Leticia
El negocio iba mal.Por alguna maldita razón, este mes habían renunciado tres chef, varias camareras y cerraron por "inspección de sanidad." Al parecer, no estábamos en "condiciones de funcionar", aunque sabía muy bien que estábamos perfectos. Nunca hubo algún tipo de plaga o insecto en mi cocina, mucho menos una mota de polvo.Algo olía mal. Y definitivamente, no era nada en mi cocina.Luego de una semana de haber estado cerrado, algunas camareras y yo limpiábamos "La perla" antes de poder abrir en la noche. Pero tenía el presentimiento de que algo malo iba a suceder, o quizás era sólo mi paranoia. Lo sentía en mi estómago, un nudo apretado que empujaba nauseas por mi garganta y erizaba mi piel a pesar de estar sudando por el esfuerzo en limpiar.—Leti, ¿te sientes bien? Luces pálida. —dijo Olivia acercándose a mí. Quizás era por el trabajo, o quizás porque no logré comer demasiado estos días, pero me sentía débil. No iba a admitirlo, por supuesto, pero la sensación seguía ahí.—Estoy bien, ¿terminaron de limpiar la cocina y acomodar los alimentos? —pregunté, apoyándome en el trapeador con el que estaba limpiando el suelo.—Todo está listo, deberías sentarte y descansar un poco, Leti. —me sugirió, con una mirada de preocupación fija en sus ojos. Mi pecho me dolió de repente y acepté su oferta, soltando un jadeo estrangulado mientras sostenía mi pecho con mi mano—. ¿Leti, qué pasa?—Estoy bien, sólo... —Hice una pausa para tomar aire—. No soy yo... Es Lidia...—Oh, vaya... —Comentó Olivia, mirándome con interés. Sabía muy bien que esa sensación no me pertenecía, pero eso no significaba que me hiciera sentir mejor. Algo le sucedía a mi gemela, algo relacionado a su corazón. No creo que fuera algo de salud, sino algo emocional. Tenía que llamarla pronto.Hace tiempo no pasaba un momento con mi gemela. Pasamos de estar todo el tiempo juntas a separarnos por completo. Era extraño. A veces la extrañaba tanto que, en verdad, mi mente se oscurecía por completo por la tristeza. Me deprimía y no me volvía a sentir mejor hasta que podía abrazarla y preguntarle cómo había ido su día.Algo iba mal ahora, y no saber dónde estaba mi hermana no lo iba a solucionar. Así que saqué mi teléfono de mi bolsillo y marqué su número rápidamente. Tardó tres tonos, pero finalmente contestó. Su voz estaba quebrada y sus sollozos eran audibles.—¿Qué es lo que sucede, Lid? —pregunté, sintiendo mi pecho apretarse aún más. Luego de varios sollozos y murmullos que no logré entender, alguien más tomó el teléfono.—Hoy no tuvo un bonito día —Era mamá, y su voz estaba cargada en preocupación—. Las cosas no le salieron bien hoy y creo que está estresada. Pero todo está bien, cariño. Necesita descansar un poco. Sólo eso...—Umm, de acuerdo, ¿por qué no le dices que me vea en casa de Elias más tarde y cenamos juntas? —pregunté, pero no era un pedido. Tenía que verla, sí o sí. Mi hermana me necesitaba y yo a ella.—Le diré cariño, te avisaré si irá, pero cualquier cosa sabes donde estará —dijo mamá, con un tono bajo que me decía que no esperara que mi hermana se levantara. Bueno, podría ir a visitar a mis padres mientras tanto, llevarle algo de comer a Lidia y pasar un rato juntas. Una noche de chicas, como los viejos tiempos.Después de todo, ambas necesitábamos algo de tiempo juntas para estabilizar, bueno, todo. Mi gemela estaba en problemas y yo también. Aunque los míos era catastroficamente peores que cualquier cosa que ella estuviera sufriendo.—Pasaré un rato a verlas, ¿quieres que lleve algo? —pregunté a mamá, pero ella solo se negó, me contó lo alegre que estaba porque iría a verla y luego colgó, diciendo que le prepararía algo de beber a mi hermana.Cuando colgué, todo lo que podía ver era una media sonrisa en el rostro de Olivia. —No me digas que estás así solo porque me iré.—No te lo diré, entonces. —se rió, dándome un golpecito en la mano—. Aunque debo admitir que trabajaremos mejor sin la nube de estrés que provocas sobre nosotros cuando estás así de cansada.—Oye, yo no genero ninguna nube de nada —dije, tratando de relajarme, aunque sabía muy bien que mis empleados, mis amigos, se preocupaban por mí—. Pero sabes que estoy disponible si necesitas algo. Cualquier cosa que surja, tú puedes...—Llamarme, lo sé, estarás pendiente a tu teléfono. —Olivia puso los ojos en blancos y me empujó suavemente hacia el corredor que llevaba a mi oficina—. Solo ve y disfruta algo de tiempo libre. Sabes que estamos preparados para cualquier cosa.Lo sabía. A pesar de que el personal se había reducido con el tiempo, lo que quedaba allí eran las mejores personas que podían existir. Y eso es lo que más me aterraba. ¿Qué tal si Joy o uno de esos sujetos se aparecía? La deuda ya estaba relativamente saldada, en mi punto de vista, ya había otorgado la cuota de "interés" y el dinero prestado de regreso, pero lo había hecho más pronto de lo que él esperaba.Este gran temor mío se hizo obvio cuando salí de mi oficina unos minutos más tarde, y dos tipos esperaban en la salida trasera del restaurante, que daba un callejón. Uno de ellos, era Luca, el sujeto de la universidad, el que me presentó a Joy. El otro lucía sacado directo de la prisión: enorme, calvo y con cara de psicópata.—¡Hola, Leticia! —Saludó socarronamente Luca, como si nos conociéramos de toda la vida. Consideré dar media vuelta y volver a entrar, pero en mi estupor permití que la puerta se cerrara y ésta solo se abría desde adentro. Mierda.—¿Qué sucede aquí? —dije, tomando todo mi valor y acomodándome el abrigo. Me aferré más a mi bolso mientras los veía dar unos pasos hacia mí.—Solo una pequeña reunión de negocios, mi tío creyó que yo sería el más indicado para venir por aquí —respondió como si nada, ambos acercándose para acorralarme pero, metiendo las manos en los bolsillos, apreté el paso y me alejé de ellos rápidamente.—No hay ninguna clase de negocio entre nosotros —murmuré, oyendo sus pasos justo tras mis talones. Una fuerte mano apretó mi brazo hasta el punto de ser doloroso, deteniéndome justo cuando pisé la acera.El calvo me hizo regresar y voltear para enfrentar al sobrino de Joy, que aún mantenía esa sonrisa peligrosa. —¿Qué rayos quieren? Ya les devolví el maldito dinero, incluso les dí casi el doble en intereses —balbuceé, con dientes apretados. No era tan tarde y aún había gente por las calles, así que no creía que pudieran hacer algo arriesgado, pero mentiría si diría que no estaba aterrada. Los relámpagos no ayudaban a mi humor.—Oh, cariño, creí haberte dicho que no jugaras. Joy dijo que el contrato era por un año, y debes darle el 25% de tus ganancias por ese tiempo, porque él lo dijo así.Seis meses en el negocio y tuve suficiente éxito como para devolver la deuda, y aún así, Joy quería todo el 25% de un año. Bueno, muérdeme.—Eso es una maldita locura —dije, agitándome para soltarme. El calvo no parecía estar dispuesto a soltarme, ni siquiera un poco. Es más, apretó más y sentía que me quedarían moretones.Luca se me acercó, tomándome por el mentón y sosteniéndome para que lo viera fijamente. —Es lo que consigues por jugar con locos.El sobrino de Joy observó detrás de mí y le hizo una seña a su matón, que me soltó de inmediato. Volteé para ver la razón. Carol, la dueña de la florería frente al restaurante, salía con su asistente para recoger los arreglos afuera cuando nos vio. No mencionó palabra alguna, pero era obvio que estábamos llamando la atención. Lo que era una bendición.—Considera esto una advertencia, Leticia Briggs. No olvides que sabemos muchas cosas sobre ti, cariño —dijo, apoyándose una mano en la cadera mientras el cielo se abría y comenzaba a llover.Pensé en volver al restaurante y resguardarme allí hasta que pudiera llamar a la policía y decirles... ¿qué? La policía nunca atrapaba a tipos como Joy, ni a todos los que estaban bajo su poder. A veces, la policía misma estaba bajo su poder. Además, lo único que conseguiría sería arriesgar a mi personal, mis amigos.Reuniendo todo mi valor, avancé hasta la calle y detuve el primer taxi que apareció. Los matones no se movieron de su sitio, Luca sacando un cigarrillo para fumarlo, mientras saludaba con su mano a Carol. Ésta lo ignoró, viéndome cautelosa antes de volver a entrar a la tienda.Cuando un taxi se detuvo a mi lado y finalmente logré meterme, con la nariz chorreando y lágrimas acumuladas en mis ojos, Luca se estiró y se apoyó en mi ventanilla abierta.—No lo olvides, amor. No querrás lastimar a los que amas, ¿o sí?
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Abrázame y sosténme fuerte (Sonríe y dí que me amas #3)
Romance+TERCERA PARTE DE SONRÍE Y DÍ QUE ME AMAS+ Dos hermanas. Un terrible accidente. Y un lazo inquebrantable. Leticia Briggs finalmente está lista para abrir su propio negocio. Han sido años de esfuerzo, pero gracias a una pequeña ayudita de su familia...