Cabaña

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En una cabaña algo pequeña se encontraban los integrantes del equipo 7, quienes estaban mal heridos. Mitsuki, quien fue el que menos recibió daño, salió a buscar cosas útiles, no sin antes recibir la reprimenda de Sarada por salir con mal tiempo.

Sarada se acerca a Boruto con la intención de curarlo, a lo que este se niega mencionando que se encontraba bien.

La azabache frunce el ceño.

- Deja de ser necio.-  Sacó las vendas- quítate eso.- señaló su camisa.

- Enserio estoy bien.- Resopla ante la insistencia de la chica.

Ella no se daba por vencido, puesto que sabía que en este tipo de situaciones el rubio no era nada honesto, siempre aparentando otra cosa.

- ¡Ya no eres un crío! – Le movió el hombro con fuerza. Este soltó un quejido por la presión ejercida.

Suspiró derrotado.

Se quitó la camisa blanca con algo de dificultad bajo la mirada onix de la pelinegra que lo miraba con irritación por la lentitud con la que este hacia los movimientos.

Bajo la piel algo tostada que poseía el rubio se encontraba justo en el área del abdomen una cicatriz rodeada de hematomas. La parte de su pecho con moretones, la Uchiha hizo una expresión contraída de culpa.

Ella sólo se había lastimado la pierna derecha en el musculo superior.

- Quita esa cara, tonta.- Boruto le frunció el ceño puesto que una expresión de lastima por parte de su compañera era lo que menos quería.

Sarada sacudió su rostro de un lado a otro, rápidamente comenzó a deslizar la venda por el cuerpo del rubio.

Giró una y otra vez la tela blanca que sus pálidas manos tenía por las costillas, subió hacia su hombro para vendar este también.

Concentrada en lo que hacia y sólo que el sonido estremecedor de la lluvia sonando de fondo, no se dio cuenta de la mirada afilada que el uzumaki tenía sobre ella.

Y este, quien temblaba cada vez que Sarada acercaba su rostro al de él mientras pasaba la venda por lados complicados, tenía una sensación que lo invadía en su estomago y sus manos.

¿Qué carajos?

Por primera vez pensó que Sarada no era fea. Y sí que era idiota puesto que ahora veía cuan diferente se ve de cerca.

Ha tenido a la Uchiha cerca millones de veces, pero esas millones de veces no la había detallado tanto, ni tampoco sentía algo extraño.

La veía hermosa con mechones cayéndole en la frente y su mirada calculadora de siempre.

Ella no es la misma de siempre. Ahora, al menos sus orbes azules la ven de otra manera, de una más halagadora.

Sus pensamientos fueron detenidos por el fuerte dolor que sintió al sentir la venda ajustada, dando por hecho que Sarada acababa de terminar su trabajo.

- Gra...- Su agradecimiento es detenido al ver como Sarada ponía su rostro a unos centímetros del de él.

Este abre sus ojos con sorpresa y son cerrados rápidamente por el quejido que dio cuando la azabache le pegó en su mejilla izquierda una curita.

- ¡Listo! – Le sonrió.

Él rubio se quedó sin palabras, y al ver la mirada de éste perdida en los ojos de la azabache, se dio cuenta que se había acercado demasiado hacia él.

Y al verlo tan cerca, le causó cierto nerviosismo, provocando un sonrojo leve. Respondiendo a la invitación de acercarse y sin intención alguna, o quizá con toda la del mundo, Sarada se acerca.

Y él hace lo mismo, hace lo que que su estómago, o cerebro, o corazón quería hacer hace unos minutos atrás.

Ambos con la respiración contenida y sin pensar en lo que estaban haciendo, se fueron acercando más.

Respondiendo a sus impulsos, y al llamado que el cuerpo del contrario gritaba, cada vez haciendo que el espacio entre ambos fuera mínimo.

- ¡Vaya lluvia! Pero no puede conmigo, puesto que mi elemento es el agua!

La voz y la puerta que generó Mitsuki los alertó a ambos, yendo a lados contrarios de forma brusca.

Boruto cayó de la cama para parar al suelo, soltando una risa nerviosa.

Y Sarada se paró ignorando a los tambores que retornaban en su pecho. Recogió las vendas sobrantes y el ungüento, tratando de que su sonrojo no fue notable.

- Ehm... ¿Interrumpo algo, chicos? – Pregunta Mitsuki más que confundido.

- Nada, solo lo he vendado y ya. ¿Has encontrado algo de comida? – Se sorprendió la Uchiha para sus adentros al oír la respuesta que eligió, que sonaba con toda seguridad.

- Ehmm... si, vi algunos pescados dejados en la orilla del rio, seguramente por otra persona.

Vio como sus dos compañeros y mejores amigos se sumían en un silencio absoluto, dejando por terminada la conversación con él. 

Pero Mitsuki no era tonto. Por más rápidos que fueran esos dos ninjas, eso no pudo evitar que el peliblanco viera como estos dos estaban apunto de besarse. 

Casi se arrepentía de no haberse tardado unos minutos más.

Casi.

La verdad es que era muy divertido ver como esos dos trataban de parecer normal con los rostros completamente sonrojados, y de vez en cuando haciendo caras de horror. 

Mitsuki rió por sus pensamientos. 

Mitsuki nunca se equivocaba. Desde pequeños siempre intuyó que la Uchiha y el Uzumaki terminarían juntos. Aún con diecisiete años, lo sigue creyendo.  


Mil vidas contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora