Él

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Eros Lombardi.

Las carreras, la adrenalina y las pistas de carreras, son mi mundo desde hace años.

Soy Eros Lombardi, el jodido rey de las pistas.

Empecé a correr profesionalmente a los diecinueve años y desde entonces no he parado, tampoco de ganar. Me encanta la emoción que se siente al ganar. Mierda, me gusta ser el puto rey, las mujeres me aman por ello.

—Eros, tus marcas de hoy son impresionantes. Estoy más que seguro que si sigues así ganarás esa carrera panamericana en México.

Salgo del bajo vehículo, quitándome el casco protector.

—Yo siempre gano, Ivo. Soy un ganador, ¿no lo sabes aún?

Mi hermano pone sus ojos en blanco.

—Vaya contigo, ¿no has escuchado hablar de la palabra «humildad» por ahí?

Río, recargando mi cuerpo del coche, escuchando el ruido que hacen con sus autos de carreras los demás pilotos que practican en el autódromo como yo.

—¿Qué es eso y con qué se come? —me burlo, molestándolo un poco.

Ivo niega con la cabeza, recorriendo su cabello negro con sus dedos. Mi mano va a su hombro izquierdo, apretando un poco de él.

Ivo Lombardi es mi hermano, mi mejor amigo y mi cómplice... Es mi compañero de crimen desde que somos unos críos. Siempre hemos estado uno alrededor del otro sin separarnos y no creo que existan por ahí dos hermanos con una mejor relación que nosotros dos, hemos llorado y reído juntos por años...

Él, mi hermano, es mi persona favorita en el mundo y no existe alguien a quien ame más que a él ni existirá nunca.

Obviamente, somos muy diferentes en muchas cosas como todo mundo, a pesar de que somos mellizos—yo soy mayor por cinco minutos—. Mientras Ivo es el chico del corazón bueno, de los buenos sentimientos, yo no es que sea malo pero no le llego a su nivel de bondad. Él siempre fue el de las notas sobresalientes en la escuela, el buen alumno y el preferido de los profesores, yo era Eros el problemático, el que alborotaba la clase; además de un pésimo estudiante, el que sacaba canas verdes a los maestros. Me odiaban. Eso sí, en cuanto a la suerte con las chicas ese sí que siempre ha sido mi gran fortuna...

¿Nuestros padres?

Mi hermano y yo somos huérfanos de padres desde que teníamos 8 años. Lo cruel del caso es que ellos fueron asesinados y es algo que a Ivo ni mucho menos a mí nos gusta hablar con mucha gente o mejor dicho, no lo hablamos con nadie, pues es muy triste para ambos.

A causa de quedarnos huérfanos muy chicos fuimos adoptados por unos tíos, los cuales han sabido hacer de nuestros padres a la perfección. Nunca tuvieron más hijos que nosotros dos así que nos convirtieron en la parte más importante de ellos dos. Eleonor y Dean Lombardi nos llenaron de amor y los amamos.

De los dos, Mamá es la que siempre se queja de la carrera que escogí y la mayoría de las veces está preocupada por mí a causa de la vida al límite que llevo. Siempre está asustada de si puedo tener un accidente y morir como ha sucedido con muchos compañeros pilotos. Intenta convencerme día con día de que deje de desafiar a la muerte, pero la única verdad es que aunque la amo no podría vivir sin correr, es todo lo que me hace feliz en la vida, después de mi familia obviamente. La familia ante todo.

—Te quiero hermano, ¿oíste? —le digo, dándole una palmada en la mejilla a modo de cariño—. Me gusta decírtelo siempre para que nunca lo olvides. Eres por la única persona que sería capaz de matar de ser necesario.

Hasta que llegaste tú (Inevitables #2.5)✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora