En la radio sonaba una vieja canción romántica mientras Danna se dedicaba a preparar el almuerzo. Ya había limpiado la casa a fondo y miraba a Caín, el perro de Rey, correteando por el patio.
Caín era un perrito tipo terrier, color amarillo con el lomo y orejas negras. Rey lo había llevado un día a casa, junto con una taza, una cama y un paquete de alimento y le dijo que lo encontró en el parque. Danna siempre había odiado los perros, le parecían animales patéticos. De niña había tenido un pastor alemán, pero su mamá lo había envenenado un buen día ante los gritos de ella. Desde ese entonces prefería los gatos, y con Caín convivía Lucía, una gata de pelo corto gris, melocotón y blanca.
Pensaba en los niños que había conocido en su trabajo comunal unos meses atrás. Mientras revolvía el arroz, recordaba a esos niños dulces y cariñosos, dispuestos a ayudar y colaboradores en todo, no como aquellos que se hacían decir monaguillos en la iglesia donde colaboraba. Estos eran unos niños maleducados, arrogantes (como Andrew), que había que pedirles casi de que rodillas que hicieran algo. Que menospreciaban a los otros grupos, pero especialmente al pobre de Hugo y a Luis (aunque, pensándolo bien, ¿Quién no lo maltrataría, tan idiota que era?). Suspiró.
En la noche habría una solemnidad. Subió a alistar la ropa que se pondría. Había botado aquél pantalón gris desvaido que usaba para estar en casa, y ahora usaba un short beige (cosa muy inusual en ella) , junto a sus sandalias rosadas. Abrió el armario y sacó una de sus tantas camiseras, blanca de flores rosas y la suéter rosa pálido que solia usar con ella, así como el pantalón azul marino.
Aún recordaba a los niños, especialmente a Génesis, niña con leucemia siempre alegre. A Nacho, niño con TEA, del que le dijeron que no trabajara con él porque no haría caso, y resultó ser de los mejores. A Camila, Gabriel y Sebastián, compañeros de aventuras de Nacho. A Mariana, niña ciega con la cual disfrutó mucho aprender Braille. A Anthony y los niños de la 6 - 4... Los extrañaba sobremanera. Entre ellos, el recuerdo intermitente de Mike taladraba su mente. Quizás si Ile prestara más atención a Mike, las cosas serían distintas. Quizás fuera más responsable, menos respondón, más activo... igual Manuel. Pero no le quedaba más que suspirar e imaginar, pues no podía entrometerse en esos asuntos. Como nieta de una ex inquisidora, sabía bien que esos casos bien podían ser condenados. No quedaba más remedio.
También estaba allí el recuerdo de Kendall, pero por alguna razón lo veía distinto. Ya no la abrazaba con el mismo cariño. Sus ademanes para con ella habían cambiado. Ya ni se veían, y ella tenía una ligera sospecha de que hubiese vuelto a hablar con su ex. Pero no había tiempo para eso.
Rey tenía al parecer libre el día, pero salió a las 7am sin decir adónde iba.Danna sospechaba que quizás estuviese dónde sus padres, aunque pensándolo bien, no calzaba. Rey era hijo del mejor amigo de la abuela de la joven. Ambos habían pasado su juventud juntos entre bromas y liturgias, siendo él de Navarra. Ella se había casado cuando inició la Nueva Inquisición en el 23' con un joven chileno que la pretendía y cuya familia se había venido al país. Tuvo dos hijos y adoptó uno, pero sólo el adoptado (su padre) logró sobrevivir. A la muerte del abuelo Nicolás, del cual ella sabía muy poco, su abuela decidió mudarse con Daniel, quien había dejado la Universidad varias veces. Ahí la terminó él, y ella se dedicó exclusivamente a la optometría hasta casi su jubilación, que la dedicó al órgano hasta hoy.
En cuanto a Rey, sus padres lo habían tenido «ya mayores». Tenía un hermano, totalmente antipático, que era el dolor de cabeza de sus padres. Sin embargo, lo que también Joseph tenía que padecer, era el comportamiento bipolar de la familia de su esposa, y Rey comprendió esto siendo apenas un niño. Maltratado física y psicológicamente por ellos desde que era un bebé, empezó a desarrollar conductas agresivas e inapropiadas para su corta edad. Su padre, a la muerte de la familia que le quedaba en España, tuvo que viajar a hacerse cargo del negocio familiar, dejando a su esposa e hijos. Estos viajes sucedían al menos cada dos meses, donde dos los pasaba allá, y dos con su familia. Cada vez que volvía, notaba al pequeño Rey más esquivo con él, pero nadie decía nada de su conducta. Así pasaron más de dos décadas en este juego, hasta que su madre lo golpeó cruelmente al verlo de la mano con un muchacho en la ciudad. Ese día su hermano le dió otra paliza, y lo echó de la casa. Hugo, al enterarse de la cruda historia le recibió en su casa, pero la conducta agresiva de Rey seguía en él, aunque él quisiera evitarla. Trató de ponerle las manos encima al organista, y éste, encolerizado, lo volvió a echar, pero se lo envió a Danna (en ese entonces recién instalada en su nueva casa) pues sabía que a ella era la única persona a la que jamás le levantaria la mano. Ahora Rey parecía una persona estable, pero ¿Por cuánto tiempo?
ESTÁS LEYENDO
En cada rincón
Losowe¿Qué es lo máximo que harías con tal de ser al fin visible para tu familia? ¿Por qué siempre en cada familia hay una oveja negra? ¿Ambición sobre tu propia familia? ¿Qué haremos con un niño? ¡Un niño! ¿Qué harías si desaparece tu familia? ¿Y mi herm...