Los padres eran unos tramposos. Unos muy crueles pero inteligentes tramposos.
Irse a esa misión y dejarlos en la aldea a la espera de su regreso.
Ahí estaban caminando hacia la casa de la azabache, con el sol en un tono naranjozo y el cielo siguiendo unas tonalidades Rojizas.
La pareja, aún indignada y furiosa con sus padres, no hablaba en el camino.
Su relación aún escondida, pasa desapercibido por los ojos de los demás, o la gran mayoría, al menos. Y los que estaban consientes de eso, sabían que si decían algo, y sus padres se enteraran por boca de otros, Sarada se encargaría personalmente de quitarle la garganta para que no diga más en su vida.
El rubio miraba a una sarada visiblemente enojada. Claro, él también lo estaba, pero no lo demostraba.
Miraba como esa luz tenue que le tocaba la piel le favorecía. Esa y todas, era su novia y para él cualquier cosa la hacía ver perfecta. Además que de por si lo era.
Novio. Eso aún no sé la creía. Y, aunque fuera totalmente inesperado, no podía dejar de sentirse feliz, aún si su padre se sale con la suya y no lo deja participar en una misión arriesgada.
Miraba su mano, que formaban un puño, mostrando su estado de ánimo. Él desde hace rato quiere caminar con sus manos entrelazadas, pero no pueden por estar en público. Mantener su relación en privado fue algo que decidieron los dos, aunque fue más la insistencia de la Uchiha, pero a él solo le bastaba con estar con ella.
No es que ella se sienta avergonzada por estar con él. Ya suficiente vergüenza pasaba siendo su compañera de equipo, esto no sería nada. El problema era su sobre protector padre.
Y pues a él le gustaba vivir.
⁃ Sarada cambia esa cara fea.- dice mirándola.
⁃ Nací con esta cara, baboso.- frunce el ceño mirándolo.
Y ahí estaban. Los mismos comentarios de siempre, por eso, la gente chismosa de la aldea no sospechaba nada. Tampoco era que ellos se esforzaran por ocultarlo, tal vez los besos eran algo que no podían hacer a la vista de otros, ni las ganas de tocarse tampoco faltaban, eso si era complicado de evitar. Pero sus diálogos eran los mismos.
⁃ Si, pero asustas a los niños. - y era cierto, los niños pasaban pegado a sus padres y madres a más no poder cuando estaban cerca.
Sarada aceleró el Paso.
⁃ Vete a la mierda, Uzumaki. - Boruto la alcanza.
⁃ Hey! No te enojes conmigo también. -Frunció el ceño.
⁃ Es imposible con tus comentarios. - Ambos caminaban apurados, frunciendo el ceño.
⁃ ¿¡Y ahora que dije?!
⁃ ¡Me dijiste fea!
⁃ Hablaba de la expresión, no de ti. - Ahora sí sonaban como si estuvieran peleando.
⁃ "Cimbii isi ciri fii, siridi" - Imitó su tono de voz. Boruto lanzó una carcajada cambiando su estado de ánimo.
⁃ Te adoro. - Se siguió riendo, besándole la mejilla.
Sarada le apartó de un manotazo.
⁃ Cállate ya- cruzó sus brazos sobre su pecho.
Ya al frente de la puerta y entrando en esta, se ven rodeados de la oscuridad de la casa. Sarada cierra la puerta tras de sí.
⁃ Prenderé la luz de la cocina - Dijo Boruto.
Se escucha como Sarada tira las llaves en la mesa y sus pies descalzos resuenan en la madera del piso. Se acerca rápidamente hacia Boruto deteniéndolo cuando va a prender la luz.
⁃ No la enciendas. - Dice Sarada colocando sus brazos en el cuello de Boruto.
Si bien apenas se pueden ver, ya que el sol está por esconderse, Sarada puede ver ese azul en la oscuridad.
⁃ ¿A si? - La atrae hacia él - ¿Por qué?- dice de forma pícara.
⁃ Porque sí y ya - lo besa.
El rubio, quien tiene que inclinarse para saborear los labios de esta, debido a su baja estatura. La sube encima de la mesa de la cocina, y ella quien no se separa, y no quiere apartarlo, rodea sus piernas en las caderas de este.
Él se separa.
⁃ Aprovechas que tus padres no están, ¿eh? - dice cogiendo una bocaza de aire. Ríe por lo bajo.
⁃ Preferiría que no menciones a mis padres cuando hacemos estas cosas, rubio.- lo atrae hacia ella de nuevo, enreda sus dedos en las hebras rubias de este.
Un calor creciente empieza a rodearlos a ambos, haciéndolos sensibles al tacto del otro.
Boruto la acuesta, y saborea de su cuello. Haciendo que la azabache se vuelva loca.
Ahora con toda la casa oscura, y avisándoos que ya es algo tarde. Boruto prende una pequeña luz de la cocina, parando sus besos y haciendo que ella fruncida el ceño.
⁃ Quiero verte...- Volvió a hacer su trabajo.
Cada vez más encendidos por el calor, Sarada aprovecha las caricias de este para quitarle la camisa.
Lo besa.
Él baja el cierre de la blusa de ella, perdiéndose en la vista que su cuerpo le ofrecía. Besó sus senos aún con el brassier puesto. Esta no sabía donde poner sus manos, en verdad estaba perdida por el reciente toque. Eso a él le encantaba.
Sarada bajo un poco para tocar la entrepierna de este, haciendo que ambas intimidades se tocaran por encima de la ropa.
Ambos gimieron a la vez.
Pero algo los interrumpió.
La puerta.
Se bajaron rápidamente de la encimera.
Se colocaron su ropa apropiadamente viendo quienes fueron los intrusos.
⁃ ¡Llegamos! - dijeron voces acercándose a donde estaba a única luz encendida, el de la cocina.
Ambos aún agitados, caminan hacia ellos. Ella agarrando el brazo de su pareja, sus piernas temblaban.
⁃ Llegaron temprano. - dice Boruto con una sonrisa nerviosa.
⁃ Si, eso creo. - Satsuki los mira ceñudamente. - ¿Interrumpimos algo Himawari y yo?
⁃ No, no, no, para nada. - Dicen a la vez.
⁃ ¿Y porqué sus cabellos están revueltos? - pregunta con picardía la peli azul.
Ambos se miran comprobando lo dicho. Están con los cabellos regados y despeinados. Se sonrojaron violentamente.
Los menores se rieron al ver sus caras.
Pero eso no importaba. Porque Boruto y Sarada agradecían a sus padres por desaparecer unos días de la aldea. Porque ese solo fue el primer día, y ellos no desperdiciarían el resto.
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Mil vidas contigo
FanfictionHistorias y momentos creados a partir de la ficción en honor a la pareja entre Boruto y Sarada Historia antes llamada "¿Me enseñas a besar?".