III: ¿Qué me hiciste?

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Anabella

—Cariño, ¿puedo pasar?

Mi madre se asoma a mi puerta en tanto yo seco mi cuerpo húmedo con una toalla blanca tras haberme dado una ducha, cantando en voz alta. Mi pelo también está húmedo después de haberlo lavado, pero no chorrea porque lo he secado. Lo bueno es que al ser corto y no mi larga melena anterior lo secaré y daré forma muy rápido. Fue una buena idea cortarlo.

—Claro mamá. Pasa.

Una vez le ordeno entrar, lo hace y enseguida su cuerpo pequeño está en mi recámara. Mira dos piezas de ropa sobre mi cama y pregunta:

—¿Vas a salir?

Asiento, dejando la toalla a un lado y quedándome totalmente desnuda ante mamá. Que otra persona me viese como Dios me trajo al mundo si me daría un poco de pena pero no con ella, no cuando me bañó tantas veces de chica y de grande también cuando me enfermaba.

—No tenía ganas de salir, pero Coral me convenció de salir a bailar y tomarnos un trago. Utilizó el pretexto de que hoy es su cumpleaños y quería celebrarlo con su mejor amiga, no pude escapar.

—Hmm, eso está bien, Anabella. Eres joven y está bien que te diviertas.

—Pero sabes que los sitios nocturnos no son lo mío. Me molesta más que nada la música alta que ponen allí y el alcohol, me gusta la tranquilidad.

Mamá se acerca, y tomando mi cara en sus manos se alza sobre sus pies, al ser un poco más baja que yo, para darme un beso en la frente.

—Ya sé que eres una jovencita tranquila que odia el escándalo, pero un poco de diversión al año no hace daño a nadie cielo. Eres joven y debes disfrutar tu juventud, yo disfruté bastante de ella.

— ¿Sí?

Ella sonríe.

—No sabes cuánto. Solía encantarme bailar, de hecho, aún me sigue gustando. Ve a divertirte.

Asiento.

—Vale. —Acercándome a mi cama le muestro a mi madre los dos vestidos que son mis opciones para esta noche, uno negro y el otro color champagne—. Estoy un poco indecisa en lo referente a estos dos vestidos, ¿Tú cuál crees que me quedaría mejor?

—Eres hermosa, Anabella —me dice—. Cualquier cosa te quedaría bien.

—Lo dices porque eres mi madre.

—Lo digo porque es la verdad. Eres una mujer preciosa, Anabella —mamá dice—. Recuerdo que cuando eras pequeña no dejaba de pensar cada vez que me sonreías con esa carita hermosa que cuando crecieras ibas arrodillar a los hombres a tus pies.

Río.

—Pues sí ha habido chicos que me han gustado mamá y otros que han gustado de mí, pero hasta ahora no he tenido un novio.

Me toca la cara con cariño.

—Ya llegará el indicado, cielo. Yo tuve mi primer novio a los veintiséis y fue tu padre con el que llevo más de quince años de feliz vida, así que aún tienes esperanzas. —Le sonrío sin decirle nada—. Me parece que este quedará bien en ti.

Ella elige el champagne y era mi favorito también. Es muy sexy y algo revelador debía admitir. Tiene un único tirante lo cual hará que mi hombro quede al desnudo y un corte horizontal en la cadera que dejará ver la curva de mi cintura. Me llegará hasta las rodillas, pero una de mis piernas quedará al descubierto gracias a un corte vertical en la prenda.

—Gracias mamá. Este será entonces.

—Te dejo para que te cambies. Lo bueno del hecho es que en vista de que tú saldrás, los niños están en casa de sus abuelos paternos...

Hasta que llegaste tú (Inevitables #2.5)✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora