Pesadillas Constantes

96 21 7
                                    

Despierto alterada a pesar de que hace frío estoy sudando, otra vez esa pesadilla llevo días soñando lo mismo.

Miro el reloj de la mesita 3:30 de la madrugada la misma hora de los días anteriores, no entiendo por qué este sueño es tan recurrente. Trato de tranquilizarme cerrando los ojos, doy varias respiraciones profundas, pero lo único que consigo es desesperarme y dar vueltas en la cama.

Me levanto de la cama y me dirigo a la ventana la abro y el aire frío me saluda, ver la nieve caer siempre me ha dado la paz y tranquila que ahora necesito, pero justo en este momento está haciendo el efecto contrario.

La sensación de sentirme observada invade todos mi sentidos, trato de agudizar más mi vista, pero solo veo árboles y obscuridad. Una ráfaga de viento se cuela por la ventana, me abrazo a mi misma y decido cerrarla.

—4:50 de la madrugada, necesito a como de lugar obligarme a dormir—dejo el reloj en la mesita.

Vuelvo acostarme, afortunadamente el cansancio me gana y me pierdo en la inconsciencia del sueño.

Un constante cosquilleo en mi nariz hace que abra los ojos lentamente.

—Mierda debí olvidar cerrar las cortinas en la madrugada—con pereza me levanto y mi vista recae en el reloj—¡Mierda! Es tardísimo.

Como rayo me levanto de la cama y busco algo en mi armario, opto por ponerme un pantalón de cuero negro y una blusa del mismo color, me pongo unos tenis negros y acompaño el atuendo con una chaqueta roja.

Con prisa me dirigo a la cocina, me encuentro a mi madre preparando el desayuno. La observo en silencio siempre ha sido una mujer muy guapa con su metro y setenta de altura, tiene el cabello rubio semi ondulado, ojos delgados color verdes, nariz respingada y labios delgados, su delgada figura siempre ha levanto más de una mirada cuando vamos por la calle.

En cambio yo no soy delgada como ella, estoy en forma y así me siento cómoda y segura conmigo misma, tengo el cabello pelirrojo y muy lacio, ojos color negro, labios gruesos y tengo muchas pecas salpicadas por todo mi rostro.

—Hola Helen—le susurro en el oído y da un brinco de susto.

Me fulmina con la mirada y con la cuchara que tiene en la mano me da un buen golpe.

—¡Auch mamá! Me dolio—Exclamo en un grito.

—Eso te pasa por asustar a tu madre—me responde en tono juguetón.

Suelto una carcajada y voy abrazarla soy demasiado afortunada de tenerla, siempre he dicho que somos ella y yo contra el mundo, solo nos tenemos la una a la otra. El señor que me engendro la abandonó cuando estaba embarazada, nunca he querido saber nada más de él, no es nadie en mi vida y no me interesa en lo absoluto.

—Ya siéntate Jeantony, me mareas—dice desperada.

—No tengo tiempo ma, ya se me hizo tarde.

—Hija no me dijiste ayer que hoy entrabas una hora más tarde—dice dudativa.

Mierda es cierto, el cansancio ya me esta cobrando factura.

—Dios es cierto, perdón ma estoy muy cansada entre tantas tareas y los exámenes que mi cerebro ya no da para más.

Estoy estudiando para Abogada Penal, cuando mi madre lo supo no le hizo nada de gracia, pero yo amo las leyes y pese a sus quejas no le quedó más remedio que aceptar mi decisión.

Me iba a decir algo pero es interrumpida por la alarma del noticiero matutino.

Se les pide a la comunidad que tengan cuidado, se reporta la desaparición de 3 jóvenes el día lunes por la noche, aquí les dejamos las fotos de las jovenes y los números de los familiares por cualquier información que sepan. Las autoridades han declarado toque de queda a partir de las 8 de la noche. Se les pide estar lo más temprano posible en sus hogares y cerrar bien puertas y ventanas, estar al pendiente de cualquier información y nuevamente les dejamos las fotos de las jovenes.

—Que desgracia, pobres jóvenes y pobres padres no me quiero ni imaginar la angustia de no saber nada de sus hijas.

—Si mamá que desgracia, espero que aparezcan esas pobres chicas.

—Por favor hija cuídate mucho, no se que haría si algo te pasará—me estrecha entre tus brazos.

—No te preocupes mami, me cuídare mucho, tu también por favor cuídate mucho

—Lo haré hija, ya me tengo que ir al hospital, por favor ve con cuidado a la universidad y cierra bien. Te amo hija— me da un beso en la frente y se va rápidamente.

Media hora después agarro mi mochila y mis llaves, salgo de la casa y me aseguro que todo esté bien cerrado y comienzo mi camino.

Siento vibrar mi teléfono, lo saco de la parte trasera de mi pantalón. Es un mensaje del grupo de amigos.

Voy tan absorta en mi teléfono, que no me doy cuenta y choco con algo duro provocando que mi teléfono caiga al suelo.

—¡Mierda!— Exclamo.

El JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora