VI: Debe tener su nombre

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6: Debe tener su nombre

Anabella.

—Se supone que ibas a investigar lo que te pedí, Anabella. ¡Rayos!, lo prometiste. —Se escucha a una molesta Coral Hidalgo tras la línea telefónica con ganas de estrangularme. Está mañana me ha despertado el sonido del móvil y cuando lo he cogido ha sido ella, demasiado ansiosa por saber que había investigado sobre el asunto que me encargo: saber si Ivo Lombardi tiene dueña. El punto es que no hice ninguna investigación porque...

—Perdóname, Coral. Lo olvidé —le digo, disculpándome y soltando un gran bostezo.

Echo un vistazo al reloj de mi pared y maldigo a mi amiga por más que la quiera por despertarme a las siete de la mañana, quería seguir durmiendo. Se supone que tengo vacaciones y siempre me ha gustado dormir hasta tarde. Puedo recordar esos tiempos de niña cuando para mi madre era una guerra sacarme de la cama temprano para ir al colegio. Soy bastante perezosa, la verdad.

—Claro, ya entiendo, olvidaste pagar una deuda que tienes con tu mejor amiga desde el kínder por haberme ignorado el día de mi «CUMPLEAÑOS» e investigar algo que para mí es más importante que respirar en estos momentos, porque me imagino que estabas más pendiente de comerte a besos con, Eros. —Hace una pequeña pausa. La conozco lo suficiente para imaginar lo próximo que dirá—. A menos que hayan llegado a algo más, ¿fue así?

Sonrío, y dejándome caer de espaldas sobre mi cama monto una pierna sobre la otra. Enredo entre mis dedos un mechón de mi cabello y suspiro pensando en los deliciosos besos de Eros y sus caricias hace apenas un par de horas.

Y sí, Coral tiene razón, le prometí investigar lo que me pidió sobre el mellizo de mi dios de ojos azules pero tal como ella dice estaba más pendiente de disfrutar de su compañía, de su calor, del aroma sexy, masculino y varonil que emana de su piel. Disfrutar de esos besos tan deliciosos que me habían hecho gritar y querer más, mucho más. Y es que la verdad, estando a su lado solo pude pensar en él, en nosotros, en lo feliz que me siento junto a él y lo mucho que deseo que esto tan bonito que siento por Eros Lombardi no se acabe... nunca. Él es esa historia de amor con la que siempre he soñado: una tan parecida a la de mis padres. Tan parecida a la de mi tía Ariella con el tío Caleb o la del tío Mateo con la tía Fiorella... pero está será mía y la quiero ¿eterna?

—Te confieso que tuve ganas de perder el control con Eros —contesto a Coral, saliendo de mis cavilaciones—. Con solo sus besos y toques me llevó al límite, tanto que prácticamente le había suplicado desnudarme y hacerme suya.

— ¿En serio? —Escucho su pregunta de asombro al otro lado de la línea.

—Te lo juro, Cora. Ese hombre con esa boca y esas manos es capaz de hacerme perder la cabeza; me arrebató por completo la cordura y en sus brazos consiguió ponerme a arder como si chispas de fuego estuvieran cayendo sobre mi piel. Eros con ese nombre de dios hace sentir cosas extrañas a mi cuerpo, pero que se sienten malditamente deliciosas.

— ¡Rayos!, eso suena a que es un hombre bastante... ardiente.

Y sí que lo es, pienso.

—No te imaginas cuánto, pero lo que más amé de él es que Eros es un caballero. Lo es. Otro en su lugar hubiera aprovechado la oportunidad que le di de llegar más allá de un beso, pero no él, me demostró con eso que me quiere más que para sexo, que es un hombre ejemplar y no sabes lo mucho que aumentó lo que ya sentía por él.

—Me alegra por ti, Anabella —dice—. Eres mi amiga y no dudes ni por un instante de que si tú eres feliz, yo también lo seré tan o más que tú.

Sé que es sincera y le lanzo un beso.

—Lo sé. En cuanto a Ivo, te prometo investigar lo que me pediste, Cora. Veré a Eros más tarde, iré a almorzar con él. Quizás pueda descubrir lo que tanto quieres saber, si su mellizo tiene novia. Le haré de periodista solo por ti, porque te quiero.

Hasta que llegaste tú (Inevitables #2.5)✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora