Capítulo siete: El descubrimiento.

1.6K 184 91
                                    

Narra Lillai:

Me levanto del sofá, mi cuerpo tiembla como si tuviera frío, pero hace un calor extremo. Después de la conversación con mi padre sobre mi plan de escape me he quedado sentada, llorando, sin hacer nada más. Ellos me han hecho compañía, pero luego recordé a Eliza, a mi pobre hermana menor. Debió de escucharlo todo. Camino a paso desequilibrado, aunque esté arrastrando los pies. Cuando llego a la puerta de nuestra habitación tomo una gran bocanada de aire.

Mis padres me han dicho que hablarán con Eliza cuando sea el momento indicado, pero ya no será necesario si ella conoce todo lo que no debería de saber. Tomo con fuerza mi colgante de amatista y pretendo que me da las fuerzas que me faltan para enfrentar lo que está del otro lado de la puerta, imagino que envía rayos de energía por mis brazos, estos acarician mis hombros y se resbalan por mi pecho; se deslizan por mi cadera y terminan su paseo cuando llegan a la punta de mis pies. Pero lo vuelvo a repetir todo en mi mente. Cuando me siento preparada suelto mi collar y abro la puerta.

Asomo mi cabeza y veo a Eliza sentada en la esquina superior izquierda de nuestra cama, esconde su lindo rostro entre sus rodillas y sus brazos rodean sus piernas, se balancea de lado a lado. Siento como si se hubiera devuelto el tiempo y veo a una Eliza más pequeña en la misma posición, meciéndose para consolarse así misma. Cierro la puerta detrás de mí en silencio aunque no haya la necesidad de hacerlo si ella ya sabe que estoy aquí. Cada paso hacia el colchón se hace más pesado que el anterior. Cuando estoy en el borde de la cama la escucho sollozar y mi postura de ''fortaleza'' se derrumba, los ladrillos que he puesto caen de uno en uno sobre mis pies, lastimándome y creando grandes cardenales a su paso.

Mi garganta está seca, así que cuando le hablo mi voz sale rasposa—: Eliza... —la llamo con cautela, semejante a la sutileza que debes de tener cuando tu bebé intenta dormir y no lo quieres despertar, porque sabes que si hablas más fuerte de lo debido éste llorará hasta quedarse sin voz.

Levanta su cabeza, el cabello negro le cubre parte de la cara y varios mechones se adhieren a su piel gracias a las lágrimas derramadas. Sus mejillas tienen el color rojo, sus labios son un puchero y tiene los ojos achicados—. ¿Por qué? —pregunta—. ¿Por qué mis padres nos hacen esto? —su respiración irregular hace que se le sea difícil seguir hablando. Una lágrima sale de su ojo, sigo su camino hasta que llega a su barbilla y cae, perdiéndose entre su ropa. Inmediatamente me identifico con esa pequeña lágrima, perdida.

Me siento en el borde del colchón y fijo mi vista en sus ojos rojos—. Intenté hacer que cambiaran de opinión Eliza, lo hice, tú misma me escuchaste. Yo quería hacerle cambios al plan, les dije que escaparemos los cuatro juntos y que no nos separemos. Pero ambos se negaron, ni siquiera tomaron mi propuesta en consideración, la desecharon tan rápido a como la dije —dejo salir el aire que he estado conteniendo hasta el momento—. Ya está decidido, seguiré las órdenes de papá, cualquier alteración hará las cosas más difíciles de lo que ya son —susurro.

—Lillai... Por favor no —dice en un hilo de voz—. No te vayas de esa manera de mi vida si llega el momento de hacerlo. No importa lo que suceda, quédate y luchamos todos juntos contra cualquiera que se atreva a hacerte daño. Pero por favor no te vayas hermana te lo ruego —su rostro se desfigura y comienza a llorar con descontrol—. Me voy a morir si te vas —se desliza en la cama y llega a mi lado para abrazarme. Sus lágrimas caen sobre mi camisa y sus sollozos son amortiguados por mi cuerpo—. Yo te necesito Lillai.

Sostengo las lágrimas con impaciencia, no quiero volver a llorar, pero ver a Eliza tan débil me destruye el corazón y el alma. Yo le correspondo el abrazo y ella llora con más fuerza, haciendo que mamá y papá escuchen su llanto. Ambos abren la puerta de par en par angustiados, definitivamente querían mantener el secreto de Eliza por mucho tiempo, sabían que algo como esto iba a pasar. Probablemente querían que se enterara cuando ya fuera el momento de mi huida. Mamá se acerca a nosotras y le habla a su hija menor—. Mi vida, escúchame... —cuando toca su hombro, ésta se sobresalta.

La Magia En Ella [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora