Ataúd Del Desierto ⸻ 𝗴𝗮𝗮𝗿𝗮

20| Adios Akatsuki

Observé como las personas de la aldea volvían a la vida tras la repentina desaparición de Pain, Konan y mi hermano. Gracias a esto mi plan se había acabado y no podría llevarlo a cabo hasta encontrar la manera de terminar con la vida de la Senju. Mi plan era utilizar a Pain para que el acabara con ella por mí y la quitara completamente de mi camino, pero el simplemente no pudo hacerlo.

No quería que mi plan llegará a su final, pero lo había hecho. Ahora tenía que crear otro en el que no involucrara a Pain, ya que era un completo inútil y no podía hacer nada bien para mí.

Todas las personas de la aldea fueron recuperándose poco a poco y cuando se dieron cuenta de mi presencia se alejaron inmediatamente con temor plasmado en sus rostros. Amaba eso, realmente lo amaba, pero ahora no tenía tiempo para admirar sus expresiones, debía acabar con la Senju mientras se mantuviera débil, de otra manera me sería más complicado y tendría que recurrir a alguien para acabarla mucho antes de lo planeado.

Kakashi quien parecía aun algo aturdido se abrió paso entre toda la gente de forma precipitada observando primero a todos los renacidos que me habían visto y se habían alejado completamente de mí. Sin prestarle atención a nadie dirigí mi vista a la Senju, quien se encontraba en perfectas condiciones para poder continuar mi plan ahora mismo a pesar del desplante que tuvo Pain hace unos momentos, sin embargo, estaba rodeada de ANBUS y demás ninjas formando una barrera de protección complicando totalmente mi trabajo.

Suspire con pesadez y volví sobre mis pasos para recoger mi mascara, mire de nuevo a todos con enojo, nada había salido a mi favor hoy. Las personas que habían muerto por mi habían vuelto a la vida desperdiciando todo mi trabajo de hace unas horas, realmente me había esmerado en asesinar a cada una de ellas y ahora por alguna extraña razón habían vuelto a la vida. Lo único bueno era la destrucción de la aldea, era una de las cosas que tenía planeadas para esta misión y se había cumplido, estaba más que satisfecha con el trabajo que había realizado Pain con ello, era lo único bueno que había hecho. Había logrado dejar a Konohagakure en la nada.

Mi hermano no se encontraba aquí para detenerme inútilmente con sus palabras adoloridas y llenas de esperanza. Así que aproveché su desaparición para irme rápidamente de ahí pues no iba a escuchar a Kakashi, me coloqué mi mascara aun mirándolos con enojo y despreció, di vuelta en dirección a la guarida de Akatsuki para ver que había sucedido con la misión que con tanto entusiasmo y anticipación había organizado Pain.

No escuché ningún grito para detenerme de Kakashi. No escuche ninguna advertencia de la Senju. No escuche ningún grito de desprecio de los aldeanos. Solo existía el silencio que necesitaba en aquellos momentos, y bajo el silencio camine sobre uno de los cuerpos de las sendas destruidas y desaparecí de la aldea camino hacia Akatsuki.

➸

Al llegar a la sombría guarida de Akatsuki logré percibir una extraña sensación familiar, además de sentir todo extrañamente vacío. Me adentré más a la cueva y pude observar a lo lejos tres siluetas observándome con la seriedad que caracterizaba a los de esta organización. Caminé un poco más hasta quedar de frente a ellos, quien estaba al centro dio un par de pasos hacia adelante dejando la sombra de la cueva que lo cubriría gracias a la poca iluminación, finalmente pude ver a Madara.

―¿Qué sucedió con Pain? ―pregunté―

―Pain y Nagato fueron asesinados por tu hermano ―respondió dejándome completamente confundida, pues no tenía ni idea de quién era Nagato y mi hermano a pesar de las circunstancias no tenía la capacidad para asesinar a alguien―

―Bien. No me interesa saber quién era Nagato y tampoco me importa Pain, iba a asesinarlo de todas maneras ―respondí mientras retiraba mi máscara mirando seriamente a Madara, poco le iba a importar mi comentario pues a él también le estorbaba, solamente era un peón más en nuestros planes. Él no estaba al tanto de mis planes, pero no tenía que enterarse, el solamente debía saber que aún estaba de su lado y nada más―