2-Aprovechemos la oportunidad

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Cecilia

Me levanté a eso de las 12 am, todavía con sueño. Coral estaba en su ordenador, seguramente leyendo o haciendo una de sus cosas importantes.

 —¡Hey! Buenos días.— saludó girándose a verme.

—Aaaaaa.— contesté.

Normalmente a la mañana no me salían las palabras, y prefería articular simples A prolongadas.

—Tú y tus monosílabos.

—Aaaaaaaa.— dije solo para fastidiarla.

Mi madre tocó levemente la puerta y asomó la cabeza a la habitación.

—En 15 minutos comemos niñas.— dijo en tono dulce.

—De acuerdo.— contestó Coral en tono enojado.

Estaba siendo demasiado dura con nuestros padres. Yo me lo había pensado, y por un lado estaba súper triste, no había sido nada fácil llegar a donde estaba en ese momento, ser la más popular de todas. A pesar de que ya me había cansado un poco de eso, yo me había esforzado por estar donde estaba, y no me agradaba que me lo arrebatasen así porque sí.  Aunque por otro lado, el viaje implicaba comenzar de cero, no más Brandom ni amigas que no eran amigas realmente.

—No seas tan dura Caracol.— suspiré y salí de mi cama.— No lo hacen para mal.

—Ya lo sé.— contestó resoplando.

Me dirigí al armario y tomé un jean y una remera suelta, para estar en casa.

—¿Sigues en pijama?—pregunté viendo a Coral.

—Eh, sí, ¿Qué no es obvio?

—Alguien se levantó con el pie izquierdo hoy.— dije dejando mi ropa en el cesto de ropa sucia.

—Estoy ovulando, creo, así que es normal que este de mal humor.— contestó girando.— Ya no me molestes.

—De acuerdo fiera. — le contesté divertida.

No la vi pero estoy segura de que rodó los ojos. Bajé para ayudar a poner la mesa, el ambiente arriba estaba bastante tenso.

—Buen día pa. — dije dándole un beso en la mejilla.

—Buenas noches diría yo.

—¿Ayudo en algo?— pregunté.

—¿No estas enojada?— preguntó el sorprendido.

—Me lo he pensado mucho, tiene sus pro y sus contras, pero que va, ya está hecho.— contesté sonriéndole.

—Qué bueno que lo tomes así, ojala tu hermana pensara lo mismo.— suspiró— Puedes poner los platos y cubiertos, el resto ya está puesto.

—De acuerdo. Y tranquilo que ya se le pasara.

Busqué los platos y cubiertos y puse lo que quedaba de la mesa. Luego subí, a ver si los humos estaban más calmados y para llamar a Coral a comer. Entré sigilosa al cuarto para no irritarla.

—A comer.

—Ya voy.— dijo cerrando su computadora.

—Trata de ser buena con mamá y papá ¿Puedes?— pregunté bajando.

—Sí, lo hare.— contestó bastante indiferente.

Nos sentamos a comer todos juntos, los primeros minutos pasaron en silencio. Coral fue quien rompió el hielo:

—¿Ya tienen escuela y casa?—

—Ustedes dos irán al instituto más prestigioso de la ciudad. Los niños irán a la primaria Robspin I, y nos mudaremos a una casa que queda a unas cuadras del colegio.—

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