V: Ardiendo

15.1K 1K 53
                                    

Anabella

Un suspiro sale de mis labios, analizando frente al espejo de mi habitación si estoy segura de lo que haré. Una chica de ojos verdes, cabello corto y una cara de chica verdaderamente idiotizada con un hombre me devuelve la mirada.

Eros.

Voy a salir con él después de que esa chica había venido a amenazarme hace apenas unas horas atrás, aunque debo confesar que en un principio sí quise negarme; no porque no tuviera ganas. Me muero por ver a ese dios de ojos azules que me tiene idiotizada desde el primer día que lo vi. Me muero por besarle. Me muero por sentirlo y olerlo como si lo necesitara para continuar viviendo en ese mundo, es una necesidad tan grande que me consume, que me está enloqueciendo.

Eros me fascina.

Pero...

Si he de ser franca lo que menos quiero en mi vida en estos momentos son problemas y algo en la actitud de esa chica, por más que me lo quise negar a mí misma en un principio, me hizo ver que ella hablaba realmente en serio. La chica con ojos de gata está encaprichada o más bien, obsesionada con Eros, y lo cree de su propiedad cuando el hombre no le da ni la hora.

Sin embargo, al notar la ansiedad en la voz de Eros por verme mandé a Serena Grossi al carajo y me concentré solo en mis inmensas ganas de verlo.

Quiero verlo, me muero por hacerlo y mis labios casi lloran por sus besos, otra vez.

Es el primer hombre que me gusta tanto en toda mi vida y quiero tanto estar cerca de él que duele. No voy a dejar que Serena, que no sabe aceptar que él no está obligado a quererla más allá de como su primita, me quite el deseo de disfrutar de esto que estoy sintiendo. No dejaré que ella me quite esta ilusión, de todos modos si intenta algo en mi contra tal y como le dije soy capaz de denunciarla.

Decida a tener una, ¿cita? Con Eros esta noche me dispongo a vestirme, hasta el momento tenía diez minutos mirándome totalmente desnuda frente al espejo, convenciéndome de sí lo que estoy por hacer está bien, hasta que me convenzo de que más que bien se siente perfecto.

—Voy a verle —susurro, sonriendo como tonta.

He optado por algo tan simple como unos pantalones Jeans rotos, una blusa blanca y una chaqueta negra. La blusa es un poco corta y deja parte de mi abdomen al descubierto, notándose mi vientre plano gracias a mi obsesión por el ejercicio y mantenerme en forma, dejándome lucir mi hundido ombligo. Finalmente me calzo unas plataformas. Maquillaje no me pongo más que un poco de pintalabios rojos y listo. No necesito nada más. Ni madre me ha enseñado que no necesito maquillarme tanto para lucir hermosa. Ella nunca usa demasiado y siempre luce preciosa.

El cabello lo dejo suelto, el hecho de estar corto ayuda a que no estorbe como antes que estaba demasiado largo y la mayoría de las veces debía optar por llevarlo en coletas. Fue una buena decisión cortarlo.

Estoy muy nerviosa por ir a verlo, mis manos sudan y mi corazón late a toda velocidad, pero también estoy muy contenta. Ya lista, no sin antes rosearme un poco de perfume en el cuello, salgo de mi habitación cerrando la puerta a mi salida y tomo el camino hacia la sala.

Él está a punto de llegar y no deseo hacerlo esperar.

—Tienes pinta de que vas a salir, cariño —murmura mamá al verme bajar las escaleras de la casa, viéndola a ella salir del área de la cocina con un vaso de agua en la mano.

Mi madre no tenía idea de que saldría porque cuando Eros marcó yo estaba en mi habitación viendo la tele sin nada que hacer un domingo por la noche, le dije que sí a verlo y corrí rápidamente a darme una ducha y cambiarme lo más rápido posible, ya que, me dijo que me daría cuarenta minutos antes de llegar por mí.

Hasta que llegaste tú (Inevitables #2.5)✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora