Novia a la fuga

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Piensa en algo Hope, vamos, yo puedo pensar en algo para salir de esto. Miro a todas las mujeres que están aquí y les sonrió mientras finjo que sé que está pasando y que estoy emocionada con eso.

No dejes que vean tu pánico. —me digo en mi mente.

Miro el lugar e intento mostrar emoción por todo esto hasta que se me ocurre una idea.

—Me disculpan un momento, debo ir al baño.

Una de las trabajadoras me señala el baño y antes que alguien pueda decir algo, yo salgo corriendo hacia el baño. Cierro la puerta con seguro y observo la pequeña ventana que esta encima del lavado.

—Bien, eso podría funcionar.

Creo que, si me paro sobre el lavado para salir por la ventana, hay la posibilidad que me caiga y termine en el hospital, pero si no lo hago podría terminar casándome hoy con Santiago Miller.

Además, si me caigo me tendrán que llevar al hospital y eso evitará que me casé.

—Y terminar en la sala de emergencias es un millón de veces mejor que terminar casada con Santiago Miller.

Tomo aire y pienso como llevar a cabo esta idea.

—Bien, Hope, nunca fuiste atlética, pero este es tu momento. No te caigas.

Después de darme ánimos, tomo aire y me impulso con las manos para poder pararme en el lavado. Escucho como el lavado cruje y me apresuro abrir la ventana. No es tan difícil como yo creí. Tratar de salir por la ventana es la parte difícil, estuve a punto de caer un par de veces, pero tal vez sea por la adrenalina del momento o por el miedo al matrimonio, que logro salir por la ventana y saltar hacía la libertad.

—Este golpe dejará un gran moretón mañana. —me digo mientras me sobo mi pierna derecha.

Me paro y empiezo a correr lejos de la tienda. Saco el teléfono de mi bolso y llamo a Lola.

—Vamos Lola, contesta.

Ella contesta al tercer tono.

—Lola, necesito quedarme contigo, es una emergencia, repito una emergencia.

—¿Qué sucede? ¿Te está persiguiendo la Policía? ¿La mafia? ¿Mataste a alguien? Porque si es así, conozco un sujeto que nos puede ayudar con eso.

—Algo así, si alguien te llama y te pregunta por mí diles que no sabes nada.

Cuelgo la llamada y estiro mi mano para llamar un taxi. Un taxi se detiene y le digo la dirección de Lola. Me recuesto un poco más tranquila sobre el respaldo del asiento. Al menos no me voy a casar hoy, pero ahora todos me deben estar buscando. ¿Dónde está Santiago? Saco mi teléfono y marco su número, pero me sale apagado. En serio estoy pensando que tal vez se enteró de los planes de su abuela y se escapó a la Antártida. Es un desconsiderado si él sabía sobre esto al menos debió decirme o llevarme con él.

El taxi se detiene frente al pequeño edificio donde vive Lola. Le pago al taxista y corro hasta la entrada del edificio. Subo las escaleras y llego hasta la puerta donde vive Lola.

—Lola, soy yo. —digo mientras golpeó su puerta con insistencia.

Ella abre la puerta y yo me lanzo a sus brazos. Cuando me separo de ella, Lola me mira entre asustada y preocupada.

—¿Qué sucede amiga? Sabes que yo haría cualquier cosa por ti, si hay que matar a alguien conozco a un sujeto que nos puede ayudar.

Lola tiene un sujeto para todo, un sujeto que repara lavadoras, otro que consigue relojes a buen precio, otro que rescata animales, otro que fumiga insectos y así. Siempre me pregunto dónde conoce a esos sujetos.

La noche en que nos conocimos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora