella lloró porque al ver los ojos de su pequeñajo vio sus ojos. Vio cómo su pansa siguió moviéndose para revelar a otra criatura.

Jessica ya podía morir tranquila al menos sus hijos se iban a tener a ellos mismos. Quería decirles que los amaba, que estaba feliz de dar su vida por ellos. Las lágrimas siguieron saliendo, el frió del lugar la estaba poniendo tiesa, y el habla ya se había ido. Vio de lejos como un hombre pálido de ojos rojos se acercó y dijo algo que no entendió ya que la inconsciencia le estaba reclamando.

Stanley (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora