Stanley

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Sentir que te quemabas no era algo cool. Jessica sentía que se estaba quemando en el fondo de un volcán en plena erupción. No sabía cuánto tiempo había pasado, solo escuchaba llantos y bramidos de una criaturas angelicales.

Se estaba sintiendo más fuerte, ella lo sabía porque sabía que podía mover sus manos y los dedos de los pies. Algo que le llamó más la atención es sentir un peso en su pecho. No era frio ni tan cálido, era templado. Quería sonreír porque las palpitaciones que escuchaba eran de esa cría. Empezó a tomar conciencia de lo que pasaba a su alrededor.

Se dio cuenta que las palpitaciones que escuchaba era la de sus hijos, ella recordaba solo ver a uno o dos... no estaba segura. Ahora escuchaba el palpite desenfrenado de tres criaturas. Quería sonreír por su logro, quería abrir los ojos y observar a sus pequeños. ¿Había tenido tres niños? No lo sabía exactamente que genero eran sus pequeñas criaturas.

Sus pequeños bribones, sus hijos tan obedientes y considerados.

Deseó que el ardor se quitara. Que sus pequeños dejaran de gruñirse y pelearse como criaturas salvajes. Jessica suspiró de nuevo y sintió como el ardor se alejaba. Un anhelo creció por todo su cuerpo al sentir que ya sentía más cosas que no había notado antes. Como el hecho escucha el eco que hacia los arboles por la nevada que estaba pasando.

Jessica se volvió a enfocar en sus pequeños. Uno balbuceaba, otro gruñía y otro aún seguía reclinado en su pecho. La calidez que desprendía su pequeño bribón le hacía sentir una sensación que no tenía palabras para los anhelos de la vida que le deparaba.

Sintió como todo el ardor empezaba a retraerse hacia el órgano que aún estaba trabajando; su corazón. Su corazón palpitó estrepitosamente para después dejar de funcionar.

La conversión le tomó de sorpresa que sin esperarlo inhaló aire al ver que su corazón dejó de latir. Necesitaba más aire. Respiró un sonido sordo se escuchó por su garganta. Para Jessica era extraño, tenía miedo de que cuando abriera los ojos su mundo cambiara aún más de la cuenta. Respiro de nuevo y sintió la boca hacerse seca necesitaba calmar esa enorme sed. Escuchó como sus pequeños dejaban de pelear y se deslizaron a un lado de ella. Uno de ellos barboteo sonidos de querer preguntar algo. Es ahora o nunca. Abrió los ojos y se maravilló por la enorme claridad que veía.

Sus ojos posaron por todo el lugar, si definitivamente su mundo cambio al ver su reflejo en ese florero. No era ella, aquella mujer que se deslumbraba en el reflejo era la nueva Jessica. Su mente empezó a trabajar y lo primero que tenía que hacer era ver a sus pequeños bribones.

Posó sus ojos donde estaban los leves gorgoteos. Se maravilló al ver tres hermosas criaturas. Sus hijos tenían sus ojos azules, los tres tenían sus rizos. Jessica no pudo evitarlo que se lanzó hacia ellos. Los trillizos gruñeron por la presión que estaba poniendo en su agarre. Jessica controlo más su fuerza al saber que podía lastimar a sus pequeñas criaturas.

Olió la sangre que estaba impregnada en su ropa y sintió la necesidad de beber y probar esa sangre. Tuvo que controlarse porque realmente no sabía qué hacer. Así que le pidió a los dioses que le dieran todo el autocontrol para no cometer una imprudencia con sus hijos.

Vio que arriba de la mesa había una mochila con una nota.

Neófita

Creo que esto sería suficiente para saciarte. No olvides que me debes tres favores.

Alistair.

¿Quién era Alistair? Se preguntó. No le tomó importancia y abrió la mochila para encontrar más de veinte paquetes de sangre. Entró en frenesí y empezó a perforar los paquetes y devorar ansiosamente la sangre.

Gruñó a sus hijos que también querían. Es ahí cuando el razonamiento llegó. Dejó los paquetes y abrazo a su pequeño que estaba pendiente de ella.

— ¿Pequeño bribón... no han comido verdad? —Le preguntó a su pequeño. Que tonta había sido, no sabía cuánto tiempo había pasado y tenía que darles de comer a sus pequeños.

El pequeño solo gorgoteó dando entender que no. Jessica lo tomó de los brazos y lo arrulló. Perforó un paquete y le dio a su pequeño como si lo estuviera amamantando. Agradeció a los dioses por permitirle ver a sus hijos crecer. Tenía dudas, tenía miedo... del crecimiento acelerado de sus bebés, pero lo que más le importaba era cuidarlos y protegerlos.

— ¡Qué hermoso eres! —Se deleitó al pasarle su mano por la fina capa de pelo—. Michael Stanley te llamaras —le dijo a su pequeño. No era por enamoramiento adolecente, no. Era por el simple hecho que hace dos meses un hombre la había ayudado cuando no tenía efectivo. Ese hombre le dijo que se llamaba Michael y que también sabía que era pasar hambre por pagar la renta. Jessica se lo agradeció una y otra vez. Ver a su hijo le recordaba a ese hombre.

No paso ni un minuto cuando los otros pequeños se acercaron a ella exigiendo el mismo trató. Jessica estallo una carcajada de alegría por esta dicha.

Aun se sorprendía al escuchar su voz aterciopelada, pero lo que más le llamaba la atención es ver a sus criaturas queriendo llamar su atención para poder escucharla reír.

—Tú vas a ser muy traviesa al igual que tu hermana. Creo que te llamare como mi madre; Sonia Stanley —volteó a ver a su otra pequeña—. Y tú te llamaras como mi padre. Justine Stanley.

Ambas criaturas soltaron unas risas angelicales. Jessica tenía tantas ganas de llorar. Después de darles de comer, bañarlos y cambiarlos. Los trillizos se quedaron dormidos en las manos de su madre.

Para Jessica este día sería un nuevo comienzo para su eterna vida. Y sus hijos adquirirían el apellido de su padre; Stanley. Un apellido que le recordaría a su lugar donde ella consideró un hogar ahora que había pasado por varios cosas.

Fin.

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N/A:

Bueno, les había dicho que iba ser breve este fic. Y será mi primer fic que ha sido completada. Deje un final abierto... para que ustedes decidan como terminarla.

Jessica pasó de la inmadurez hacia la responsabilidad. Eso pasa cuando tienes una criatura en tu cuerpo (embarazo) todas las madres pasan de diferentes formas. Unas les lega el veinte desde al principio algunas dentro de unos años cuando ven que sus hijos dependen de ustedes. Por el amor a sus hijos ella fue capaz de controlarse y resistirse el pulso de lastimarlos. 

Stanley (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora