Respira. Todo va a estar bien, él va a estar bien, todo tiene que salir bien. —me repito en mi mente.
Él es tan joven, uno no espera que algo así le suceda a alguien tan joven, con tantos planes en su vida. Está comprometido, se va a casar pronto, ya tiene casi todo listo para ese día. No es justo, pero si algo he aprendido es que la vida rara vez es justa o tal vez tiene su propia forma retorcida de hacer justicia. Pero Emmanuel es bueno, ha cometido errores, como todos y dudo que haya hecho algo tan malo que lo lleve a una muerte tan prematura.
Él va a estar bien, tiene que estarlo. —me sigo repitiendo para intentar tranquilizarme.
Santiago se sienta a mi lado en las sillas de la sala de espera y toma mi mano. Recuesto mi cabeza en su hombro y cierro los ojos. Me siento cansada, no he dormido nada.
—¿Cómo está? —me pregunta él.
—Estable, es todo lo que sé.
Desde que llegué aquí le han hecho miles de exámenes y aún faltan más. El doctor aún no quiere decir nada y solo me dice que debo esperar los resultados. Lo vi un momento cuando llegué, pero él estaba inconsciente, despertó hace un momento, pero Rosalie estaba con él. Yo la llamé porque ella debe estar con él. Yo debería irme a casa a descansar, Emmanuel no está solo, tiene a Rosalie y no hay nada que yo pueda hacer aquí. Pero mi cuerpo se rehúsa a moverse.
—Tienes que descansar. —me dice Santiago como si hubiera he estado escuchando mis pensamientos.
Descansar suena bien, pero no creo poder hacerlo.
—¿Me puedes llevar a mi apartamento? —le pido a Santiago mientras me levanto.
Él asiente con la cabeza y me guía hasta el estacionamiento donde está su auto.
—¿Está tu amiga ahí? —me pregunta él mientras nos subimos al auto.
No entiendo la razón de su pregunta.
—No, ella tiene una recolección de fondos en otro estado. Regresa mañana.
A penas está amaneciendo. Recuesto mi cabeza en el asiento y cierro los ojos. Me siento exhausta. Como si hubiera corrido un maratón y en medio de la carrera hubiera tropezado y el resto de corredores pasaron encima de mí.
Me despierto cuando Santiago mueve suavemente mi brazo y dice mi nombre. Me despierto algo desconcertada cuando veo que estamos en su casa. ¿Cuándo acordamos venir aquí?
—No creo que sea buena idea que estés sola hoy.
No discuto con él, debo estar demasiado cansada como para no querer discutir con Santiago. Lo miro de reojo y veo que a él también le sorprende que no diga nada.
—No creas que siempre será así, es solo por la falta de sueño, no te acostumbres a esta Hope que no discute.
Él se ríe, pero no me dice nada.
Me lleva hasta su casa y cuando estamos dentro, nos dirigimos a la cocina, porque Santiago insiste en que debo comer algo. Sé que tiene razón, pero no tengo hambre. Tampoco creo que pueda comer algo ahora, mi estómago se siente algo revuelto.
Me siento en el mesón y veo a Santiago caminar por la cocina. No sabía que él cocinara. Debe hacerlo desde hace mucho tiempo porque se mueve con mucha destreza por la cocina. Toma ingredientes y los pica con pericia. Me relajo al verlo cocinar. Él me sirve una taza de té y sigue cocinando. Bebo mi té y lo sigo mirando, miles de preguntas vienen a mi mente como por ejemplo donde aprendió a cocinar, porque le gusta hacerlo. Pero no me siento de humor para hablar, así que guardo las preguntas en mi mente para hacerlas después. Ahora solo me dedico a observar.
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La noche en que nos conocimos ✔
RomanceHope Evans, es amante del arte, la buena comida y un imán para los problemas, y a veces, quienes la rodean se ven envueltos en sus dilemas, como le sucedió a Santiago Miller, el cuñado de su hermana. -¿Me vas ayudar? ¿Vas a fingir ser mi falso prom...