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24 días después.

Presiono el puente de mi nariz con ayuda de mi dedo índice y el pulgar, la sensación de que me estoy ahogando en un mar de estupidez corta mi suministro de aire.

¿Cómo pudo papá dejar que estos idiotas dirigieran nuestra compañía antes que yo por casi dos meses?

Levanto la cabeza y me siento más cómodamente en la silla en la que se sentó mi padre por los últimos catorce años de su vida y miro con severidad a los cuatro hombres sentados a mi lado y a mi esposo frente a mí. Ojalá le hubiese echado tequila a la taza de café en la mesa frente a mí.

Antes de hoy, solo era la hija del CEO que pasaba por la compañía varios días a la semana, pero ahora soy yo la dueña. Todos ellos trabajan para mí y eso es solo gracias al padre de mi esposo. Solía pensar que todos eran hombres caritativos, correctos y tal vez lo sean fuera de la oficina, pero trabajar con ellos es una experiencia enteramente diferente a solo saludarlos y hacer pequeña conversación cuando pasas a su lado.

Todos tienen doctrinas, actitudes diferentes y puedo decir que no aprobarán lo que tengo en mente... por suerte para mí, si no concuerdan conmigo, la puerta está abierta.

—Caballeros, no podemos dejar de hacer lencería para tallas grandes. Estoy de acuerdo en que necesitamos hacer algunos recortes por el bien de la compañía, pero hacer lo que ustedes sugieren no marchara como ustedes creen. ¿Entienden que cada mujer viene concebida con diferentes características en sus cuerpos y que no es correcto excluir a las damas con sobrepeso de comprar lencería solo por su aspecto? —Pregunto con una voz suave, pero penetrante. No quiero parecer muy autoritaria, pero podría no tener otra opción.

No solo creo que eliminar la lencería y trajes de baño para tallas grandes sería catastrófico para nosotros dada la era en la que vivimos, sino que las mujeres de talla grande son las que compran más lencería y tienen derecho a verse tan lindas como quieran así que, de nuevo, ¿Por qué pensarían si quiera en esto como opción?

El señor Brooks me devuelve la mirada y luego pone los ojos en blanco del modo más elegante y masculino que un hombre puede ejecutar esa acción.

Niños. Los hombres que mantienen esta compañía a flote son niños.

El señor Brooks posee el 5% de las acciones de la empresa. Hice mi excavación antes de que comenzara mi primer día; un soltero de 37 años, con un hijo del que se encarga por completo. Vendió la compañía de su madre hace años después de que ella falleció para prestar toda la atención a su hijo y, con el capital, compra pequeñas acciones de compañías que sabe que son adecuadas para él. Nació un economista y morirá como tal y como cualquier economista que haya vivido y vivirá, tan pronto como las ventas del producto que está vendiendo cae, le entra el pánico.

Es lo que está haciendo ahora. Yo, sin embargo, le llamo a esto: los azules de Van De Allure. Toda empresa pasa por esto. Tener pérdidas no significa rendirse, particularmente en una línea de lencería tan exclusiva como esta, pero por supuesto, eso es lo que él prefiere hacer. Lo despediría si pudiera, pero papá me mataría si hiciera eso el primer día.

—¿Para qué necesitan las mujeres gordas lencería de todos modos? No es como si tuvieran a ningún hombre para quitárselas. —Él me indica a mí, ¡A mí! Riendo como si no tuviera su trabajo y futuro en mis manos, o por lo menos, cinco por ciento de sus ganancias. Los demás hombres se le unen y tengo que apartar la mirada para que no vean lo fastidiada que en realidad estoy por dentro.

¿Por qué los hombres siguen hablándome así? ¿Quién piensan que soy? Puede que no esté usando un vestido corto negro hoy, pero creo que está bastante claro que soy una mujer. ¡Yo soy muy femenina, tengo las uñas pintadas de color rojo y todo!

Con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora