Capítulo 5: Recuerdos

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Mañana vuelvo a Valencia después de treinta días en Málaga. Cada año iba a Andalucía de vacaciones de verano durante un mes, siempre coincidía el último día con mi cumpleaños, y las vacaciones estaban a punto de acabarse, pero no quería. Aquí hice amigas, sobre todo una, Marta. En el poco tiempo que he estado aquí he cogido mucha confianza con ella e iba a su casa cada día. Tenía un hermano dos años mayor que ella y cuando estaba con Marta, de vez en cuando se asomaba tímido por la puerta para ver que hacíamos.

Ella era alta, delgada, con el pelo casi negro y sus ojos eran verdes. Su hermano se llamaba David y también era moreno pero era en lo único en que se parecían. Era regordete y un poco bajito para su edad.

—Hola —me saludó tímido. Era la primera vez que me hablaba en todo este tiempo.

—Hola David, ¿qué tal?

—Muy bien —sonrió un poco—. Es tu cumpleaños, ¿verdad?

Asentí.

—¡Felicidades! —me dio algo rectangular, envuelto en papel de regalo y salió corriendo hasta su habitación.

—David… —susurré para mis adentros. Abrí el regalo y era el libro de Harry Potter y la piedra filosofal. ¿Cómo sabía que me gustaba leer y, sobre todo, que quería leer estos libros?

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Me desperté sobresaltada. David era ese chico de Málaga, el hermano de Marta, y me regaló el primer libro de Harry Potter. ¿Tanto nos cambia la adolescencia? Nunca sospeché nada porque era completamente distinto a lo que era antes y sobre todo, ¡era de Málaga! ¿Qué hace aquí? ¿Por eso lo noté decepcionado en la cena cuando dije que no nos conocíamos? ¿Por eso dijo que si sabe sobre mí? Tengo que llamar a María y hablar con ella.

Fui a ducharme rápido, me puse una camiseta, unos shorts vaqueros, mis Converse y la llamé al móvil. Tras dos pitidos, me contestó.

—¿Si?

—María, necesito hablar contigo.

—¿En serio? Son las nueve de la mañana del sábado.

—Es importante, ¿puedo ir a tu casa ahora?

—De acuerdo. Espero que sea realmente importante, porque si no te mataré lenta y dolorosamente, después te cortaré a trocitos y te lanzaré a un lago lleno de pirañas.

Estás loca —reí—. Estoy allí en diez minutos.

Colgué y me dirigí a su casa después de dejarle una nota a mi madre.

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—A ver, cuéntame.

—¿Te acuerdas que hace tres años fui a Málaga e iba a casa de una tal Marta cada día?

—Mmm… —pensó un momento y después contestó—. Sí, que tenía un hermano y te regaló Harry Potter y la piedra filosofal, ¿no?

Asentí.

—¿Sabes que David es ese chico? —susurré.

—¿¡QUÉ!? PERO SI ME ENSEÑASTE UNA FOTO Y ERA REGORDETE Y BAJITO. ADEMÁS SEGÚN TÚ PARECÍA ANTISOCIAL Y NO SOLÍA RELACIONARSE CON NADIE.

—Ya… Pero no grites, yo estoy como tú. La adolescencia le sentó demasiado bien…

—¿Y él no te recuerda?

—Sí que lo hace, pero no me lo dijo.

Le conté todo lo ocurrido en la cena, excepto el intento de beso.

Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora