XXIII

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Su corazón latía muy rápido que amenazaba con salir desbocado de su pecho. Ranma giró la cara en la dirección opuesta, una cosa era decirlo. Hablar de cercanía y también de amor en su cabeza

Pero era otra muy distinta vivirlo, tener todas las sensaciones a flor de piel lo ponía extra sensible. Intentó alejar cualquier pensamiento de su mente cuando sin previo aviso la princesa se giró quedando de frente a él

—Ranma— clamó su nombre posando su barbilla en su pecho —Si te dijera que te amo, que no me importa que tu madre te haya enviado aquí como una venganza en contra de mi familia— hizo una pausa viéndolo directamente a los ojos —¿Estarías dispuesto a permanecer a mi lado? 

Ranma tragó duro, tenía que calmar su respiración primero, esa cercanía se estaba volviendo peligrosa —Majestad... Yo...— iba a responder cuando un delicado dedo empapado se posó en sus labios sellando cualquier movimiento de estos

—Akane— pronunció despacio —Siempre he querido que me llames por mi nombre, siempre he querido que te sientas como yo, como un ser humano más, como alguien que está enamorado

—Akane...— su nombre fue casi un suspiro mientras la abrazaba sin previo aviso, perdiendo el pudor y olvidando que estaban casi desnudos. Hundió su rostro en el cuello femenino aspirando y dejando un cosquilleo en esa zona —Akane, te amo— confesó besando tiernamente real su oreja

La joven quedó de piedra a punto de llorar por la alegría de saber que sus sentimientos eran correspondidos, envolvió el cuerpo masculino con sus brazos y lo atrajo más a ella —Ranma, mi Ranma. Mi guerrero dorado— se separó apenas lo suficiente para poder besar sus labios y devorarlo con fervor

Él respondió hambriento de igual forma, bajando a su clavícula mientras ceñia la pequeña cintura de la soberana exhibiendo la necesidad que tenía de su cercanía desde algún tiempo atrás —Prometeme que si ganas, vas a esperar por mi— suplicó el chico contra su hombro

—Y tu promete que si pierdo, te quedaras para mí—

—Para siempre

El nuevo amanecer era recibido por todos los pobladores, Shampoo se alistaba primera para bañarse mientras las demás postulantes recién iban despertandose, la pelimorada salió de la habitación encontrándose con Sarutoru en la entrada —Muévete— ordenó cruzando los brazos en vista de que no la dejaba pasar

—¿A dónde crees que vas? ¿Alguien te autorizó salir?— la mirada del guardia se volvió severa —Regresa a tu lugar niña

Shampoo lo miró de mala forma —No puedes darme órdenes, soy una doncella— le retó colérica —No debo explicarte a dónde voy si no me place ¿Entiendes?— se hizo paso empujandolo mientras las demás postulantes se asomaban curiosas por el escándalo que hacía la pelimorada

Entre ellas Ranko se mantenía atenta. Apenas había podido dormir pero la pequeña discusión la hizo levantarse

—¡Shampoo!— el grito grave de Sasuke llenó el silencio momentáneo asustando a todos, sus pasos hicieron eco en el mármol del piso —Regresa a tu lugar ¡Ahora!— ordenó con desdén. La joven se indignó a tal grado de ponerse roja por el coraje

—Pero...— su protesta quedó a la mitad cuando el hombre la observó con más molestia que antes. Sin remedio y avergonzada por ser reñida desde el primer día se devolvió sobre sus pasos evitando tener contacto visual con alguien

—Ustedes son doncellas— inició el Guardia entrando tras la joven —Es su deber aprender y acatar las órdenes para ustedes, si no lo hacen podrían tener serias reprimendas. Una nación no se gobierna con ego ni soberbia— eso último lo dijo viendo a Shampoo —Si piensan que por estar aquí el Palacio ya les pertence se equivocan. A ninguna de ustedes les toca mandar mientras sean candidatas solamente

Diversas mujeres entraron con canastos repletos de telas, ropajes, joyas y artilugios de belleza para cada una —Se les será asignado una ayudante, será su odalisca personal, fuera de ellas tienen prohibido ordenar a la servidumbre del palacio. Serán provehidas de clases, entrenamiento y alimentos por parte de su majestad Soun Tendo, quien se atreva a ocasionar problemas o a desobedecer será expulsada ¿Entendido?

—Si señor— las postulantes aceptaron la canasta mientras eran reverenciadas por sus nuevas sirvientas

—Sarutoru, alista a todas y llevalas para desayunar. El sol ya está alto y hemos perdido mucho tiempo aquí— Sasuke salió del salón dejando sólo al encargado del orden

—Ya escucharon, muevanse muevanse— aplaudió apurando a todas para alistarse —Irán a bañarse de tres en tres así que muevanse

En las caballerizas Akane ya estaba en pie para rodear los bosques aledaños al palacio, con su yegua salió de la fortaleza observando todo. Se detuvo disfrutando la brisa suave del viento, recordaba la intensidad que los ojos de Ranma poseía cuando le habló con palabras de amor

Acarició sus labios recordando el fuego que suponía estar con ese hombre, recordó sus pieles desnudas al contacto y cerró los ojos escuchando mentalmente las dulces palabras del azabache —Ranma— suspiró sonriendo, dió una última vuelta en los alrededores para asegurar que no había peligro

En el comedor las doncellas tenían su primer alimento del día en silencio, la mayoría no se conocía en lo absoluto o no tenían cercanía entre ellas, sumando el hecho de ser rivales para el trono la tensión se sentía alrededor de ellas

Akane llegó al comedor ataviada con la armadura de su madre —Buenos días— saludó pasando de largo a la cocina. Todas la miraron con cierta envidia, sobre todo la pelimorada ¿Qué se proponía? ¿Humillarlas? Solo porque ellas no nacieron en su dinastía tenían un trato distinto

A Ranko no le pasó desapercibida esa apatía, quería gritarle que no viera así a su princesa

—¿Qué tienen de buenos si ya ví tu cara?— retó por lo bajo mientras le daba una mordida a su pan

Akane detuvo su andar al mismo tiempo que los sirvientes ponían una cara de horror monumental —Entonces no recibas mi saludo y concéntrate en tus modales, no se hablan sandeces mientras se merecen los alimentos, Shampoo— prosiguió perdiéndose tras la entrada a la cocina

La aludida se quedó enfurecida por las palabras de Akane apretando los puños —Algún día te vas a tragar tus palabras

PoliandríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora