❝ Esto será
coser y cantar ❞
Aquella misma tarde, Eri camina rumbo a la habitación del capitán. Había recibido un mensaje de éste y quisiera o no, debía ir.
Peta en la puerta tres veces a la espera de aquel espécimen. Admitir que tenía miedo sobre lo que aquel engendro del mal le pudiera mandar era algo que haría fácilmente. Se le ocurrían mil y una ideas sobre ello, cada cuál peor que la anterior, siendo las últimas las más guarras y vergonzosas.
Un ceño fruncido y un aura a su alrededor negra era lo que más destacaba, junto al pensamiento «como me pida que le toque, le zumbo». Pero claro esta, si hacía eso él iba a desvelar todo lo hablado con Danielle.Que por cierto, recordando algo que dijo antes él... "¿Ese tal Danielle?" Ni que fuera un chico.
Una risilla se le escapó de sus labios ante aquello. Es cierto que su amiga es algo marimacho, pero de ahí a confundirla con un tío...Al rato, dentro suena un «Adelante Lunes» haciéndole hervir la sangre. Definitivamente su tío le había condenado con ese mote.
Respira profundo antes de entrar. Bailong estaba sentado en su cama andando en el portátil. Mantenía un semblante serio.
──Vaya Bailong, ¿has suspendido alguna? ──pregunta burlona, suponiendo que estaba haciendo algún ejercicio para recuperar alguna asignatura──. No me lo digas... ¿Historia? ¿Literatura? ──continúa la pelirroja, recibiendo una mirada asesina por parte del chico──. Oh vamos ──deja escapar su risa.
──Pues no, lista ──responde con rintintín. Cierra el portátil──. Es una chorrada, nada más.
──¿Quería verme, amo? ──pregunta Eri, haciendo una reverencia sin desvanecerse la burla.
──Así es ──afirma el peli-blanco sentándose en la cama──. Es bueno que te lo tomes a broma ──comienza a decir, sonriente, y pensando en lo primero que le pediría──. Desde ahora y hasta que a mi me de la gana, serás mi sirvienta, y como primera cosa me gustaría que fueras al comedor y me trajeras el desayuno──y ante la mirada estupefacta de la sobrina del entrenador, se quita la camiseta ─que había empleado a modo de pijama─ y la cambia por otra limpia. A pesar de esa piel blanquecina, con ese torso trabajado si se pusiera en bañador atraería fácilmente las miradas.
──¿Y por qué no baja su señoría al comedor? ¿Tanto le pesa el culo?
──Porque ya que tengo criada he de aprovechar mi oportunidad ──le comenta Bailong, haciendo énfasis en «criada», acomodándose la camiseta y mirando en su dirección──, ¿no crees?
La pelirroja por su parte, prefirió morderse el interior de una de sus mejillas antes de decir algo inapropiado. No caería en su juego, pues sabía que él quería que le dijera algún insulto para tener vía libre y decirle al resto lo hablado con Danielle.
Por ello no le daría el gusto.
Se da rápidamente la vuelta y sale por donde entró. No sin antes imitar al chico de mala manera mientras salía──Porque ya que tengo criada he de aprovechar, ¿no crees?
──¡TE HE OÍDO LUNES!
──¡CANSINO!
Vuelve al rato con la bandeja: un zumo, unas rebanadas de pan tostado, el cacharro de la mermelada y el clásico cuenco de arroz.
──Gracias ──agradece y toma la bandeja posicionándola sobre sus piernas.
──De nada ──devuelve el gesto──. Me voy a desayunar. Me avisas cuando acabes ──informa antes de volver a marchar. Se para de golpe bajo el marco de la puerta, mirando de lado al joven con una sonrisa ladina, quién daba unos tragos al zumo──. Por cierto, puede que alguien haya escupido en su zumo ──y una vez dicho eso, retoma el andar riendo con maldad.
Bailong, muy asqueado, le rezaba a Dios porque Eri no lo hubiera hecho.
Llegada la tarde, a nuestra pelirroja no se le iba la sonrisa triunfante mientras portaba las botellas de agua de camino al banquillo.
──Me vas a pagar lo de esta mañana ──suena a su espalda, haciendo que de un pequeño salto en el sitio. Una mano se coloca en su hombro izquierdo y es entonces cuando ve al dueño de esa voz, generando una sonrisa en sus labios.
──Bailong, ¿qué tal el desayuno? Muy nutritivo, ¿no? ──bromea Eri conteniendo la risa.
──Por supuesto ──dice siguiéndole el juego, echando a correr al centro del campo en cuanto llegan.
Eri deja las botellas en una de las esquinas del banquillo, regresando a la cocina a por las rodajas de naranja que, al parecer, son buenas para los jugadores.
──¡Nathan! Cuánto tiempo. ¿Qué tal? ──pregunta Caleb nada mas descolgar el móvil, apartándose de Eri para tener más privacidad.
──Ni que fuera una apestada ──murmura la joven viendo irse al adulto.
ESTÁS LEYENDO
❝ ────── 𝐑𝐄𝐒𝐈𝐒𝐓𝐄𝐍𝐂𝐄 𝐉𝐀𝐏𝐀𝐍 | 𝗂𝖾 𝗀𝖺𝗅𝖺𝗑𝗒
Fanfiction𝙍𝙀𝙎𝙄𝙎𝙏𝙀𝙉𝘾𝙀 𝙅𝘼𝙋𝘼𝙉 | ❝ «Se dice que no hay nada como el hogar. Acogedor. Cálido. Pero que en sí reconforta y hace a uno estar sumamente cómodo. Una sugerencia por parte de su tío hizo que ella volviera a Japón por sus vacaciones de v...