Charlie Swan

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Jessica se había hospedado en un hotel en Port ángeles. En medio del camino se enteró que sus padres habían ido a Austin Texas. Jessica se sintió muy miserable al saber que no tenía a sus padres para que le ayudaran en esta situación. Se estaba sintiendo nerviosa y estaba teniendo miedo. Salió de la habitación para ir a la farmacia, y comprar por segunda vez una prueba de embarazo. Había leído en varias revistas y páginas web que muchas mujeres tenían el embarazo psicológico. Y le pedía a todos los dioses que así fuera.

Ella no deseaba ser mamá e incluso cuando venía de vuelo vio a varias mujeres embarazadas y le dio cosa al ver el enorme vientre abultado. No, ella no estaba lista para ser mamá. Además, solo eran tres días, solo tres días de retraso. Si, fue estúpido de ella de no preguntar y no cuidarse. Fue extraño que el hombre estuviera helado, y todo pálido. Pero era un hermoso hombre, tenía los ojos grises, aunque al final Jessica podía haber jurado que eran de un color rubí.

Aún recuerda su voz angelical diciéndole que le dejaba el departamento y varios dólares al igual que varias tarjetas para lo que vaya a necesitar. Que ella era su Jessica se sintió en las nubes, era como esas películas de Hollywood. Lástima que nadie le había dicho que esa fantasía venía con un pequeño problema y era estar embarazada.

Había chocado con alguien, cuando alzó la vista vio al papá de Isabella Swan. Jessica se sonrojó y presintió que esto no era un buen augurio. No quería que nadie se entere. El jefe Swan rápido la reconoció porque empezó a saludarla.

—señorita Stanley, un gusto verla de nuevo. ¿No habías ido con tus padres a Texas?

Jessica trato de no balbucear y ponerse nerviosa. Pero fue todo lo contrario, se puso a reír cuando era una colegiala que la cachaba en la movida.

—n-no. Solo fueron mis padres, yo... yo decidí venir a Forks.

El jefe Swan asintió en compresión y la examino de pies a cabeza como buscando la verdad. — ¿Qué haces en Port ángeles? —preguntó perspicaz.

Jessica se puso de un color rojo intenso. ¿Por qué le pasaba esto a ella?

—Me siento mal del estómago y vengo por un medicamento —mintió lo mejor posible. No quería que se entere de su pequeño embarazo psicológico—. ¿Usted que así aquí? —preguntó inocentemente. Se había enterado por su madre que el jefe Swan se había vuelto a juntar con alguien de la reserva de Quiluete. Fue el turno del jefe Swan en ponerse rojo y actuar como un adolescente.

—algo para alguien.

Jessica asintió en compresión. Ambos entraron a la farmacia y el jefe Swan compró pastillas para los cólicos y varios paquetes de toallas femeninas. Jessica trató de reírse y fingió observar los peluches que veía en la estantería.

Se despidieron un poco incómodos. Jessica se aseguró que nadie más estuviera en la farmacia, suspiró al notar que nadie más entraba. Vio a la cajera que la estaba observando y Jessica rió tontamente. Era ahora o nunca.

Compró varias pruebas de diferentes marcas, para estar cien por ciento segura de su desvarío mental. Llegó a su habitación y pidió servicio al cuarto. Entró al baño y se puso hacer varias pruebas, estaba nerviosa y expectante a que le depararía su futuro.

Positivo

Positivo

Positivo

Positivo...

Positivo...

Jessica rompió en llanto, no era justo, no estaba preparada por lo que estaba pasando. Cuando salió del baño se dio cuenta que su pedido ya estaba. Cuando vio la comida le dio ganas de querer vomitar. Volvió a romper en llanto, no podía creérselo. Realmente deseaba que fuera un embarazo fantasma.

...


Había pasado nueve días, y su panza se veía de tres meses. Estaba teniendo miedo, esto no era un embarazo normal. No podía comer nada porque todo lo devolvía. Solo la carne a medio cocer la toleraba pero hasta ella le daba asco. Llorando en su habitación estaba, no sabía qué hacer. Hace dos días había dejado el hotel donde se estaba hospedando dejando una cuenta corriente por si acaso tenía que salir de emergencia de Forks.

...

Diecinueve días había pasado y se veía raquítica, su enorme panza estaba enorme y se veía un embarazo de ocho meses. Jessica estaba llorando al sentir como sus huesos crujían. Les decía a la criatura que no se moviera porque le dolía. Llorando se levantó y decidió ir al bosque para terminar su vida cayendo en la espesura del bosque.

Llorando estaba en el sendero, lloraba una y otra vez porque la criatura se movió y escucho como se fracturó una costilla. Deseaba morir, no le gustaba lo que le estaba sucediendo. Rompió en llanto porque necesitaba a alguien quien la ayudara. Escuchó alguien hablarle, ella lo ignoró.

— ¿Jessica? —fue la voz sorprendida del jefe Swan quien habló.

Jessica alzó la vista y al verlo que se arrodillaba a su lado, ella se lanzó a sus brazos y empezó a llorar mientras decía.

—estoy embarazada y me está lastimando. No sé qué hacer...

—shh. Tranquila. Tranquila —dijo el jefe Swan dándole la calma que necesitaba—. Te voy a llevar con el doctor Cullen. Vamos.

Jessica hipando asintió mientras Charlie la ayudaba a levantarse y la sostenía para ayudarla a caminar. Algunos lobos de lejos la observaban y solo Charlie Swan se había percatado de ellos, de manera desapercibida les dio un leve asentimiento.

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N/A:

Esta historia se trata de la vida de Jessica que se dejó seducir por un vampiro. Un vampiro que le dejó demasiado dinero y escapó del lugar para esconderse de los Vulturis.

Joham se sintió atraído por Jessica, no fue por su sangre si no porque al momento que hicieron contacto en la fiesta, Joham vio una buena candidata para implantar su semilla. Joham usó lentes de contacto en aquella fiesta.

Jessica madurara en un mes y encontrara en quien puede confiar y quién no. Espero que les guste, ya que solo son siete capítulos que están en edición.

Saludos. : P

Ope-hana.  

Stanley (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora