𝙍𝙀𝙎𝙄𝙎𝙏𝙀𝙉𝘾𝙀 𝙅𝘼𝙋𝘼𝙉 | ❝ «Se dice que no hay nada como el hogar. Acogedor. Cálido. Pero que en sí reconforta y hace a uno estar sumamente cómodo.
Una sugerencia por parte de su tío hizo que ella volviera a Japón por sus vacaciones de v...
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──«Bien le podía fulminar un rayo» ──pensaba la pelirroja de malhumor, de camino a lo que sería su ahora “nuevo cuarto”, llevando su maleta y mochila a cuestas.
No le hacía ni pizca de gracia tener que convivir con desconocidos . . . Bueno, su tío y un par de desconocidos. Le era lo mismo.
La convivencia nunca había sido su punto fuerte. Siempre vivió y vive con su madre en un chalet a las afueras de Miami, por lo que habitar con más de un único ser humano y que aún encima no sea familiar suyo le incomoda bastante. Tiene manías y costumbres que no piensa cambiar, ciertas cosas que podrían irritar a cualquiera que no la conociese.
Aún así estaría ojo avizor por la noche por si le intentasen jugar una mala pasada.
Entra en aquella estancia observándolo todo y murmura──Al menos es espaciosa ──suspira pesadamente. Con el cuerpo algo pesado se acerca a la cama dejando la mochila encima y la maleta en el suelo. Abre esta última y saca la ropa para colocarla en el armario. Finalizado esto, cierra y deja la maleta en una esquina para ponerse a rebuscar en su mochila el móvil y el cargador de este mismo, realizando lo mismo pero con la Nintendo DSi XL.
Si tiene que convivir con especímenes extraños mejor será tener algo con lo que entretenerse, ¿no?
Una vez terminado todo el trabajo –y con cara de pocos amigos– coge su neceser y su pijama marchando hacia las duchas. Había dos vestuarios: uno masculino y otro femenino. Delante de estos su ceño fruncido y sus labios torcidos en una mueca de desagrado se fueron cambiando a una expresión de alegría y satisfacción. Saber que tendría un vestuario para ella sola hacía que su estancia allí fuera algo más... Amena.
Deja la toalla a un lado accionando la villa, colándose bajo el chorro de agua y tomando el champú.
Muy pronto descubriría que tener el vestuario para ella sola no sería tan agradable como su mente creía entender.
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──¡Bien, chicos! Mañana más ──anunciaba en tono alto y claro el entrenador Stonewall, dando media vuelta y acercándose al banquillo para coger su sudadera.
