3-Fiesta Sagrada

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Coral

Tomé el primer turno de baño porque sabía que mi hermana tardaría, mínimo, unos 15 minutos más que yo. Una vez que salí de la ducha envolví mi cuerpo en una toalla y pregunté a Cecilia donde estaba la maquinita.

—En el segundo cajón de mi mesita de luz. — contestó entrando al baño.

—Siempre adueñándote de las cosas. — le grité.

—La utilizo más seguido, así que sh. — dijo antes de prender la ducha.

Busqué la máquina y me depilé. Lugo de terminar la dejé en donde estaba y fui por busca de ropa interior. Tomé un conjunto negro y un short para llevar debajo del vestido, odiaba andar sin uno. Me vestí con eso y una camisa grande y fui al baño por el secador. Luego de unos 15 minutos yo ya estaba peinada y lista para vestirme. Me senté en la cama a esperar que Cecilia saliera y aproveché para leer un capítulo del libro que estaba leyendo.

—¿Por qué carajos todavía no estas vestida?— exclamó saliendo del baño en ropa interior.

—Porque necesito tu ayuda, el vestido es muy ceñido para pasármelo sola. — dije dejando el libro en la mesa de luz.

—Excusas, vaga de porquería. — dijo riendo.

—Que insulto tan intelectual. — me burlé.

—Estúpida.

—Ese no.

Ambas reímos.

—¿Mi maquillaje está bien?— pregunté poniéndome en el espejo junto a ella.

—Mujer, solo te pusiste base y rímel. — dijo volteando a verme.

—Aja.

—Ponte por lo menos delineador, brillo de labios, algo. — dijo volviendo a maquillarse.

—De acuerdo. — bufé.

Fui por mis maquillajes, que constaban de base, rubor, uno brillo de labios, un delineador, rímel, saca-ojeras y sombra de ojos negra. No me gustaba demasiado todo eso del maquillaje, creía que era una completa perdida del tiempo, pero en las ocasiones especiales me esforzaba por usarlos. Me apliqué brillo labial y me deliñe la mitad del ojo, por debajo. También me apliqué un poco de sombra negra, profundizando mi ojo.

—¿Mejor?

—Muchísimo mejor. — contestó mi hermana con una sonrisa.— Ahora los vestidos.

Ella me ayudó a ponerme el mío, no estaba nada acostumbrada a esos vestidos y me sentí entubada. Me examinó de arriba abajo con la mano en el mentón.

—Voltea.

Volteé lentamente como me pido.

—Quítate el short. — dijo luego de inspeccionarme.

—Ni loca, me siento desnuda.

—Te prestaré uno que es más corto y no tiene costuras, no se notara ni marcara.

—Bueno, gracias. — dije atajándolo.

Me cambié de shortcito y mi hermana se puso su vestido, le quedaba lindísimo, y resaltaba su mayor dote. Yo tenía lindas piernas, era unos 6 u 8 cm más alta que ella, y mis piernas eran larguísimas, ella en cambio, había heredado el busto de mi madre, y también los labios, que eran bastante más gruesos que los míos. Nos pusimos cada una nuestros zapatos y nos miramos frente al espejo.

¡Wow! El vestido me quedaba de maravillas, marcaba mis curvas donde debía, haciendo resaltar mi figura.

—Que te dije. —Dijo ella sonriendo.— te queda divino.

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