quattro

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—Tu padre va a estar bien... Aunque... — dice la enfermera Karla con preocupación.

—¿Qué? ¿Qué es? —pregunto con los brazos cruzados.

—Me molesta que esté tan solo aquí. Trabajas nueve horas al día y todas esas horas él las pasa aquí, sintiendo lástima por sí mismo. Leah, el ataque que tuvo hoy y su enfermedad están vinculados a sus nervios y los nervios están vinculados a las emociones. De verdad creo que le ayudaría tener a alguien que lo entretenga aquí.

—Le he estado hablando de eso, pero se niega. Es muy necio a veces.

Ella asiente, mordiéndose el labio.

—Ya no se quejará más. Aceptará a cualquier persona que elijas, me asegure de ello.

Frunzo el ceño inclinando mi cabeza hacia un lado.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque hable con él. De hecho, lo amenacé.

Mis ojos se abren con sorpresa.

—¿Amenazaste a mi padre? ¿A Caesar Van De Plasse? ¿Y te ha escuchado? —pregunto a punto de echarme a reír.

Ella se encoge de hombros con una sonrisa en los ojos.

—Y él escuchó. Es un hombre orgulloso, Leah. Ha sido un jefe durante la mayor parte de su vida ... estar tan enfermo de forma tan repentina ... es difícil, pero está dispuesto a hacer algo para mejorar su situación.

Asiento, caminando de un lado a otro. Bien, bien. Esto es bueno. ¡Esa es una muy buena noticia!

Ahora, tengo que encontrar a la mujer adecuada. Una que puede manejar los cambios de humor de papá, pero también alguien que sea divertida y comprensiva y que pueda hacerle ver que, a pesar de su enfermedad, la vida continúa.

—¡Tu! —grito, haciéndola saltar del susto —perdón por asustarte, pero es que eres perfecta. Te escucha y le gustas y.... espero que también te guste. ¿Puedes por favor decir que sí para que no tenga que pasar por el casting de enfermeros y escuchar a mi padre decirles que no a todos? ¡Por favor! Te pagaré lo que quieras. — musito privada de sueño. Es la una de la mañana, tengo que levantarme en cuatro horas.

Karla me mira, luego a la habitación de mi papá y luego a mí otra vez. Pongo mi mejor mirada de ''por favor, ayúdame o de lo contrario lloraré", para que diga que sí, pero veo más que confusión en sus ojos. Veo miedo.

—Bueno. Trabajaré para ti.

Dejo salir un suspiro desde el estómago y asiento.

La acompaño a la puerta y luego regreso a mi habitación. La computadora portátil está en el medio de la cama, justo donde la dejé, con el texto no escrito. Me avergüenza decir que estaba a punto de decirle algo ingenioso, pero en lugar de eso solo respondo:

''Como CEO de su propia compañía, creo que puede entender que necesitamos dormir. Sí, si hay una razón por la que esperé hasta esta noche para escribirle, pero le prometo, no es para nada interesante, pero si aún quiere saberlo cuando amanezca para ambos, entonces cuando nos veamos cara a cara, responderé lo que quiera que yo responda. Buenas noches, señor Bianchi.

Leah Van De Plasse CEO de Van De Allure.''

Cierro mi portátil y me tiro en la cama, sin siquiera quitarme la bata y seguir con la ropa interior de Gian Bianchi puesta.

🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫🌫

—¡Leaaaaaaaah! —Alguien grita en mi oído despertándome con un pequeño ataque de pánico. Ruedo en el borde de la cama, abriendo los ojos de par en par y con un grito silencioso. Estoy enredada en las sábanas, así que no puedo usar mis pies o brazos para evitar que pierda el equilibrio, caiga de la cama y aterrice en sobre mi culo, pero mi cabeza también recibe un golpe.

Con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora