Piscina en la jungla

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Ya eran cerca de las 4:30 de la mañana cuando desperté. Sabía que no iba a poder dormir más así que simplemente me quedé mirando al techo.
La conversación con Kyoya -Que se terminó convirtiendo en un chat grupal al que se unió Tamaki- había ayudado a despejar mi mente, por lo menos un poco, aunque los pensamientos deprimentes seguían taladrando mi cabeza de vez en vez.

Suspiré y me levanté de la cama.

Me cambié lo más rápido por el uniforme del instituto l y guardé algo de ropa y libros para las clases.

Seiji seguramente se encerraría en una maratón de trabajo por los próximos días, siempre era así después de ver a la familia.

Yo no quería estar sola.

Tomé una nota adhesiva y escribí un simple "Me quedaré un tiempo en la agencia. Come adecuadamente y cuídate, por favor."

Ya había pasado antes. No se necesitaba de más palabras.

(...)

Cuando llegué a mi dormitorio en la agencia dejé mis cosas sobre la cama y fui directo a la cocina.

-¡Moriré si no como ahora! -grité haciendo una pose dramática apenas entré. Tamaki era una mala influencia.

-Oh.. hola -dije cuando me di cuenta de que había un chico dentro... y me miraba como si estuviese loca ¡qué vergüenza! -Siento lo del grito.

-Hey, Enana, Masato -saludó Ranmaru detrás de mí

-¡Oh, he escuchado de ti! -dije volteando hacia el chico peliazul de cabello recto y acercándome un poco- eres miembro de STARISH ¿no? Gusto en conocerte, soy Tsukiri.

Al momento que extendí mi mano para saludar él dejó la taza de café que sujetaba en su mano derecha y correspondió al apretón.

-Hijirikawa Masato, el gusto es mío.

Era evidente que el chico era de pocas palabras, pero estaba bien así. Ya sabía de él por Reiji en su faceta de "vecina chismosa".

Entonces un granito más se añadió a mi montaña de momentos vergonzosos cuando mi estómago rugió en medio del silencio.

-... No he desayunado -respondí con simpleza encogiéndome de hombros ante la ceja levantada de Ranmaru.

-Eres un desastre.

-Por eso debes cuidar de tu querida kohai y darle algo de comer ¿verdad, senpai? -contesté sonriendo.
Eso era parte de nuestra rutina.

Después de esas palabras Ranmaru cruzó la habitación hasta llegar detrás del mesón y encendió la estufa mientras yo me sentaba a un lado de Masato.

Cocina + Ranmaru = Mejor desayuno de todos los tiempos.

La única ecuación con la que nunca me cansaría... o intentaría lanzarme por la ventana. No era un secreto para nadie mi odio por las matemáticas.

Ese desayuno definitivamente mejoraba la jodida cena familiar que tuve.

(...)

Poco antes de las siete treinta ya estaba dentro de mi salón lista para otro súper aburrido día de clases ¡Fantástico! ¡Ni Disneyland podría ser mejor que esto!

El día pasó tranquilo, entre escuchar las clases y lanzarle pedacitos de borrador a Tamaki  -porque ver a la diva rubia buscando desesperadamente a quien le lanzaba cosas, solo después de darse cuenta que no podía ser un fantasma, era mas divertido que ver a Kyoya ignorando todo- hasta qué sonó la campana del final de clases.

Arte |Ootori Kyoya|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora